Antonio López: «La mala soledad, el sentir que no te quieren, es lo peor que hay»
El artista, que ha recibido el doctorado Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid, asegura a LA RAZÓN que cuando se lo propusieron pensó: “En qué lío me vais a meter”
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El artista, que ha recibido el doctorado Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid, asegura a LA RAZÓN que cuando se lo propusieron pensó: “En qué lío me vais a meter”
Antonio López dice que hay que abandonar el candor y la humildad, sin embargo, la austeridad le parece algo extraordinario y los honores los agradece pero le abruman, que haya aceptado el doctorado Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid ha costado bastante. Quizá que sea su amigo, Tomás Bañuelos, profesor de Escultura de la Facultad de Bellas Artes, quién le apadrine (“hace mucho tiempo que la Complutense le debía este honor a López”, ha asegurado) y que hoy sea la festividad académica de Santo Tomás de Aquino, hayan obrado a su favor. A López ser de Tomelloso (nació allí en 1936), le sirvió para ver cómo trabajaba la gente sin quejarse demasiado, de ahí su austeridad y ahínco por el trabajo. El pintor manchego, a sus 81 años tiene 70 obras en marcha y sigue testando la realidad a pie de calle y de cuadro porque es un grabador de momentos. Pasó de cobrar 300 pesetas a un millón de euros en poco tiempo y no quedó impresionado “hombre es mejor que te paguen eso a que no te paguen nada”, de hecho viaja en metro y ya no pasa temporadas en su Tomelloso natal porque Mari, su mujer, “está malita y es la que conduce”.
-¿Qué pensó cuando aceptó la distinción académica?
-“En qué lío me váis a meter”, eso fue lo primero que pensé, pero es una satisfacción que me enorgullece y a la vez me abruma porque es un acto con un protocolo que me sobrepasa porque son actos públicos que me alejan de mi trabajo.
-¿Si le dieran una hora en el tiempo, a dónde volvería?
-A una tarde de cuando tenía 24 años para volver a vivir lo bien que veía, lo bien que tenía la vista. Hace años que veo con mucha dificultad y añoro los años que veía fenomenal. No volvería atrás por ningún otro motivo, nunca.
-¿Es consciente de la edad que tiene?
-No tengo una conciencia en el sentido de temores por mi edad. Estoy experimentando una decadencia, como es natural, pero no pienso en que me voy a quedar así o “asao” o que voy a morir....no pienso en ello, pero no porque no quiera pensarlo es porque no se me viene a la cabeza, me han hecho así. Yo no me veo viejo, ni a mis amigos tampoco.
-¿Qué es lo peor del mundo?
-La mala soledad porque hay una buena y yo la he conocido, es la soledad de cuando estás trabajando solo en el estudio absorto en el trabajo. La mala es cuando sientes que no quieres y que no te quieren. Es una soledad que sentí muy joven a los 20 años y me destrozaba, es como si me estuviera muriendo, hasta que empecé a salir con Mari. Antes de estar enamorado me sentía muerto y eso que tenía la pintura pero no era suficiente, ahí me di cuenta de que no aguanto la soledad, que tengo que estar con personas. Ahora estoy muy acompañado, tanto que a veces me gustaría estar más solo.
-¿Tiene imán para atraer a la gente?
-Me he acercado yo. A los que se acercaban a mí no les prestaba atención porque a lo mejor no me gustaban. Desde que empecé mi vida de pintor en Madrid yo quería saber más, esa era mi meta. ¿Y quién sabía más? Pues unas cuantas personas que iba conociendo en mi recorrido vital, casi siempre mayores que yo y siempre iba hacia ellos, si me aceptaban me quedaba con ellos, si me desdeñaba me apartaba. Nunca he querido ser pesado.
-¿Ahora es sabio?
-No, no, eso es imposible. Aún tengo el deseo de saber más, ese es el norte de mi vida. Yo no sabía nada y ahora sé un poco más gracias a los demás. He tenido siempre mucha puntería para acercarme a la gente que me iba a hacer mejor, ahí he tenido mucho instinto. Hay gente que se equivoca y se acerca a la mujer que le va a perjudicar y va de mal en peor. Yo no me he equivocado nunca, tan solo cuando he aceptado a alguien que venía hacia mí, que es distinto, que cuando he ido a una persona, ahí no me he equivocado nunca. Y siempre he aprendido hasta lo más primario. Yo me alojaba en una pensión en Madrid y la dueña de la pensión me lavaba la ropa, un día me dijo; “mira, Antonio, esos papelitos que hay ahí, son para limpiarse el culo” porque tenía unos palominos enormes, es que yo no lo sabía y así lo aprendí y también me decía, cuando hables con alguien mírale a la cara, no bajes la cabeza. Toda mi vida ha sido así.
-¿Qué sintió la primera vez que cobró por una obra suya?
-No me pareció ni grande ni chico, sino sencillamente maravilloso que me pasara teniendo yo 14 años y sin haber ingresado en la Escuela de Bellas Artes. Estaba preparándome en el Casón del Buen Retiro, en el taller de reproducciones, sin profesores ni nada y se paró un matrimonio extranjero detrás de mí y la señora me dijo que si le vendía el dibujo, les dije que sí pero que tenía que acabarlo y me dijeron que cuando lo terminase se lo llevase al hotel Ritz. Él era un escritor inglés, Cecil Robes, yo sabía quién era porque veía sus novelas en los kioskos. Cuando les llevé el dibujo me dieron 300 pesetas y me puse tan contento porque era la mitad de lo que pagaba en la pensión, yo con eso vivía 15 días.
-¿Es un pintor de sol?
-He pintado con muchas luces, nocturnos, atardeceres y madrugadas, pero llevo varios años situado en la luz solar al aire libre, quizá porque las sesiones duran más y puedo empezar a las tres y estar hasta las seis y casi no cambia la luz, las otras luces son más fugaces.
-¿Eso puede ser una vuelta a su luz de su Tomelloso natal?
-Puede ser porque a Mari le ha pasado igual, los dos hemos subido de las penumbras hacia la luz.
-Como nunca acaba sus obras, ¿volvería al cuadro de la Familia Real?
-No, ese cuadro ya se ha desprendido de mí y está viviendo su vida. Separé un poquito al Rey Felipe y le acerqué al espectador porque sabía lo que iba a pasar. Cristina está apartada porque en la primera sesión fotográfica no estaba en España y después vino a casa a que le hiciera fotografías y cuando consulté dónde colocarla me dijeron que el Rey tenía que estar en el centro y Cristina junto a su hermana, me parecía bonito poner a las dos juntas. Ha sido extraordinario convivir tantos años con esas efigies. Yo soñaba con ellos pero a veces eran pesadillas, je,je pero ha sido una buena experiencia.
-¿Cómo puede tener en marcha 70 obras simultáneamente?
-Porque solo cuenta para mí en la que esté trabajando en ese momento, las otras están más o menos cercanas pero el presente tiene mucha presencia.
-¿Le gusta la sociedad en la que vivimos?
-No me gusta mucho como estamos viviendo, algo hemos hecho mal. Es que aquí todo son grandes sueños. No me gusta que el dinero tenga tanta presencia y ahí todos somos responsables. Todo eso de los padres de la patria... aquí todo son grandes sueños. Antes las cosas estaban maquilladas por la religión porque había que ir a no sé dónde a salvar no se qué, pero ahora hay un regodeo por mostrarse, con un goce por lo que da el dinero que me produce desagrado. Habrá pasado siempre pero yo lo estoy viviendo ahora.
-¿Sus cuatro nietos vivirán mejor?
-Mejor que yo es muy difíci. He vivido una vida muy buena, mi generación ha tenido suerte porque hemos tenido amor y respeto por las cosas. La gente joven tiene una actitud destructiva.. Creo que el hombre si no rectifica va mal porque va aumentando el número de gente y cada vez hay más necesidades y están acabando con todo. Empiezan a desaparecer las abejas, los gorriones, no quedará nada más que el hombre, los mosquitos, las pulgas y las cucarachas.
-¿Las guerras por creencias religiosas también contribuyen?
-Es el dinero y la ignorancia, que están detrás de todo. De ahí se salvan unos cuantos que van de buena fe y que además son inteligentes. Algo se ha hecho de una manera tramposa, cuando se inició la democracia que se decía que era tan fantástica, yo creo que ahí hubo trampas. Yo el esfuerzo lo he hecho por mejorarme yo, no por España. Y eso que he tenido mucha educación religiosa y ese esfuerzo lo he hecho no especialmente porque me hayan educado así, sino por la época vivida.
-¿Es humilde?
-No me gusta la palabra humildad. Austeridad, sí, me parece algo extraordinario, pero no hay humildad buena. Es como el candor, hay que dejarlo porque qué haces con el candor. Mi enseñanza de ser de Tomelloso es ver cómo trabajaba la gente sin quejarse demasiado, nada más que para sobrevivir, eso se me ha quedado grabado en la mente.
-Usted ha apadrinado un museo en las bodegas Valduero ¿le gusta el vino?
-En mi familia y en mi pueblo siempre se ha vivido del vino. Lo beba o no lo beba yo, me merece mucho respeto. Después de ver esas bodegas en la Ribera del Duerto, me ha parecido maravilloso porque es un museo distinto, sin pretensiones, no busca la competencia con otro espacio museístico, se mueve en un espacio muy libre.