Sección patrocinada por sección patrocinada

Belleza

El espacio más imponente de las Estancias de Rafael de los Museos Vaticanos recupera sus colores originales

Después de diez años de arduo trabajo de restauración, por primera vez en siglos, la Sala de Constantino de las Estancias de Rafael muestra su grandeza original. El muro de la batalla es de no creerlo.

La directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta comentó durante la presentación a la prensa de la renovadísima Sala de Constantino: “Han sido 10 largos años de trabajos, desde marzo de 2015 hasta hace unos meses para que el escenario más amplio de los ambientes con los frescos que empezó creando Raffaello y que lo continuaron sus alumnos iniciara una nueva vida recuperando los colores que en siglos no se había conseguido” y señaló que: “Se habían hecho trabajos de restauración, pero nunca tan profundamente como esta vez”.

La Sala di Constantino fue concebida para acoger las ceremonias solemnes y desde su apertura fue denominada con el nombre del emperador con ese nombre. Se decoró durante varios pontificados, el del papa Leon X y el de Sisto V.

La Boveda de Laureti
La Boveda de LauretiMuseos Vaticanos

Rafael lo que hizo fue iniciar los trabajos dejando unas figuras extraordinarias pintadas al olio sobre los muros como La Comitas e la Iustitia entre otras.

El Salón de Constantino es la más grande de las habitaciones de Rafael y fue destinado a las ceremonias oficiales como el consistorio o los banquetes de boda solemnes, se llamó así en honor al emperador romano que concedió la libertad de culto a los cristianos. La decoración de la bóveda fue realizada por Tommaso Laureti, discípulo de Sebastiano del Piombo el autor del icónico Triunfo del cristianismo sobre el paganismo.

Al final de los diez años de restauración del ciclo pictórico de la Sala di Costantino, se puede decir sin lugar a dudas que las pinturas de las paredes, las dos figuras pintadas al óleo por Rafael y los cuatro frescos de Giulio Romano y Penni, sus colaboradores, junto con la posterior decoración de la bóveda de Laureti, representan con sus diferentes planteamientos pictóricos un testimonio renovado y extraordinario, un verdadero palimpsesto, de la pintura en Roma desde la primera hasta la última década del siglo XVI.

Hoy en día, las dos extraordinarias figuras pintadas al óleo por Urbino, la monumentalidad de las escenas murales, el hábil juego de engaño visual concebido por Laureti con las pinturas de la bóveda, de las cuales el falso tapiz del centro constituye una obra maestra suprema de la perspectiva ilusionista, en su conjunto, aunque desigual en estilo, permiten después de su completa recuperación apreciar la incomparable variedad decorativa e iconográfica de la sala.

La directora de los Museos Vaticanos hace una recomendación a los visitantes: “Cuando entren en esta sala, los que ya la hayan visitado se quedarán impresionados con el cambio, porque estos colores y esta luz, nunca la habíamos visto pero lo que sí que recomiendo mucho es que tomen el tiempo suficiente para detenerse a admirar el muro de la batalla porque impresiona sin olvidar mirar la bóveda que os dejará encantados”.

La parte técnica de los trabajos de restauración

Fabrizio Biferali explicó que la restauración ha devuelto la legibilidad total a todos los componentes decorativos: desde las dos figuras al óleo de Rafael hasta los grandes frescos realizados por su taller, hasta la bóveda pintada por Laureti, con el impresionante tapiz ilusorio en el centro, una obra maestra de perspectiva e invención escénica.

"La recuperación total de las iconografías de la Sala de Constantino, desde los muros hasta la bóveda", dice Biferali, "nos permite hoy visualizar mejor en ella los pasajes históricos cruciales que caracterizaron a la Iglesia de Roma en el siglo XVI: desde las primeras décadas, dominadas por los dos gloriosos papados de los Medici, León X y Clemente VII, hasta las décadas centrales de Pablo III Farnesio y Pablo IV Carafa, marcado por las innovaciones del Concilio de Trento y la reforma de la curia, hasta el final del siglo con los papados contra reformistas de Gregorio XIII Boncompagni y Sixto V Peretti, durante los cuales se completó la decoración".

El maestro restaurador Fabio Piacentini subrayó cómo la limpieza ha sacado a la luz los colores originales y ha permitido una nueva comprensión de las fases ejecutivas y la estratificación técnica de la obra. "La restauración ha sido como levantar un velo secular: detrás de la pátina del tiempo, cada detalle ha encontrado luz, profundidad y significado. Rafael, su taller, Laureti... todo de nuevo en diálogo visual, después de siglos de silencio", dijo Piacentini.

Fabio Piacentini restaurando una parte de la bóveda
Fabio Piacentini restaurando una parte de la bóveda Museos Vaticanos

Un diagnóstico avanzado e innovación digital

La contribución del Departamento de Investigación Científica, dirigido por Fabio Morresi, fue decisiva, realizando una campaña diagnóstica articulada con tecnologías de vanguardia: de 1900 nanómetros, infrarrojos de falso color, fluorescencia UV y análisis químico puntual. También se documentó todo el ciclo con un modelo tridimensional basado en escaneo láser, que ahora es un punto de referencia para el análisis integrado de grandes espacios decorativos."Las tecnologías nos han permitido", explicó Morresi, "penetrar en las capas del tiempo y dar voz al material pictórico, destacando también diferencias ejecutivas significativas que hablan de la complejidad de la obra renacentista".

Un resultado coral de alta competencia

El resultado obtenido es el resultado de un ejemplar trabajo en equipo entre historiadores del arte, restauradores, químicos, físicos y tecnólogos. Una rara y virtuosa sinergia que ha permitido no solo la recuperación de material, sino también una nueva comprensión histórico-crítica de la obra decorativa más ambiciosa de la era post rafaelesca.

Una nueva historia para audiencias globales

La Sala de Constantino vuelve a mostrarse en toda su riqueza: “Es una sinfonía visual que abarca décadas de historia del arte y que hoy, en el corazón del Vaticano, se ofrece como símbolo de renacimiento, belleza y de conocimiento”.