Las lluvias dejan al descubierto en La Palma restos de hace unos dos mil años
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Las lluvias que afectaron al archipiélago canario durante la semana pasada han dejado al descubierto en la cueva de Belmaco, en el municipio de Mazo (La Palma), fragmentos de cerámica y restos óseos de animales que podrían ser de hace unos dos mil años.
Según informó hoy el Cabildo de La Palma, el hallazgo se ha producido en una de las diez cuevas que forman el Parque Arqueológico de Belmaco, en las que vivían los benahoaritas, antiguos pobladores de Benahoare, que era el nombre con el que se designaba a La Palma.
En un comunicado, los arqueólogos Juan Francisco Navarro, Antonio Tejera y Jorge Pais, indican que las nuevas estratigrafías "son muy potentes y no se parecen a la que se conocía hasta ahora en Belmaco", y añaden que nuevas investigaciones servirán para entender los usos que tuvo la cueva.
En las excavaciones realizadas a mediados del siglo pasado en la cueva de Belmaco se descubrieron enterramientos, zonas de habitación y petroglifos, por lo que las investigaciones determinarán las épocas de cada uso.
La consejera de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de La Palma, María Victoria Hernández, señala que se harán estudios arqueológicos para identificar nuevos descubrimientos.
María Victoria Hernández destaca que los fragmentos de cerámica y restos óseos de animales encontrados corresponden a fases que podrían datarse en los inicios de la era actual, hace más de 2.000 años, y agrega que en las excavaciones realizadas a mediados del siglo pasado eran pocos los materiales encontrados.
Sin embargo, en la zona descubierta tras las lluvias es ingente el material que se ha descubierto en superficie.
Las nuevas piezas serán expuestas en el Centro de Visitantes de Belmaco durante los próximos días, para que de ese modo puedan ser apreciadas por los visitantes e investigadores.
El Caboco de Belmaco fue descubierto en 1762 por el gobernador militar de la isla, Domingo van de Walle, quien fue el primero en realizar copias y estudios de los grabados, que estaban muy afectados por la agresión de palomas.
María Victoria Hernández llama la atención sobre la importancia de conservar este legado de los aborígenes de La Palma.