Alejandro Portes: “El español se ve como una amenaza en EE. UU por los grupos nativistas”.
Alejandro Portes, que hoy recibirá el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, y que es uno de los mayores sociólogos, augura un futuro marcado por la pobreza de los trabajadores, la riqueza acumulada por los ganadores de la globalización y el auge de los populismos.
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Alejandro Portes, que hoy recibirá el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, y que es uno de los mayores sociólogos, augura un futuro marcado por la pobreza de los trabajadores, la riqueza acumulada por los ganadores de la globalización y el auge de los populismos.
Alejandro Portes lleva traje, pero no corbata, una informalidad que rebaja la seriedad de una presencia que en principio se antoja rotunda, casi imponente. Sonríe como los hombres que traen malas noticias y al hablar parece disculparse por las verdades que va arrojando sobre la mesa. “Quisiera dejarle con una nota más optimista, pero el futuro será desigualdad”, comenta. Alejandro Portes es uno de los sociólogos con mayor reputación internacional por sus investigaciones y trabajos sobre migraciones, sociología del desarrollo y marginación social. “A mayores diferencias raciales, lingüísticas y religiosas entre la población inmigrante y la sociedad receptora más difícil es la integración. Depende, también, de la actitud de los gobiernos y las naciones de acogida. Si esos políticos son tolerantes y proactivos hacia la llegada de grupos inmigrantes, la integración es más fácil, sobre todo, entre los hijos de los inmigrantes, que es la generación clave. Porque la primera generación de inmigrantes son de sus países. Están en España pero no son de España. Pero sus hijos sí son de España y cómo se integran resulta crucial. Es lo que determinará qué va a pasar con ellos. Esto depende del modo de incorporación”.
Alejandro Portes pone un ejemplo de qué sucede cuando estos mecanismos fallan y no son capaces de asegurar la convivencia entre las poblaciones. “Salvini, en Italia, trata de frenar el flujo de inmigrantes, pero esas políticas hostiles hacia las personas que ya han llegado allí genera una reacción en ellos. En vez de acelerar la incorporación lingüística y cultural, estimula a los inmigrantes, sobre todo a sus hijos, a reafirmar su religión y sus raíces de una manera extrema donde se han distanciado de la sociedad receptora. En Francia hace unos años, los jóvenes procedentes de África se negaban a llamarse franceses aunque hubieran nacido allí, a apoyar los equipos nacionales o a cantar el himno. Esto es un fracaso del proceso de integración. En vez de incorporarse se ven discriminados. En general es lo que ocurre cuando la actitud oficial hacia los inmigrantes es de hostilidad, más que de paciencia y amplitud”. Y apostilla: “En Europa, uno de los problemas de integración con el islam es la religión. Es el factor principal que separa a las poblaciones; en EE.UU es la lengua: el español se ve por grupos nativistas como una amenaza al predominio del inglés. España ha tenido suerte al tener una sociedad abierta y permitir diferencias culturales que otros países, como Francia, no ha permitido. En este sentido, la integración en España ha sido más suave y exitosa que en otras naciones europeas a pesar de que entre los años 90 y el 2013 y llegaron a ser un 13 por ciento de la población nacional”.
-¿Y cómo afectará el cambio climático?
-Es lo más importante. Puede generar refugiados del clima en el futuro. Todavía no estamos ahí, pero todo indica que vamos por ese camino si no frena recalentamiento global. Los países del pacífico meridional van a desaparecer y sus poblaciones emigrarán a otros lugares. Miami tiene 100 años. Si no hay cambios, estará bajo el Atlántico más adelante. La población está viendo qué va a hacer y a dónde va a ir. Es una urbe globalizada que dentro de poco puede estar debajo del océano. Eso producirá un desplazamiento masivo hacia las montañas.
-A esta preocupación hay que sumar la automatización de la industria.
-El proceso de robotización, que ya existe en los países avanzados, genera algunas preguntas. Ha habido desindustrialización en Europa y Estados Unidos porque esas compañías trasladaron sus fábricas hacia Asia y han dejado detrás una enorme precariedad y pueblos deshechos. Esto podría extenderse al Tercer Mundo y no sabemos aún qué ocurrirá allí. En este momento no se vislumbran alternativas a la falta de empleo.
Alejandro Portes asegura que este fenómeno ya “está ocurriendo en las sociedades avanzadas” y que la consecuencia es una “creciente desigualdad entre las clases sociales, una creciente acumulación de riqueza y empleos precarios para las clases trabajadoras, que tendrán que aceptar trabajos en los servicios que les ofrezcan los ganadores de proceso de globalización. Las desigualdades entre las clases aumentarán. La clase industrial del pasado con empleos estables ha ido desapareciendo y esos trabajadores accederán ocupaciones precarias”. Cuando se le pregunta por una solución, Alejandro Portes, sin mover apenas su expresión, comenta que “no se vislumbra ninguna estable a ese problema y tampoco una posibilidad de emplear a las poblaciones con menor cualificación educativa. Lo llamamos la transformación del mercado laboral de los países avanzados. Es como un reloj de arena. La demanda está en la parte superior del reloj, que son las personas con educación avanzada y acceso a la tecnología; en la parte inferior, trabajos manuales y población poco cualificada. Habrá una promoción creciente de la desigualdad”.
-¿Esto dará alas a los populismos?
-Hay tres aspectos en la evolución capital global: la desindustrialización de los países avanzados, al mover las fábricas a la periferia; la desigualdad, ya que el uno por ciento de la población mundial acapara el 40 por ciento de la riqueza y otro 70 por ciento no tiene más allá del 0,3 por ciento; y lo que llamamos la privación relativa de los países pobres, esas naciones que no tienen acceso a mejores empleos. Estas áreas, como la del África subsahariana, además de sufrir la miseria, tienen un conocimiento perfecto del estilo medio de vida en Occidente. Es lo que denominamos “privación de vida”: afecta a esos jóvenes que tratan de acceder a través de pateras, por ejemplo, al mundo avanzado, porque ellos, aunque sufren la pobreza, también saben cuál es el nivel medio de vida que hay en otros lugares. Esta llegada de población y estos movimientos migratorios conduce al populismo entre la población nativa.”