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Amilibia: «El mundo es un manicomio»

Amilibia / Periodista y escritor. Publica una visión de la crisis en España desde la ironía y el humor negro
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Harold García, el «mártir de la crisis» –comisario heroico que sobrevivió a un disparo en la cabeza–, pretende cambiar la situación general de pesimismo y penuria que invade al país. Harto de políticos corruptos y banqueros insensibles está convencido de que tan sólo una acción simbólica y ampliamente difundida será capaz de despertar el conformismo a los españoles que transitan entre el desempleo y la pobreza. Sus años como policía le han permitido conocer lo que el poder más teme. El amor de Alicia, la amistad de su ex mujer, sus ansias de escribir... Nada conseguirá apartarlo de su fin. Desde el prólogo hasta el final, en «Todos los días el fin del mundo» (Stella Maris), Amilibia ofrece una radiografía de España a través de su protagonista. No sólo de los años de crisis, sino de nuestra manera de «ser» español. ¿Hay vuelta atrás? «Yo creo que la fiesta se acabó y caminamos hacia una nueva forma de esclavitud: sueldos bajos y trabajo escaso y eventual».
–¿Es este país un manicomio?
–El mundo es un manicomio. Siempre lo ha sido y lo será hasta que alcancemos un nivel evolutivo superior. O sea, hasta que seamos otra cosa.
–Nuestro problema es algo coyuntural o lo llevamos en el ADN.
–Es lo mismo de siempre, con la notable diferencia de que ahora los medios nos bombardean con rapidez y sin piedad sobre casi todo cuanto ocurre. Nietzsche se preguntaba: «¿Qué dosis de verdad puede soportar un hombre?» Yo creo que poca.
–Habla de la banalidad del mal. ¿Es la falta de conciencia social lo que lleva a la corrupción?
–Es la ambición desatada, muchas veces consecuencia de un materialismo extremo y un consumismo desaforado. Está en la naturaleza humana.
–Harold critica todo, en especial a políticos y banqueros. Dice de ellos: «La corrupción es el sistema».
–Todo lo que nos pasa nos lo merecemos. Votamos a los que nos gobiernan. Mediocres o corruptos, no son muy diferentes de la sociedad que los ha elegido. Los banqueros son los amos del sistema.
–También culpa a un pueblo que, dice, «se niega a pensar».
–Como alguien dijo en las pasadas elecciones: «No se trata de cambiar de pastor, sino de dejar de ser ovejas».
–¿Son la mediocridad, la incultura y el infantilismo los que permiten desmanes sin reaccionar?
–Lo que le impide reaccionar al pueblo es que ahora tiene cosas que antes no tenía: casa, segunda casa, coche, televisor de plasma, etc. No reacciona porque tiene miedo a perder lo mucho o lo poco que tiene. Al final, en todo, siempre está el miedo. Sobre todo, el miedo a perder el trabajo. La pregunta es: ¿a quién le interesa que vivamos en el miedo?
–¿Por qué no llegan los recortes a políticos y banqueros?
–El sustento del sistema es el gran monstruo burocrático del Estado. Lo es en el comunismo y en el capitalismo. Los políticos no recortarán nunca el Estado ni sus prebendas personales porque sería amputarse a sí mismos.
–¿Es Harold su «alter ego»?
–Suelo decir que todos los personajes de una novela son el autor, aunque éste no lo sepa. No pienso como Harold en todo, pero tampoco estoy de acuerdo conmigo mismo en todo. Vivo en la duda.
–Prefiere ser noruego, pero allí es mayor el número de suicidios.
–Lo de querer ser noruego es una metáfora. Me gustaría vivir en un país que no te despertara cada mañana con un golpe en los bajos.

Un Mártir de la realidad

Harold, el protagonista de esta nueva novela de humor negro, asegura que «nunca estaremos a la cabeza del desarrollo social». La pregunta es si llevamos la picaresca en la sangre. «Que la llevamos dentro lo demuestran las últimas elecciones: los andaluces volvieron a votar mayoritariamente al PSOE después de todos los casos de corrupción. El español grita contra la corrupción, pero en el fondo le cae bien...siempre que «pille cacho», responde Amilibia. Al final, ¿qué es Harold, un revolucionario, un antisistema, un pobre hombre, un mártir populista, un loco, un friki... o una persona íntegra y coherente? Amilibia asegura que «es un tipo que no puede aguantar toda la verdad que descubre e intuye. No puede con el aluvión de malas noticias. Es un mártir de la realidad, de la exageración explosiva del mundo».
«Todos los días el fin del mundo»
Amilibia
Stella Maris
224 páginas, 21 euros

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