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12.000 euros por las horas de Juana la Loca

La Feria del Libro de Madrid presentó ayer el «horarium» de la hija de los Reyes Católicos, una pieza de la British Library que se ha reeditado excepcionalmente con 500 copias
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La Feria del Libro de Madrid presentó ayer el «horarium» de la hija de los Reyes Católicos, una pieza de la British Library que se ha reeditado excepcionalmente con 500 copias
Son apenas 10,8 por 7,5 centímetros lo que mide, probablemente uno de los ejemplares más pequeños de toda la feria madrileña; sin embargo, es un tamaño suficiente para hacer de este facsímil la pieza más valiosa de toda la cita: 12.000 euros. Las dimensiones de un servilletero de cualquier terraza de bar o un bolso de mano repleto, pero el precio de un coche medio. Buena culpa de ello la tienen los herrajes de bronce bañados en oro, el terciopelo de seda natural que cubre sus lomos –«el mejor», explican sus editores–, el pergamino de sus páginas, el broche y las piedras preciosas, como el lapislázuli, que lo engalanan. Más el oro de 23 kilates que lo remata con un 92,75% de pureza. Incluido el trabajo artesanal, de la misma manera se forjó el original cinco siglos atrás. Pero el plus se lo da su historia, la misma que la de Juana la Loca, a quien perteneció hace ya cinco siglos y quien no se despegó de él desde su adquisición. Entonces, sólo existía uno, el suyo, el de la monarca; ahora, son 500 los ejemplares que aparecen de «Las muy ricas horas de Juana de Castilla» (Patrimonio Ediciones), y lo hacen como entonces: por todo lo alto.
Digno de la hija de los Reyes Católicos y de una madre de dos emperadores y cuatro reinas. Sólo ello explica su precio y, sobre todo, su importancia. Se trata del libro de horas que Juana llevó consigo de Flandes a Tordesillas. Desde que se casó con Felipe el Hermoso, ya que se presume como un regalo de bodas –aunque no se sabe con certeza–, hasta su muerte. Porque cada libro de horas es único. No hay dos iguales. Se hacían por encargo para una persona concreta, que normalmente pertenecía a las altas esferas, nobleza y monarquía. Era un signo de prestigio y en él querían estar representados. De ahí el realismo de sus imágenes, vestidos y personajes. En éste se puede ver a Juana en varias de sus viñetas, al igual que algunos de sus objetos y rosarios diseñados por orfebres e iluminadores. Porque no hay que olvidar que estos códices eran manuscritos utilizados en la Edad Media que contenían salmos y rezos. Ideado para aquellas personas de la realeza que querían introducir parte de la vida monástica en su rutina.
El libro de horas de Juana, apto para seguidores tanto de la historia como del arte y la literatura, gana en valor cuando se habla de sus ilustraciones: recoge las pinturas de Van de Weyden, como principal nombre entre otros maestros flamencos, que crearon miniaturas de bestiario, insectos, vírgenes y escenas de la vida privada de la reina de Castilla, retratada tanto sola como acompañada de su marido. Se estima que el original fue compuesto entre 1496 y 1506, por lo que la reedición tomando como base los mimbres que hace cinco siglos se convierte en un importante acontecimiento para la historia de España, destacan desde Ediciones Patrimonio.

Control paternal

Sobre su autenticidad, el experto en manuscritos medievales flamencos Jaime Ollero no tiene dudas, y durante la presentación de ayer alegó que es indudable su pertenencia a Juana por tres motivos: los retratos de ella que en él aparecen, los escudos, tanto los de Castilla y Aragón como el de su marido, y el inventario de bienes. «Tenemos la certeza de que fue suyo por todo ello y porque Juana se fue a Tordesillas en 1509, de donde no salió hasta 1555, y se llevó el tesoro consigo. Su padre Fernando no se fiaba del todo de ella por ser una persona inestable y mandó a su gente de confianza a hacer un inventario. Y ahí aparece este códice: ‘‘Un libro chiquito en pergamino con muchas historias e ilustraciones’’. Y detalla las escenas que aparecen, como la de Adán y Eva pecando, el espejo conciencia, los retratos de Juana y la encuadernación es igual», comentó Ollero.
Catorce años le ha costado a Patrimonio (presentes en la caseta 44) publicar la pieza que ayer presentaron en la Feria del Libro José Aspas Romano, editor, y Jaime Ollero. En 2002 visitaron la British Library de Londres y se les metió en la cabeza uno de los 150 millones de ejemplares de la colección, uno de los tres «grandes tesoros» –así los denominan– que había allí: el «horarium» de Juana I de Castilla. Ahí había llegado en 1852, tras adquirirlo de unos libreros judíos, y se almacenó con la matrícula «18852 Add» –abreviatura que lo califica como una obra comprada, donada o legada después del siglo XVIII–. Ya entonces, las 3.000 libras que se pagaron por él fue un verdadero escándalo. Tan exclusivo es el manuscrito que su consulta y su manejo están prohibidos.
Así, pasaron siete años de peticiones denegadas hasta que en 2009 el nuevo jefe de Publicaciones y Conservador de la British accedió a la idea de reproducirlo. Una tarea que no sería nada sencilla. Las condiciones de los ingleses fueron que la tirada fuera corta, no más de mil ejemplares para conservar su exclusividad y «valor de coleccionista», y, para la copia, el original no podía pasar más de dos horas expuesto al aire para que su papel no se dañara. Aun así, es la primera y la última vez que se hará. Al menos en los próximos 50 años, como se ha firmado en acta notarial con la British. Tocarlo, lo justo. «Teníamos dificultades porque había un centímetro de la página que no se podía copiar bien, así que tuvimos que idear un sistema de fotografía con espejos y escáner para cogerlo al completo», apuntó el editor. Así fueron cogiendo una a una las 854 páginas del ejemplar para después reproducirlas con toda su calidad. Imagen a imagen y letra a letra analizadas durante siete años y doce viajes a la capital inglesa hasta llegar al ejemplar el presentado ayer en el Pabellón de Actividades de la feria.