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¿El pasaporte de inmunidad puede ayudar a acelerar la estrategia de desconfinamientos?

“No hay evidencia de que las personas que se hayan recuperado de la Covid-19 estén protegidas de una segunda infección”

Barcelona reabre los parques de la montaña de Montjuic
Una persona que observa los nenúfares de los jardines de Mossèn Cinto Verdaguer, uno de los parques de la montaña de Montjuic que este viernes ha reabierto el Ayuntamiento de Barcelona. EFE/Alejandro GarcíaAlejandro GarcíaEFE

Con la curva epidémica de la Covid-19 dirigiéndose cuesta abajo y avanzando hacia una situación, “a priori”, más segura, los gobiernos se esfuerzan por definir políticas de desconfinamiento. En Cataluña, el departamento de Salud ha pedido a Pedro Sánchez avanzar en la desescalada en base a la situación de las regiones sanitarias en vez de por provincias. Según los datos que tiene a día de hoy, considera que sólo un 11% de la población está preparada para dar el salto a la fase 1 de desconfinamiento, los vecinos de la provincia de Tarragona y del Alt Pirineu y Aran. En cambio, en Madrid, con datos epidemiológicos peores, el Gobierno antepuso la economía a los criterios sanitarios. La directora general de salud pública de la Comunidad, Yolanda Fuentes, presentó su dimisión. Hoy el Ministerio de Sanidad, que es quien tiene la última palabra, anunciará qué municipios pasan el lunes a la siguiente fase de desconfinamiento.

El miedo de médicos y epidemiólogos que han estado en primera línea asistiendo a los enfermos, piden que se garantice el retorno seguro al trabajo y a la vida para evitar un repute de casos de Covid-19.

Hay un consenso relativo en la necesidad de hacer pruebas PCR a las personas con síntomas, identificar infecciones, aislar los casos y poner en cuarentena a los contactos. Las tasas de letalidad de la Covid-19 van del 1% en personas jóvenes al 10% en mayores de 80 años, dependiendo de cada país.

Pero hay menos consenso en los denominados pasaportes de inmunidad. En la serie sobre estrategias de respuesta de la Covid-19 del Instituto de Salud Global de Barcelona, centro impulsado por “La Caixa”, Denise Naniche, directora científica y Researcher Professor, explica por qué emitir certificados o pasaportes de inmunidad a las personas que den positivo en pruebas que detectan anticuerpos contra el SARS-Cov-2 no es una opción adecuada para ir disminuyendo gradualmente las medidas de aislamiento.

Falsos negativos

Desde el primer caso en Wuhan (China) apenas han pasado cuatro meses y medio. Y las pruebas actuales contra el coronavirus son muy nuevas y han mostrado altas tasas de falsos negativos y positivos. De utilizarse para decidir sobre el acceso a las personas a ciertos derechos y empleos, “esto podría colocar a una personas no inmune con un falso positivo en una posición vulnerable con riesgo para los demás”, constata Naniche.

No todos los anticuerpos protegen

En el caso de acabar desarrollando pruebas precisas que indiquen la presencia de anticuerpos, no está demostrado que confieran una inmunidad protectora. “Hay muchos tipos de anticuerpos y no todos son protectores”, dice. En un informe del 24 de abril, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dice que “en este momento de la pandemia no hay suficiente evidencia sobre la efectividad de la inmunidad inmediata mediada por anticuerpos para garantizar la precisión de un pasaporte de inmunidad o certificado libre de riesgos”. “Actualmente, no hay evidencia de que las personas que se hayan recuperado de la Covid-19 y tengan anticuerpos estén protegidas de una segunda infección”.

Una puerta abierta a la discriminación

Quienes defienden los certificados dicen que las personas con anticuerpos podrían regresar al trabajo para ayudar a reactivar la economía. Pero la prevalencia de inmunidad contra el virus puede estar entre el 1% y el 20%, según el área. “Esto se traduciría en privilegiar a una proporción pequeña de la fuerza laboral”, apunta la investigadora. E incluso si la proporción fuera mayor, “crearía una gran desigualdad al otorgar un privilegio inmunológica a unas pocas personas seleccionadas”, añade.

Discriminar con un certificado de inmunidad de la COVID puede crear un estigma contra las personas no inmunes que serían calificadas como no empleables”, alerta. El certificado abre la puerta a discriminar en base a si una persona ha pasado o no la enfermedad, por ejemplo, en educación, aumentos salariales o seguros de vida.

Otro peligro que se corre es el riesgo de que haya personas que busquen infectarse deliveradamente para conseguir el certificado.

Cuando llegue la vacuna

Este escenario puede cambiar cuando llegue la vacuna contra la Covid-19 y se demuestre que da una inmunidad detectable. Entonces, como sucede ahora, puede entregarse un certificado bajo el pretexto que vacunarse es un beneficio individual y colectivo.