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Alicia Alonso es ballet

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«Enamorada de la vida, de mi marido y esposo, Pedro Simón, de mi hija, Laura Alonso, de mis perros, Diro, Preciosa y Tita, y de mis gatos. Lo que me gusta es la gente que conozco, los amigos, mi médico... Todos son compañeros y culpables de mantener la vida». Ésta es la razón de vivir de una mayorcísima, y vital, Alicia Alonso. Figura entre las figuras del ballet mundial, que ahora, a sus 94 años, vuelve a cruzar el Atlántico para acompañar a los suyos, el Ballet Nacional de Cuba, en su «tour» peninsular.
Por delante, más de una decenas de ciudades en las que disfrutar de «El lago de los cisnes», «Carmen» y «Don Quijote», empezando hoy por los Teatros del Canal de Madrid. Ciudad en la que ayer atendió a los medios, de uno en uno. Lo primero que hace al recibir a LA RAZÓN es coger la mano de un servidor, fría después del viaje en moto, y agarrarla. «Qué rica, parece que ha estado en hielo». Para, acto seguido, llevársela a la frente para refrescarse. Así da comienzo una entrevista en la que Alonso desprende ballet en cada movimiento o palabra. Con el sentido de la vista prácticamente ausente, la cubana siente más que nunca lo suyo, el ballet. Siempre «criando» y viviéndolo. «Es parte de mí, es muy importante crear, dar algo que pienso que puede ser bueno para la gente. Con los aplausos me siento feliz, y no por mí, sino porque son para la obra de los bailarines, que sé cual es esa vida», cuenta.
Retirada de los saltos de los escenarios hace ya dos décadas, las coreografías siguen vivas dentro de ella, y de unas piernas con mucha energía, que «van solas con el ritmo, no lo puedo evitar. Hago mis ejercicios todos los días, así me siento mejor. Mi cuerpo está acostrumbrado y no me puedo dejar de mover». Mientras, representa con sus brazos alguno de los miles de movimientos que tiene encerrados en su cabeza. Porque si algo hay que conserve bien es la memoria. No se perdona ni un sólo descuido. Y, así, lo hace saber: «Repaso los grandes ballets en mi mente. Me pongo ‘‘tucutú tucutú’’... El otro día se me fue una parte de ‘‘La bella durmiente’’ y dije ‘‘no puede ser’’ y empecé a darle vueltas hasta que volvió a aparecer de nuevo».
Y en éstas, se hace inevitable la pregunta sobre el nuevo nombre del Gran Teatro de La Habana: Alicia Alonso, no podía ser otro. «Me cogió aquí por sorpresa. Es tan grande que me quedé pensando en algo que hacer, evidentemente nuevo... y ya lo tengo en mente. Pero no pregunte el qué porque no lo voy a decir», avisa la artista. Así es un legado de una Alonso a la que hay que aprovechar cada minuto antes de que deje su legado a sus herederos: «El pueblo de Cuba». Porque como ella misma dice, «el final de la danza será cuando dejemos todos de bailar, y eso no va a llegar».

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