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Luis Merlo: “Continúo cuestionándome si el público querrá bailar conmigo”

Presenta «El método Grönholm» en el Teatro Cofidís Alcázar de Madrid

Luis Merlo presenta «El método Grönholm»
Luis Merlo presenta «El método Grönholm»Cristina BejaranoLa Razón

Cuatro aspirantes a lograr un cargo ejecutivo en una multinacional combaten astuta y cruelmente, sin ningún escrúpulo a la vista, demostrando la poca distancia que en ocasiones separa la risa del miedo. Dicen que «El método Grönholm» se trata del mayor éxito del teatro contemporáneo, tras haberse representado en más de 70 países. Y Luis Merlo, uno de sus protagonistas, lo achaca al hecho de que el reflejo de los personajes resulte identificable para el público. Emblemático actor de exitosas series como «Aquí no hay quien viva», «El internado» o «La que se avecina», ha pasado más de media vida sobre las tablas. La obra se acaba de estrenar en el Teatro Cofidís Alcázar. Y ratificará que a todos, de una manera u otra, nos gusta gustar.

–¿Nacemos con la necesidad de gustar?

–Sí, y la desarrollamos cuando vemos el mundo que nos rodea.

–¿Usted cree que gusta?

–Yo me veo hecho una mierda (risas). Ahora quiero gustar por otras cosas en las que tengo cierta confianza. Pero no sabemos cómo nos ven los demás. Por eso conviene ser cauto.

–¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por conseguir un trabajo?

–Personalmente, aunque tenga la ambición de ser una persona de bien, no soy terriblemente ambicioso. De hecho, en la vida real no superaría las pruebas de «El método Grönholm».

–¿Cuáles son los límites de la astucia, la crueldad y la falta de escrúpulos?

–Resulta difícil definirlos en esta sociedad tan amplificada por las redes sociales. Mi libertad termina donde empieza la tuya.

–El fin no justifica los medios.

–Nunca.

–¿Y cuál sería su papel soñado?

–Éste, el que estoy haciendo ahora. Yo siempre vivo en el presente. Me sigo preguntando si se producirá el milagro de la comunicación con el público. Tras más de 30 años, continúo cuestionándome si querrán bailar conmigo.

–¿Sobrevaloramos el trabajo?

–Ocupa un lugar prioritario en nuestras vidas. Más allá de que tengamos unos ideales, para llegar a final de mes hay que trabajar.

–¿Pero trabajamos para vivir o vivimos para trabajar?

–(Piensa) Mi profesión es muy vocacional, pero puede decirse que trabajo para vivir.

–Esta obra adentra el mundo empresarial en las tablas escénicas. ¿Qué diferencia el teatro de otros negocios a la hora de ganar dinero?

–En las multinacionales hay una estructura previa. Y en el negocio artístico y teatral, el último juez es el público.

–¿Es éste un negocio rentable?

–Sí, pero tampoco tanto (risas). Si tienes suerte, te da para vivir bien, aunque no como cuentan los de Hollywood.

–¿Qué tienen de actores los directivos?

–Al tratar con personas, en los trabajos no mecánicos, siempre hay algo de imprevisibilidad. Y es que el ser humano es imprevisible por naturaleza.

–¿Qué le parece la vuelta de «El internado» que prepara Amazon Prime Video en colaboración con Atresmedia Studios y Globomedia?

–Estupendo. Está muy bien revisar aquello que ha impactado al espectador y descubrir los motivos por los que ha gustado tanto.

–¿Usted dónde se internaría?

–En un lugar lúdico, porque soy muy hedonista. Tendría que haber mucha belleza a mi alrededor. Yo vivo en mitad de la montaña, en la sierra de Madrid, rodeado de animales, música, libros... Me internaría en mi casa.

–Nosotros, como los gatos, ¿tenemos siete vidas?

–Puede, pero no por ello hay que abusar. El peligro, quizá, está bien cuando tienes 20 años. En cambio, al superar los 50 es preferible un terreno de seguridad que no roce el aburrimiento ni la monotonía. A veces pensamos que si una situación fuera distinta seríamos más felices. No obstante, la capacidad de adaptación es lo que marca la supervivencia de las personas y lo que nos define como los animales racionales que somos.

–Tras el susto de la insuficiencia respiratoria, ¿a usted qué le da oxígeno?

–La tranquilidad y la serenidad. De joven uno busca la pasión y el trasiego emocional. Ahora me llama la atención respirar en mi casa y oír a los pájaros y a los perros. Hay gente que vive a tope hasta el final. Yo creo que ahora vivo más a tope, sobre todo a nivel de realización, que cuando iba corriendo de un sitio para otro.

–¿Hay quien viva en España?

–Claro que sí. Hay estamentos que te protegen y te ofrecen unos servicios básicos para que la vida sea más fácil. En América y en Sudamérica, por ejemplo, la desigualdad es mayor que en nuestro país.

–¿Cómo es la que se avecina?

–(Risas) Hay que tener esperanza y ser biempensante.