Un valor seguro de subasta
El arte moderno es percibido como el período más fecundo del arte francés y las creaciones firmadas por artistas como Paul Cézanne son un valor seguro y altamente codiciado. La revalorización del maestro de Aix-en-Provence en la última década ronda el 80% y la inmensa mayoría de sus piezas se cotizan por encima de los 800.000 dolares. Su principal destino, colecciones particulares de los EEUU y Reino Unido. El género dominante en la obra de Cézanne es el paisaje, que comprende la mitad de su producción total; sin embargo, el bodegón es su género más cotizado en las subastas públicas: «Cortina, frutero y jarrita» ostenta su récord de artista, con 57 millones de euros pagados en 1999 en Sotheby's de Nueva York. Esta tela, que partía con 23 millones de euros, es la más cotizada entre sus bodegones; y en 2013, otra de sus naturalezas muertas –«Las manzanas», 1889– elevaba el vuelo hasta los 28,2 millones de euros. No obstante, Cézanne pulverizó todos los récords con «Los jugadores de cartas», lienzo por el que la joven jequesa Mayassa de Qatar abonó, en transacción privada, más de 191 millones de euros convirtiendo este cuadro en el más caro de la historia. Al desembolsar esa cantidad, Qatar entraba a formar parte de un club muy exclusivo, pues las otras cuatro versiones de los «Jugadores de cartas» existentes están en las colecciones del Metropolitan de Nueva York, el Musée d'Orsay, el Courtauld Institute y la Barnes Foundation.
La citada serie, que data de la primera mitad de 1890, está considerada como una de sus creaciones más ambiciosas. Gustave Coquiot, autor de la primera biografía de Cézanne fechada en 1919, las consideró «entre las más bellas obras de arte del mundo». De las ocho pinturas de campesinos y trabajadores, directamente conectadas con esta composición, sólo una permanece en manos privadas. Existen siete dibujos y acuarelas que Cézanne ejecutó como estudios preliminares para «Los jugadores de cartas» de los que tres de ellos están en colecciones privadas. El objetivo de Cézanne era transformar el mundo en una imagen sobre la tela. El medio para conseguirlo no era la línea, sino el color. «La naturaleza no se encuentra en la superficie sino en las profundidades. Los colores son una expresión de estas profundidades en la superficie. Surgen de las raíces del mundo», decía quien está considerado como el padre del arte moderno.