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Rulo y la Contrabanda: “Puede que haya metido la pata, pero nunca hasta el fondo”

El de Reinosa hace triplete en La Riviera (Madrid) desde este viernes, presentando su último trabajo, “Basado en hechos reales”

Rulo y La Contrabanda
Rulo y La Contrabandalarazon

Después de dos décadas en la música, Raúl Gutiérrez (Reinosa, Cantabria 1979) se ha enfrentado a la circunstancia de cumplir cuarenta palos. “Los hay que se regalan una Harley, y yo me he hecho una canción”, dice ufano este “norteño tranquilo”, como se autodenomina. “Hoy soy feliz. Sé que la felicidad dura solo un ratito, pero hoy lo soy”, proclama el que fuera líder de La Fuga y desde hace unos años encabeza Rulo y la Contrabanda. Este viernes encadena tres noches seguidas en La Riviera de Madrid (14, 15 y 16 de febrero) adonde llega para presentar su último álbum, “Basado en hechos reales” (Warner), un trabajo grabado en California con el productor Thom Russo. Allí, en los Steakhouse Studios y The WoomRoom de Los Ángeles el disco se vistió de las evocadoras baterías de Randy Cooke, las cuerdas de Stevie Blacke y la guitarra de Craig Ross.

-Es un álbum cargado de sentimientos y con otra escritura.

-En todos los discos hay verdad, y yo soy muy transparente, pero en este trabajo se han dado muchas cosas y huele diferente. Mandé las demos a la compañía ya sabiendo que había algo. Últimamente siento que hay un pulso entre el escritor de canciones y el rockero dentro de mí.

-¿Fue diferente de los demás trabajos el proceso de escritura?

-Bueno, se dieron una serie de circunstancias, algunas de ellas que escapan a cualquier cálculo o premeditación. Por eso creo que hay textos, letras, que son de otra manera. Me encuentro en un momento personal muy positivo y en un aprendizaje permanente. El riesgo de haberme ido a grabar fuera, es increíble, pero bueno, me fui con el as en la manga de conocer a Thom Russo. Él es una leyenda, pero le dije que no iba a hacer un disco por Skype, me da igual lo famoso que sea. Quería ir una semana, tocarle, verle la cara y tomarme una cerveza con él. Que sus premios me dan igual si no conectamos. Y la verdad es que fue increíble, porque me generó una incertidumbre, me removió las tripas.

-Lleva ya 14 discos en total. ¿Se ha vuelto más exigente?

-Mucho. No me vale si no me emociono. Yo soy el “pesao” que cuando me mola una canción la toco en el camerino y veo el “feedback” de la banda. No tengo un entorno al que le gusta todo lo que hago. Mi mujer la primera, tengo en ella una crítica buena. Y terminar en Los Ángeles, con Thom Russo durante cinco meses de su vida... Me dijo cosas bonitas de mis canciones y yo solo soy un chaval de Reinosa.

-¿Y en qué ha cambiado como compositor?

-Siempre trabajo desde el no acomode. Las corazonadas me funcionan el 95 por ciento de ellas y por eso hoy me asomo a precipicios que nunca me habría atrevido con 20 años. Yo era más conservador antes, y ahora el riesgo te da toda esa recompensa. Y ahí está mi oficina y mi banda que, lejos de decirme, “cuidao, que te la pegas”, al revés, me animan a arriesgarme. Y eso que cuando estás en una banda es difícil. Te encorsetas más.

-¿Qué sucedió en el verano del 95?

-Esa canción, me he dado cuenta, no habla de un verano en concreto, sino de varios. Hay “flashes”. Habla de los veranos mágicos en que te formas como persona. Creo que la nostalgia es la marca de la casa para hacer canciones, pero no de una forma triste, sino con mirada risueña. Yo soy optimista y vital. Llevo mi coche a toda velocidad hacia el futuro y siempre creo que lo mejor está por venir. Pero miro por los retrovisores y digo, “guau, estuvo bien, muy bien”. La nostalgia norteña está en las composiciones. En Reinosa (Cantabria) es invierno todo el año, hace un frío que te cagas. Eso te marca el carácter y te da la melancolía.

-Así que es una canción que mezcla sensaciones y recuerdos.

-Eso es. He cumplido los 40, y en vez de comprarme una Harley o un deportivo, me hice esa canción. Bueno, y otro autorregalo, que fue un fiestón, la noche perfecta. Hay que celebrar el cambio de dígito.

-¿Nunca tiene un reproche, un ajuste de cuentas?

-Jamás. Ni con ex parejas sentimentales ni musicales, ni con amigos con los que has dejado de conectar.

-¿Y con usted mismo?

-Solo si he hecho daño a alguien. Clint Eastwood decía que la vida se trataba de pasar por ella haciendo el menor daño posible. Y si he hecho daño alguna vez, me fastidiaría, pero no soy consciente de haberlo hecho.

-¿Tampoco sobre su carrera artística?

-Grandes reproches, no. Podría haber hecho alguna cosa mejor, seguro. Pero duermo muy bien. El balance es positivo. Puede que haya metido la pata, pero nunca hasta el fondo.

-¿Qué ambiciones le quedan?

-Me pone lo que no he hecho y ojalá no pierda la ilusión de complicarme la vida. Ese es mi reto. Y crecer un poco artísticamente, porque hacer tres Rivieras está muy bien, pero antes tiene que haber un crecimiento artístico y seguir aprendiendo.