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Papel

Antonio Orozco: "Me resulta más fácil escribir que besar»

Foto: Gozalo Pérez
Foto: Gozalo Pérezlarazon

Orozco ha cambiado. Él mismo lo reconoce. Estos últimos nueve meses en los que ha estado de gira por toda España con su espectáculo «Único» han sido para el cantante de voz rasgada una absoluta catarsis. Mañana pone punto y final a esta etapa con una función («No es un concierto al uso», matiza) en el Teatro Real de Madrid dentro del Universal Music Festival y nos recibe horas antes para confesar su alegría por el trabajo bien hecho pero también para desahogarse.

¿Cómo dejan el cuerpo 111 funciones en nueve meses?

Destrozado, la verdad. Ahora, a lo mejor, me tienen que poner una camisa de fuerza o inyectarme Diazepam en vena.

Quizá un poco de playa sea suficiente...

No sé yo. Estos últimos nueve meses me han cambiado. He debido llevar a cabo una estrategia para salvaguardar la voz ya que tenía cinco o seis funciones a la semana. No podía reír ni hablar por teléfono. Sólo dormir y reposar la voz. A veces pensaba que me había vuelto loco. Entré en una dinámica tan exigente que estuve al punto del caos. Pero el equilibrio de la música está en una cierta dosis de locura.

¿Qué planes tiene a partir de mañana, además de pedir plaza en el psiquiátrico?

Realmente no sé que hacer ahora a partir de mañana. De momento, emborracharme para celebrarlo, porque en estos nueve meses tampoco he probado el alcohol.

Su función era una simbiosis perfecta entre el teatro y la música. ¿Le veremos en musicales en el futuro?

Este proyecto ha sido una catarsis, una síntesis entre yo y el teatro. Cada noche ha sido diferente, una experiencia maravillosa, pero que no volveré a repetir. A nivel físico y psicológico ha sido una barbaridad, una exageración. De momento solo pienso en tranquilidad.

Apostó por un formato íntimo, más próximo a los espectadores. ¿Gana usted en las distancias cortas?

La distancia corta es la que te pone a prueba. Lo que he pretendido desde el primer momento es ser transversal, no me puedo permitir ser convencional. También me gusta mucho escribir, sobre todo teatro, y siempre en términos muy arriesgados, muy cerca del precipicio.

¿Y cuándo escribe?

El sitio me da igual, pero necesito silencio porque me distraigo con el vuelo de una mosca y me quedo atontado, como si estuviera fumado, y eso que nunca he fumado porros.

Y con tanto viaje por los teatros de España, ¿cuándo sacaba tiempo para las grabaciones de «La Voz»?

Eso me pregunto yo. Estos meses he estado durmiendo en la furgoneta, por las mañanas me despertaba en el plató, luego otra vez furgo y a otra función. De locos. El que haya terminado esta etapa con éxito es algo espiritual.

¿Es tan romántico en su día a día como sobre el escenario?

No soy todo lo romántico que debería y eso que trato de poner todo de mi parte. Una cosa es el comportamiento que uno debería o se pueda permitir con los demás y otra que tenga capacidad para sacarlo, de mostrar lo que siento. Yo soy romántico de corazón y como tal me comporto en mi vida, con mi familia y, sobre todo, con mi hijo, pero me cuesta expresarlo. Para mí es más fácil escribir que abrazar y besar. El escenario me sirve de escudo.

Le acaban de dar el disco de diamante, eso debe de pesar bastante...

El disco de diamante pesa más en vuestros corazones, aunque resulte raro. Pero es que medir la secuencia de los millones de copias de discos vendidos no tiene mucha lógica en este mundo 2.0.

¿No es algo «vintage» comprar un CD en el siglo XXI?

omprar discos es como adquirir un neceser de Winnie the Pooh: tiene un romanticismo hermoso para los que les guste.

Se le ve muy «zen», ¿dónde ha quedado el Orozco rebelde que comenzó en el mundo de la música hace 20 años?

Quizá porque he perdido la ambición de entonces, ahora, para mí, este concepto tiene otro color, ambiciono de otra manera porque tengo lo que quiero.