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Dos años más para las Colecciones Reales

Patrimonio Nacional inaugura una gran exposición a partir de fondos propios de obras del Seicento italiano que acoge el Palacio Real de Madrid, y confirma un retraso de dos años para la apertura del futuro Museo de Colecciones Reales
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Patrimonio Nacional inaugura una gran exposición a partir de fondos propios de obras del Seicento italiano que acoge el Palacio Real de Madrid, y confirma un retraso de dos años para la apertura del futuro Museo de Colecciones Reales
Se habló de finales de 2014, aunque luego se cambió a 2015 y ayer Patrimonio Nacional confirmó que el Mueso de Colecciones Reales no estará en funcionamiento hasta 2018 debido a la situación interina del Gobierno. Para la apertura del imponente edificio que se levanta a un costado de la Catedral de la Almudena falta todavía la resolución de un trámite administrativo que se demorará, según las estimaciones del presidente de Patrimonio Nacional, Alfredo Pérez de Armiñán, al menos dos años. No por ser un trámite deja de estar pendiente algo fundamental: el concurso público para la concesión de la museografía del nuevo centro, valorado en 25 millones de euros, y que supondrá darle vida y aspecto de museo al edificio diseñado por Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla. Así lo reveló ayer Pérez de Armiñán en la presentación de una imponente muestra diseñada exclusivamente a través de los fondos propios de la institución que dirige: «De Caravaggio a Bernini: Obras maestras del Seicento italiano en las colecciones reales».
- Hasta Juan Carlos I
Según precisó el director de Patrimonio, la museografía será un proceso muy complejo de vestidura del interior de la enorme pero armónica mole de hormigón armado: «Se trata de la iluminación, la arquitectura interior, la instalación de las obras y de paneles o pantallas que hoy en día incorporan los centros de arte. Es una operación muy compleja que yo diría que no se resolverá antes de esos dos años», afirmó Pérez de Armiñán, que lamentó el retraso, pero que consideró inevitable porque debe producirse antes la orden del Consejo de Ministros que convoque el concurso, que será cometido del próximo gobierno. Ese concurso, según precisó, definirá el discurso que se plantea para el futuro museo, que estará organizado «sala por sala, cada una para un monarca español hasta Juan Carlos I». «En ellas se contará el gusto de la época y los acontecimientos que marcaron su reinado exclusivamente a partir de los fondos de Patrimonio Nacional. Es decir, que tendrá un discurso histórico y por eso no se parecerá a nigún otro museo». La idea de un centro que exponga las colecciones de los reyes de España es, según recordó el director de Patrimonio, republicana: se remonta a un decreto de Manuel Azaña de 1935, que fue retomado en dos ocasiones, y con más énfasis en 1998.
Este museo tendrá una particularidad, según adelantó Pérez de Armiñán: «Tendrá un discurso expositivo estable pero una colección variable». La razón son los inmensos fondos de la institución, que ascienden a 154.000 piezas repartidas por muchos Reales Sitios. Algunas de las obras icónicas que se guardan en lugares como el Monasterio del Escorial, el Palacio Real o la Granja de San Ildefonso, podrán pasar temporalmente a ser exhibidas en el futuro museo, pero no se podrán desvincular de los Reales Sitios para los que fueron concebidas y de los que siguen siendo reclamos para los visitantes. Sin embargo, otras colecciones que permanecen almacenadas y no se muestran por problemas de espacio, «como la de tapices, que es la más importante del mundo y que no se puede mostrar porque no hay un lugar adecuado», tendrán cabida en el futuro centro, de la misma manera que la enorme armería de las diferentes épocas. «Permitirá rotar colecciones. Será un museo dinámico, por lo que hablar de colección permanente será una inexactitud. Es mejor hablar de que tendrá un discurso permanente», explicó.
- Caravaggio en esplendor
Sin embargo, el Museo de Colecciones Reales será una oportunidad para mostrar obras de arte restauradas procedentes de los inmensos fondos de Patrimonio y también para poder acceder a contemplar piezas que están en lugares de difícil acceso, como conventos, por ejemplo. Entretanto, Pérez de Armiñán dejó abierta la posibilidad a que el edificio sirva de lugar para exposiciones temporales mientras se resuelve el concurso, tanto para que sirva de prólogo a su futura naturaleza como para darle uso a una instalación que ha costado más de 170 millones de euros. Cuando esté en funcionamiento, se alterará la ruta de acceso al Palacio Real para permitir la circulación más fluida de personas.
Un ejemplo de una de esas exposiciones que demuestran el potencial inmenso que atesora Patrimonio es la que ayer se inauguró con patrocinio del Banco Santander. «De Caravaggio a Bernini» ha supuesto un excepcional esfuerzo de estudio, restauración e intendencia para reunir en el Palacio Real de Madrid 70 obras «de primer orden» de Caravaggio, Bernini, Velázquez, Ribera y Luca Giordano, entre otros. «Ha sido una labor ingente porque era necesario estudiar en profundidad obras de las que sólo se tenía un conocimiento parcial, en algunos casos, porque no se hallaban en un lugar de acceso público», según comentó José Luis Díez, director de colecciones reales de Patrimonio. Algunas de las piezas, de hecho, estaban mal catalogadas, por lo que el historiador del arte y comisario de la exposición Gonzalo Redín, ha dedicado dos años a estudiarlas. «Algunas obras estaban en residencias reales o en conventos y espacios monumentales. Otras, colgadas en lugares donde la observación era imposible. Así que me desplacé a todos los Reales Sitios a estudiar esta gigantesca colección, que está llena de obras maestras. Creo que ni el Metropolitan ni el Louvre se pueden permitir hacer una exposición de estas características con fondos propios. La calidad estética es innegable», dijo Redín, que ha reunido para esta exposición obra que estaba guardada en el Monasterio de El Escorial, en el de las Descalzas Reales, en el Monasterio de la Encarnación, en la Casita del Príncipe, en el Palacio Real de la Granja, en la Embajada de España en Lisboa, en el Convento de Capuchinos de El Pardo, en el Real Sitio de Aranjuez y en el Palacio Real de Riofrío, entre otros lugares. Además, con la colaboración del banco Santander, se han contratado a 46 personas encargadas de la restauración de una gran cantidad de obras –a las que se suman los equipos del taller de Patrimonio–, que incluso no han formado finalmente parte de la exposción «para no bajar un ápice el nivel de las expuestas». La muestra se divide en varias salas temáticas: de Bolonia a Roma, la Roma de Velázquez, una especial reservada a la gran atracción de «Salomé con la cabeza del Bautista» de Caravaggio, y otra para Ribera y Giordano. La «Salomé» «ha recuperado un esplendor emocionante que merecía por sí solo el proyecto de la exposición», señaló el comisario, que piensa que la muestra «habla de las relaciones España-Italia y de todas las escuelas en que está compartimentada la pintura italiana del XVII. Aúna el goce estético con el discurso científico». Para el año que viene, y siguiendo con esta labor de recuperación de fondos que en el futuro formarán parte del Museo de Colecciones Reales, Patrimonio tiene prevista una exposición sobre Carlos III que permitirá una revisión de obras procedentes de la segunda mitad del siglo XVIII y en breve podría presentar la renovación del Palacio Real de Riofrío.
- Dónde: Palacio Real, Madrid
- Cuándo: hasta el 16 de octubre.
- Cuánto: 11 euros, incluye visita al Palacio y la Armería.

Algunas nuevas atribuciones

La ingente labor de los equipos de Patrimonio Nacional no se ha circunscrito a la restauración, catalogación de obra y confección de esta muestra sobre el «Seicento», sino que ha ido incluso más allá. El comisario y experto Gonzalo Redín ha llevado a cabo avances en materia de catalogación de obras erróneamente atribuidas, como dos esculturas de «Cibeles» y «Neptuno» que se creían de la mano de Ércole Ferrata y que han sido reatribuidas a Alessandro Algardi, al igual que una «Santa Catalina» de Guido Reni, y un «Cristo muerto llorado por dos ángeles» –que fue atribuido a Caravaggio y a Guercino–, de Charles Le Brun. Del trabajo científico y del estudio de las piezas ha quedado constancia en el catálogo de la exposición.