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Alimentación: la tecnología creará nuestras dietas a medida

Desde comidas para nuestro ADN hasta postres que reproducen sonidos y tocan nuestra tonada favorita: así comeremos en una década
larazon
  • Estudió periodismo en Buenos Aires Argentina. Allí comenzó su trabajo en el área de divulgación como jefe de sección en la revista Muy Interesante durante cinco años. En España ha trabajado en Muy Interesante, Clio, Psychologies, Quo, National Geographic. Ha colaborado con RNE y con el podcast de Muy Interesante. Ha escrito 3 libros de divulgación y cinco de literatura infantil que se han traducido a varios idiomas. Lleva 15 años en La Razón escribiendo sobre ciencia y tecnología

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Desde comidas para nuestro ADN hasta postres que reproducen sonidos y tocan nuestra tonada favorita: así comeremos en una década.
Un siglo atrás, nadie había probado un chicle, los helados eran un bloque congelado con sabores artificiales y los caramelos efervescentes, un sueño de viajeros espaciales. Hubo que esperar hasta finales de los años 1990 para que bebidas energizantes, como «Red Bull», llegaran al mercado. Una década atrás lo hacían las hamburguesas con carne clonada, hechas a partir de una sola célula muscular de un animal. Y el día de mañana, en 2029, los alimentos que ingerimos no tienen nada que ver con lo que hasta ahora habíamos probado.
Comida para el ADN
En 2015, un equipo de científicos de Israel rastreó los niveles de azúcar en sangre de 800 personas durante varios días. La respuesta de cada uno de ellos, ante la ingestión de diversos alimentos, varió enormemente: algunos tuvieron picos de glucosa, mientras otros apenas. Esto llevó a la creación de una nutrición personalizada que no solo tiene en cuenta nuestro peso, rutinas o alergias. También analiza la reacción de nuestro genoma a los alimentos y a la combinación de los mismos para crear el cóctel perfecto que prolonga nuestra vida y mantiene alejadas las enfermedades.
Comida de diseño
Dos décadas atrás, lo «natural» estaba en su apogeo. El problema es que muchos de los alimentos que entonces se consideraban naturales y directos de la naturaleza habían sido modificados por los humanos durante siglos. Originalmente, las zanahorias no eran naranjas, sino blancas, los melocotones se parecían más a cerezas y poseían un sabor salado, las sandías eran amargas y más pequeñas y las berenjenas tenían una apariencia similar a la de un huevo. En 2029 la genética ocupa un lugar nuevo en la producción de alimentos. Se ha conseguido que el ADN de un organismo se inserte en otro, lo que elimina la necesidad de llevar a cabo generaciones de cosechas selectivas para conseguir el alimento deseado. Hoy es posible obtener plátanos con altos niveles de provitamina A, un nutriente importante que normalmente no estaba presente en esta fruta o maíz con metionina, un nutriente clave del que este cereal carecía. Pero hay más: alimentos con bacterias específicas para ciertas dolencias, lácteos con antioxidantes y vitaminas que en conjunto facilitan la absorción de minerales o gluten o lactosa y lechugas con suficientes calorías y vitaminas para reemplazar una comida. Todo esto ha permitido reducir nuestra dependencia de la carne y de los alimentos procedentes del mar, reduciendo con ello el impacto del cambio climático.
Neurogastronomía
A finales de los años 2000 chef Heston Blumenthal sirvió por primera vez su plato de «sonido de los mares»: los comensales escuchaban una grabación de olas rompientes mientras lo comían, lo que servía para realzar los sabores salados de los mariscos. Comer no es solo una actividad vinculada al gusto y al olfato. La vista, el tacto y hasta el oído influyen en nuestra capacidad para disfrutar un alimento. Una de las cocineras más valoradas de la actualidad es Erika Marthins, una artista que en 2018 concibió una tarta que se imprime en 3D sobre un tocadiscos y reproduce nuestra canción favorita. Desde entonces Marthins ha experimentado con lo que hoy se conoce como Gastronomía Aumentada (similar a la realidad aumentada pero aplicada a la comida) para estimular nuestro cerebro, y no solo nuestras papilas gustativas, a la hora de comer. Así, ha concebido nanopartículas que explotan en secuencia en nuestra boca, como un concierto de fuegos artificiales comestibles.
La nueva dieta
Pese a todos los avances en medicina, prevención y alimentación, los pronósticos se han cumplido y cerca del 40% de todos los adultos del planeta tienen sobrepeso u obesidad. La respuesta de la tecnología ha sido crear alimentos que no solo no engordan, sino que nos ayudan a reducir peso gracias a reacciones en nuestro cuerpo y los estímulos que producen al hacer ejercicio o sentirnos saciados con porciones más pequeñas.