Alma de metal
La escultura de Anthony Caro se puede entender como un collage, aunque al mismo tiempo posee el sentido de la modernidad de las obras de principios de siglo con referencias a la vanguardias como el constructivismo ruso y evocaciones a Julio González. Es un hombre muy del oficio (y hoy quedan muy pocos), un maestro de su taller que es capaz de crear esas referencias a través del llamado «objecto trouvé», el objeto encontrado, siempre con un toque de futuro y un sentido de modernidad que, sin embargo, le hace conservar sus raíces que hunde en las culturas primitivas, las de raíz africana, por ejemplo. Le recuerdo como una persona tremendamente amable, sencilla. Le conocí bastante y pudimos coincidir tanto en Valencia como en Madrid. Caro no es un artista de enormes proporciones, de volúmenes inmensos, inabarcable, sino un escultor íntimo que hace patente en el tamaño de sus obras. Fue capaz, como también otros grandes maestros, de extraer el alma a los metales, un alma que ya estaba en ellos. Era una artista que no estaba sujeto a las modas, por eso su obra quedará entre nosotros como una creación intemporal.