Economía

Coronavirus

Textil «Hecho en Europa»

Los márgenes de ganancias ya no son lo que eran... Las distancias de Extremo Oriente a Europa sí. El coronavirus empuja con fuerzas la vuelta casa de las industrias textiles europeas

fabricación en China
fabricación en ChinaJosé Maluenda

Cosas de la globalización. Primero Europa comenzó a fabricar tazas y cubiertos en el otro extremo del mundo, luego le siguieron los pantalones, las camisas y las faldas y luego aquí, en el Viejo Continente, pocos se acordaban de fabricar juguetes, bombillas o secadores de pelo. Hasta –que le digo yo–, se deslocalizó la fabricación de mascarillas. Y así nos ha ido. Sin protección, pagando el sobreprecio que un revendedor marque y a miles de kilómetros de distancia. Ahora que tanto se habla de una «nueva normalidad» habría primero que saber qué es la normalidad y lo anormal, aunque no alberguen muchas esperanzas que en estos tiempos de los políticamente correcto, alguien se atreva a marcar alguna frontera. Lo cierto es que desde hace años, y a raíz del crecimiento y la riqueza de China y otros países, los márgenes de beneficio de hacer las cosas allí han cambiado. Se han hundido. Si a eso sumamos que, a consecuencia del coronavirus, Europa se va a convertir en un continente con más desempleados, la ecuación muestra que las ventajas de fabricar aquí cobra fuerza. En ello están los grandes conglomerados textiles, las personas ya no compran tanta ropa como hace unos años y están dispuestos a pagar un poco más para tener algo «mejor» (mejores acabados, mejor diseño y el valor añadido de estar libre de cualquier tipo de controversia sobre las condiciones de trabajo de quienes lo hicieron). En resumen, una compra más sostenible también con el medio ambiente (otro punto para el fabricante). Todo ello tiene un resultado claro: más de un millón de desempleados en el sector textil en Bangladesh a cuenta de la crisis del coronavirus. Cientos de miles más en Camboya, Vietnam o Tailandia. Un nuevo paradigma europeo se abre paso. Contrariamente a lo que piensan muchos, esa «nueva economía» se parece mucho a otra que vivió el continente hace más de cuarenta años. ¿Repetimos otro ciclo? Es posible. Empujados por la enfermedad y la improvisación de unos líderes que no adivinan el porvenir. Ése que ya está aquí.