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El Salón de Reinos más austero posible

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Formalizado el acuerdo de cesión del edificio al Museo de El Prado, la pinacoteca convocará un concurso internacional abierto en 2016.
Se respiraba ayer en el salón de Reinos un aire optimista. Algunos rayos de sol se colaban como podían en el recinto. En la sala grande había dispuestas sillas en hilera. Manuela Mena se felicitaba de la buena noticia de la cesión del edificio al Museo de El Prado. En las primeras filas, Luis Alberto de Cuenca y Antonio Bonet Correa, académicos de Bellas Artes. También acudieron el arquitecto Rafael Moneo, Eduardo Serra, Carlos Zurita y el que fuera secretario de Estado de Cultura, Miguel Ángel Cortés. Antes de llegar propiamente a la sala grande de vistoso techo atravesamos una estancia lúgubre. Detrás de los inmensos radiadores se notan las manchas de humedad, incluso se puede ver el ladrillo de las paredes. La que fuera sede del Ministerio del Ejército llevaba cerrada desde 2010. Recuperarlo no va a ser tarea baladí. Se necesitará tiempo y dinero y en el horizonte hay una fecha, la del bicentenario de nuestra primera pinacoteca, que se cumple en 2019. Quedan cuatro años. Ayer, el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, escuchaba muy atento las explicaciones de Miguel Zugaza, director del Museo de El Prado. Miraba hacia arriba sin perder una sola palabra. Giraba la cabeza a un lado y a otro. Las inmensas salas están absoluta y completamente vacías, luego lo único que se podía admirar eran los frescos del techo. Queda mucha tarea por delante.
Un millón de euros
Pasadas las cinco de la tarde se firmaba el acuerdo de cesión del Salón de Reinos para la ampliación de El Prado, con lo que se culmina el denominado «campus» que constituirá un entorno de valor arquitectónico e histórico artístico único en Europa y que está formado, además, por el edificio Villanueva, el Claustro de los Jerónimos y el Casón del Buen Retiro. Después de la rúbrica habló Pérez Llorca, presidente del patronato del Prado, y disipó dudas: «Tenemos presupuesto suficiente para acometer un concurso internacional de arquitectura en el que la preservación del ámbito va a ser requisito fundamental». Será un millón de euros. Para arrancar ,y se convocará el año que viene. Ya en la cuarta planta, Zugaza habló hasta donde podía, que no fue mucho. ¿De qué presupuesto estamos hablando? Aún no se sabe, pero «anteponemos la ilusión y la calidad a las circunstancias económicas. Es un síntoma de que la recuperación económica e un hecho y tenemos que asumir ese esfuerzo, aunque será el proyecto más austero posible» (en 2014 él mismo habló de un coste de entre 70 y 90 millones de euros). Otra de las grandes incógnitas es qué obras van a colgar de las paredes de esas salas inmensamente vacías: «No queremos apostar por una sola cosa ni descartar. Sí lo hacemos por recuperar la memoria histórica de aquellas colecciones que pertenecían al edificio. Apostamos por un proyecto más abierto y poder cumplir con el relato del museo, lo que nos va a permitir poder alcanzar acuerdos con instituciones que el museo antes no se había planteado». Y se mostró satisfecho por el primer paso dado, «pues el dinero que necesitábamos, que es el necesario para convocar el concurso internacional, nos lo han dado» Además, a las actividades del centenario se les ha concedido la declaración de acontecimiento de especial interés público, lo que permitirá beneficios fiscales. Sobre si se va a respetar la fachada del edificio, Zugaza que «lo que nos interesa conservar del edificio está muy definido, aunque el aspecto algo tendrá que cambiar». Son intocables la Sala Árabe, el Salón de Reinos propiamente dicho y la Escalera de Honor.
¿Seguirá estando el «Guernica» en el Museo Reina Sofía? «No creo que sea posible traer el ‘‘Guernica’’. Es un cuadro muy importante para el discurso expositivo del museo donde está». Aquí coincide plenamente con el hispanista Jonathan Brown: «Pertenece a la historia de la pintura moderna. Está donde debe estar. No hay manera de meterlo en el Salón de Reinos». Al otro lado del teléfono muestra su satisfacción y al tiempo se le advierte expectante con lo que pueda suceder. Si de él dependieran los cuatro que van a colgar de las salas, incluiría «los cuatro retratos ecuestres, ‘‘La rendición de Breda’’, tanto los de Velázquez como los de Zurbarán, también los de Vicente Carducho y Maíno. Son un conjunto de obras dedicadas a la glorificación de España y la Monarquíamuy importantes», destaca sobre el legado de Felipe IV el historiador de arte. Una sala de enorme importancia que compara con la Sala de los Espejos de Francia.