Sección patrocinada por sección patrocinada

cultura

Un bumerán llamado Francisco Franco

La obsesión del PSOE por el dictador provoca un efecto rebote en redes y en el debate público

Noticias de última hora en La Razón
Última hora La RazónLa RazónLa Razón

Ya se está haciendo clásica la frase que dijo Antonio Banderas a Susanna Griso: "Tengo la sensación de que Franco llevaba más tiempo muerto en 1985 que ahora". Los responsables de esta resurrección simbólica vienen del campo progresista: ha hecho más el PSOE por la memoria del dictador que la Fundación Francisco Franco. El vicepresidente Alfonso Guerra ya agitaba cartillas de racionamiento en los mítines de los ochenta, pero ha sido Pedro Sánchez quien más fuerte ha apostado por esta estrategia, desde el traslado televisado del cadáver a Cuelgamuros hasta los fastos culturales del cincuenta aniversario que acaba de anunciar que prepara para 2025. Nunca hubo cadáver tan mimado por un gobierno, ni que fuese tan crucial en su estrategia política.

El problema es que el truco cada vez funciona peor. Ahora cuando el PSOE acusa al franquismo de machista, homófobo y autoritario surgen voces contestando en redes. En Francia, por ejemplo, las mujeres casadas tampoco podían abrir una cuenta hasta 1965 y en el Reino Unido, hasta 1975. La homosexualidad estuvo reprimida en toda Europa: no se despenaliza hasta 1982 en Francia, 1993 en Rusia y 1996 en Alemania. La pena de muerte sigue vigente hoy en Estados Unidos, China y Marruecos, sin que Franco haya tenido nada que ver. Los progresistas han conseguido que cuando se critica la dictadura, se conteste con memes como el que contrapone la placa falangista del Instituto de la Vivienda a la pegatina de la alarma de Securitas Direct, presente en tantas viviendas de la época sanchista. Hemos pasado de la España del desarrollismo a la de la inseguridad.

En las dos últimas emisiones de Demos, el nuevo programa de Risto Mejide, el politólogo comunista Santiago Armesilla ha soltado frases polémicas como que “Franco fue más socialista que el PSOE”. Lo justifica recordando que “entre 1940 y 1974, se construyeron 4 millones 350 mil viviendas en España, de las cuales 3 millones 700 mil eran vivienda social. En la democracia liberal burguesa avanzada en la que vivimos, no se ha llegado al medio millón”, explica entre aplausos del público. “A Franco lo resucita el PSOE porque es un partido sin ideología ninguna, que solo vive por el poder. En 1982, Felipe González liberalizó 52 empresas estatales y mixtas que se generaron en la dictadura. A Franco lo resucita el PSOE siempre que está acorralado por la corrupción”, denuncia.

Según una encuesta del pasado mayo, realizada por la consultora 40db para El País y la Cadena Ser, casi un 70% de los españoles entre 18 y 24 años consideran que nuestro sistema democrático se deteriora, además de que solo la mitad se sienten representados por un partido. El último informe sobre valores en Cataluña del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO), equivalente al CIS, reveló hace unas semanas que los jóvenes de entre 16 y 24 años son los ciudadanos más dispuestos a renunciar a vivir en un país de sistema democrático si a cambio se les garantice cierto nivel de vida.

Uno de los conceptos esenciales aportados por el psicoanálisis de Sigmund Freud es el del ‘retorno de lo reprimido’, la noción de que todo lo que se intenta suprimir de la consciencia acaba volviendo como un bumerán, muchas veces de manera deformada. Ocurre en el plano individual, pero también en el colectivo. Si nos damos una vuelta por las redes, podemos encontrar montajes de David Guetta pinchando el “Cara al Sol” en el festival Tomorrowland o de la superventas Aitana interpretando el himno falangista ante un estadio repleto de seguidores eufóricos. De hecho, existen remezclas del en todos los estilos de electrónica moderna, desde el drill al eurobeat, pasando por el reguetón, cuya versión supera los 800 mil clics. Cinco décadas de considerar tabú cualquier símbolo del franquismo, por simple dictado de la corrección política, solamente han conseguido conferirles mayor morbo.

Cuesta reconocerlo, pero hoy se hace evidente que los programas culturales del tardofranquismo eran mucho mejores que los actuales. Por ejemplo, A fondo, de Joaquín Soler Serrano, donde se entrevistaba a Borges, Delibes, Fellini, Camilo José Cela y Nuria Espert, entre otros tótems culturales del siglo XX. O Estudio Uno, que acogía representaciones de clásicos del teatro como Lope de Vega, Calderón de la Barca, Shakespeare, Buero Vallejo. Jardiel Poncela… También el espléndido Rito y geografía del cante, dirigido por José María Velázquez-Gaztelu, donde se desentrañan los secretos del flamenco sobre el terreno. Comparen con los espacios emblemáticos del sanchismo, por ejemplo "La Revuelta", en cuyo plató se considera rompedor tocar el bombo, quejarse sobre la competencia y entrevistar a humoristas que presumen de tener muy gordo "el papo" (órganos sexuales femeninos).

El giro reaccionario juvenil es una tendencia global. Según un informe de la Open Society Foundation, el 42 % de los menores de 36 años cree que una dictadura militar es una buena forma de Gobierno, mientras que el 35 % aceptaría tener un líder autoritario que no convocase jamás

elecciones. En 2022, arrasó en TikTok una tendencia reaccionaria conocida como “My little dark age”, título del himno del grupo hípster MGMT. Se usaba una versión decelarada de esta pieza para enlazar imágenes del pasado de cualquier país del mundo, especialmente de sus tiempos de gloria, creando un efecto de contraste con imágenes de la decadencia posmoderna actual. Hubo también versiones de izquierda, glamurizando al U.R.S.S., el castrismo o el pasado precolombino, pero la mayoría de las piezas exitosas eran tradicionalistas.

En los “My Little dark age” de España se suele recordar el descubrimiento de América, la grandeza de El Escorial y…el franquismo. En general, los contenidos de la red están bastante más a la derecha de lo que imaginamos. También se pueden encontrar reels con discursos de Blas Piñar, subrayando con efectos su tono épico, donde el líder de Fuerza Nueva explica como el PSOE felipista está vendiendo España a pedazos o donde le encontramos en una estrado de la Plaza de Oriente (Madrid) haciendo apologías a voz en cuello de Franco y Jose Antonio, rematadas con “La bandera está alzada”, “Arriba España” y “Viva Cristo Rey”. ¿Cómo es posible este cambio sociocultural?

Durante décadas, los colegios españoles evitaban explicar la historia del siglo XX de España para no provocar polémicas, siguiendo el espíritu de consenso dominante en la Transición. Ahora los medios progresistas explican que el interés de los jóvenes por el franquismo tiene que ver con que no conocen realmente en que consistía la dictadura. Es posible que sea cierto, pero tampoco hay que descartar que el cambio tenga que ver con el hecho de que los chavales comienzan a aprender historia por sus propios medios. Pensemos en el colectivo Terra Ignota, que el pasado mes de abril estrenó un potente documental sobre el Valle de los Caídos, donde se desmontan los mitos y falsedades de la izquierda sobre este monumento católico, que simboliza la necesidad de reconciliación nacional.

El documental arranca con el testimonio de Pablo Linares Clemente, fundador de la asociación para la defensa de este conjunto monumental. Hablamos del nieto de uno de los trabajadores republicanos que participaron en la construcción. Desmonta bulos como que fuera construido con mano de obra esclava o que los muertos del bando vencedor estén enterrados en un lugar preferente respecto a los vencidos. ¿Molesta que sea franquista o que simbolice la reconciliación?¿Lo rechaza la izquierda por su carácter religioso? ¿Es verdad que su aspiración fraternal irritó también a ciertos sectores del franquismo? La hora y media de metraje ofrece una lección sobre las manipulaciones progresistas de nuestra historia reciente.

Existen muchos más hilos de los que tirar, por ejemplo las dos películas de José Luis López Linares sobre Hispanoamérica y los ensayos históricos de autores como María Elvira Roca Barea, Roberto Villa, José Javier Esparza, Iván Vélez y Stanley G. Payne, con enfoques demonizados durante décadas. Vivimos una batalla política por el conocimiento de nuestro pasado y no se libra en las aulas universitarias, ni en los medios de comunicación públicos, sino sobre todo en pequeñas editoriales y pantallas de Internet. Ahí se corta la madera con la que está construido el bumerán que amenaza el relato izquierdista.