Bartoli adapta para ella «West Side Story»
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«West Side Story», de Bernstein. Cecilia Bartoli, Norman Reinhardt, Michelle Veintimilla, Karen Olivo, George Akram, Dan Burton. Salzburger Bachchor y Simon Bolivar Symphony Orchestra of Venezuela. Director de escena: Philip Wm. McKinley. Director musical: Gustavo Dudamel. Felsenreitschule. Salzburgo (Austria). 13-V-2016.
Cecilia Bartoli sucedió a Riccardo Muti en la gestión del Festival de Salzburgo en Pentecostés y lo ha hecho con tanto éxito en estos seis años que se acaba de renovar su contrato por otros seis. Éste ha logrado una programación muy coherente e impactante en su breve duración de apenas cuatro días, basada en «Romeo y Julieta» celebrando el año Shakespeare. Lo ha hecho de forma original, al combinar el musical «West Side Story», de Bernstein (1957), con la ópera totalmente desconocida de Zingarelli (1796) sobre el mismo tema con el añadido del ballet de Prokofiev y una gala con Angela Gheorghiu y Juan Diego Flórez cantando páginas de Bellini y Gounod también temáticas.
El espectáculo presentado de la obra de Bernstein no sólo produciría envidia en Broadway sino que hubiera entusiasmado al propio compositor, quizá salvo por un detalle en el que luego entraré. Exzl enorme escenario del Felsenreitschule se divide en tres planos horizontales y dos verticales para dar vida a una acción que respeta la coreografía original de Jerome Robbins, mientras que en el foso se sitúa la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar con Gustavo Dudamel al frente.
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El acierto en director y agrupación es total por la vida que dan a la producción. Dudamel acaba de fracasar en Viena con «Turandot», pero este musical es harina de otro costal, lleno de vigor y matices.
Soberbios los actores-bailarines-cantantes de Jets y Sharks, así como los intérpretes de los principales papeles. Norman Reinhardt canta con mucho gusto y cosecha un gran triunfo tras la célebre «María». ¿Qué pasa con ella? ¿Cómo puede Bartoli encarnarla? Aquí está el quid de la cuestión. Bartoli es una María mayor que recuerda el pasado mientras una joven representa su papel, por cierto con gran soltura y encanto. Ambas se doblan en algunos momentos e incluso frasean juntas, pero a la hora de cantar es la italiana quien lo hace. La cosa resulta algo forzada y huele a proyecto discográfico. Esta vez nadie puede achacar a Bartoli que su voz es pequeña, ya que, como es lógico, todos cuentan con amplificación, excelente sin duda. Ella canta muy bien, obviando tentaciones operísticas, pero su timbre es algo oscuro para María, aunque funcione aceptablemente el acoplamiento con Tony a pesar de los muchos metros de distancia a los que a veces se enfrentan. Bernstein fue un genio que no se valora en justicia. Esta obra, que tardó seis años en perfilar, no tiene desperdicio, con sus danzas, los números de conjunto como «América» y canciones como la citada «María», «Tonight», «A time for us» y tantas otras de factura envidiable. Poder verlas y oírlas como en esta producción es un auténtico lujo. El festival de verano la repondrá. Si pueden, planeen un viaje a Salzburgo.