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Si Oscar Wilde levantara la cabeza...

El nieto del dramaturgo ha criticado una escultura de Eduardo Paolozzi y que se expondrá en las calles de Chelsea
Escultura de Oscar Wilde  en Chelsea
Escultura de Oscar Wilde en ChelseaPaolozzi Foundation

Madrid Creada:

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Como esteta empedernido y amante de la belleza, seguro que Oscar Wilde tendría qué decir en este asunto. Extravagante dandi, genio en la dramaturgia y maestro al combinar ironía y elocuencia, es indudable que el escritor de origen irlandés tendría una opinión elaborada, incluso convincente. Se sentía libre, con su vestimenta y sus opiniones, y no era de los que dejaba títere sin cabeza. «¿Con ese? ¡Con lo feo que es!», dijo en el juicio donde fue juzgado por sodomía, y ante la presencia de un chico con el que supuestamente había salido. De alguna manera, con estas palabras confesó su homosexualidad, que era delito en la Inglaterra de la época. Pero antes muerto que sencillo. Ahora, si Wilde levantara la cabeza... ¿qué opinaría de la escultura que su propio nieto se ha encargado de tachar como «absolutamente horrible»? Quizá eso de no tener filtro ni pelos en la lengua sea algo genético de los Wilde, o los Holland desde que el autor sufrió sus años trágicos en la cárcel y se cambiaron los apellidos de sus hijos.
Se trata de una enorme escultura de bronce negro de la cabeza de Wilde, cortada por segmentos, tendida de lado, y que se instalará en Chelsea –cerca de done vivó el dramaturgo– en las próximas semanas. Creada por Sir Eduardo Paolozzi, escultor británico, ha sido Merlin Holland, nieto del escritor, el crítico: «Estoy a favor de cualquier innovación en el arte moderno, pero esto me parece inaceptable. ¿Cómo queremos recordarlo? ¿Divertido, entretenido, cautivador, o descuartizado y decapitado por violar la ley de la época? Sé cuál prefiero», denuncia a «The Observer». Escribía su abuelo en el prólogo de «El retrato de Dorian Gray» que «la diversidad de opiniones sobre una obra de arte demuestra que la obra es nueva, compleja y vital». Quizá debe tener su nieto en cuenta que sus críticas puedan llegar incluso a halagar la escultura en cuestión. Con todo, desde la Fundación Paolozzi defienden que «todo el mundo tiene derecho a opinar, incluido el nieto de Oscar Wilde. También observamos que la Sociedad Oscar Wilde apoya plenamente esta idea». Es, al fin y al cabo, una representación artística y, por tanto, ¿libre? Como el propio Wilde.

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