Las falsas máscaras de la catástrofe
Samuel Titos, bajista de Dover, presenta su primera exposición de arte en la galería Swinton de Madrid
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Como si surgieran de unas excavaciones arqueológicas del siglo XXIII o si hubieran sido transportadas en el salpicadero de un coche que atraviesa los desiertos de Mad Max. Así son las piezas que lleva a la Galería Swinton Samuel Titos, S.A.M., una muestra de esculturas agrupadas bajo el nombre de "The Schlaegen Richter Collection"que, más que transportar confunden al espectador hacia la historia de una civilización, la humana quizá, finalizada. Titos partió del primer goklpe visual que tenemos cuando nos adentramos en un museo antropológico, esos que, al recorrer en una mañana, caminamos junto a los hombres desde hace 10.000 años y luego salimos a comprar una hamburguesa.
"La primera intención era que se presentase como una colección de reliquias, como una composición arqueológica de objetos hallados y acumulados un poco exageradamente. La premisa es que no fuera lo que uno espera encontrarse en una exposición de arte contemporáneo", comenta Titos, bajista del grupo Dover, pero que tras estudiar Bellas Artes, dejó aparcadas sus inclinaciones artísticas por las musicales. Así que cuando uno entra en las salas se encuentra una serie de máscaras (atributos del poder religioso o político) que podrían asemejarse a tantas como hemos visto en la antuigua Grecia o China o Egipto. "Pero me interesaba que, una vez superado el primer impacto, uno se detenga en detalles que no concuerdan. Elementos muy pop que trato de intercalar, como brazos de Nancy, ''clicks'' de Famóbil, porcelana kitsch, o botes de colonia Nenuco", cuenta el artista. El efecto que se produce en el espectador es el de la perplejidad. "Sí, la confusión como primera reacción es algo que me interesaba", reconoce.
A partir de ahí, lo siguiente que sobreviene es la sátira, la mofa. "Esos son los dos vértices de la exposición. No trato de hacer una reflexión ni una crítica. No tengo esa ambición, sino una más pop, si quieres, más sutil. Aunque no tengo la intención de criticar, dejo que cada uno saque conclusiones, pero si una de esas conclusiones es la crítica, pues perfecto", asegura. Los materiales (barro y apariencia de oro, además de los objetos encontrados) y os estilos (desde el budista al barroco español) son reconocibles, pero nada está en su sitio. "Exacto. Desafía a las categorizaciones porque quiero que sea así. Que el que se sitúe delante se sienta desasistido", apunta Titos.
El nombre de la exposición, Schlagen, viene de la palabra Schadenfreude, que en alemán significa "la alegría provocada por el sufrimiento y el mal ajeno". La alegría por la derrota política, militar o deportiva del adversario. Una expresión que es el gusto por la degradación del semejante, el ensalzamiento de los sistemas destructivos.
Las referencias a Warhol son inevitables. "Tomar un objeto cotidiano y llevarlo más allá, que trascienda lo banal". Pero también está el punk y su filosofía del "hazlo tú mismo". "Ha sido una enorme influencia para mi, claro, como músico y porque yo he tocado en grupos de punk. No entiendo que a los 20 años no te seduzca esa filosofía, porque es perfecta", dice. "Minar los cimientos de las sociedades es la base de la exposición. De alguna manera, los objetos que uso parecen nuestro legado, pero en realidad está bastardizado. Las máscaras, que son rasgos del poder en la arqueología, se suponen que deben inspirar miedo o respeto. Pero he tratado de hacerlas grotescas, de tirarlas por tierra", asegura. Con esta, su primera exposición individual, para Titos, lo de menos es vender piezas: "Llevo mucho en la música para saber que el reconocimiento, el éxito y el dinero son cosas que van y vienen".