Bigas Luna, de pata negra
El director catalán falleció ayer a los 64 años. Con él se va una forma de vivir el cine carnal, mediterránea y provocadora, que cuajó en filmes como «Jamón, jamón» y «Volavérunt»
Se ha muerto Bigas Luna y el cine español se ha quedado un poco insípido. Bigas Luna, más que rodar películas, parecía que les diera bocados a las historias con deleite glotón.
Se ha muerto Bigas Luna y el cine español se ha quedado un poco insípido. Bigas Luna, más que rodar películas, parecía que les diera bocados a las historias con deleite glotón. No fue gourmet, sino más bien devorador ansioso. Nos ha dejado, para recordarle, a Javier Bardem respondiéndole a Pé –¡qué proféticamente los unió en «Jamón, jamón»!– que sus tetas sabían a tortilla de patatas y a jamón. Bigas Luna, cineasta de bellota, pata negra de nuestro cine en sus buenos momentos, pantagruel mediterráneo y erotómano irredento, ha dicho un adiós temprano, un cáncer con 64 años, dejando un sello propio. Le gustaban las curvas, se regodeaba en la delantera femenina y la entrepierna masculina como quien adorara a dioses de la edad de bronce a los que la modernidad, por más que se ponga, no puede sustituir. Y que sus películas tuvieran sabor y olor. La gran frase del cine español, solía repetir, era «Menos libertad y más paella, coño», del gran Berlanga, erotómano y mediterráneo, como él, al que admiraba. No es casual: paella y coño en una sola frase, a la fuerza tenía que gustarle. Pónganle a esa filosofía el rostro que prefieran: Francesca Neri, Penélope Cruz, Valeria Godino, Verónica Echegui o Elsa Pataky, por citar algunas. Porque Juanis las ha habido en los 80, en los 90 y ya en el siglo XXI. «La Juani es la cenicienta que le tiró a la cabeza su zapatito de cristal al príncipe porque era un capullo», explicó en su día el director catalán. Antes de eso, se había relamido en «Las edades de Lulú» con una historia de Almudena Grandes que parecía suya, y había intuido en Bardem al macho ibérico de «Huevos de oro», antes de que Hollywood lo sofisticara como enemigo gay de James Bond. También ensalzó la pasión «voyeur» y coleccionista, en «Bilbao», y convirtió la lactancia en otro fetiche en «La teta y la luna».
En todo había siempre motivos para encontrar vínculos con sus obsesiones. Escúchenle hablar de «Volavérunt», su retrato de la relación entre Goya y la duquesa de Alba: «"Volavérunt"hace referencia al aire, a volar, y, además, la simbolizo con el pubis». Dijo también: «Los que conocen mi cine saben que utilizo algunos símbolos. Para mí, el pubis simboliza el origen de la vida». Claro, que para todo fetichista que se precie, y Bigas nunca se escondió, no todo radica en el triángulo que a tantos ha perdido: «Siempre he considerado que los pies son una parte del cuerpo muy sensible y, a la vez, muy sensual», contó en estas páginas en otra ocasión.
Alejado de los fastos en su casa rural, el director de «Bámbola», «La camarera del Titanic» y «Son de mar» creía en un futuro agrotecnológico. «Cuando alguien que quiero de verdad se muere tengo una costumbre: planto un árbol en mi jardín como homenaje. Tengo dos palmeras, que son mis padres; un azofaifo, que me recuerda a Azcona, y un algarrobo en el que he reencarnado a Luis. Estoy pensando para Jorge en un granado», escribió para LA RAZÓN cuando murió el inolvidable Jorge Berlanga. Quizá alguien plante para él un buen naranjo, o una chumbera, que en verano dé frutos sabrosos. Eso sí, junto a un paseo marítimo por el que desfilen mujeres hermosas ligeras de ropa.
Aranda: «No hacía "españoladas"»
Cuenta Vicente Aranda, apenado por la muerte de su colega, que Bigas Luna y él tenían algo en común. Sus películas no parecen "españoladas". En eso se parecía a mí». Le cuesta hablar de él en pasado, pero no titubea para explicar sus aportaciones al cine español. «Era un director atrevido y audaz; rompió muchas barreras. «Me gustaba su cine, era un director atrevido y audaz. En su obra se percibe el talento; son películas arriesgadas y muy logradas, porque, ya se sabe, quien no se arriesga no pesca. Por supuesto también hay que destacar su visión para descubrir talentos interpretativos: Penélope Cruz y Javier Bardem son obra suya». Apenas tarda unos segundos en decidir que su película preferida es, quizá, la más famosa del director: «"Jamón, jamón". Es prodigiosa, por momentos extraña, pero magnífica. También me gustan "La teta y la luna"y "Angustia"». Recuerda Aranda también que Luna «intentó buscar su sitio en Los Ángeles y, aunque no tuvo mucha suerte, abrió un camino para otros». Así, Aranda desgrana sin saberlo las facetas con las que Luna se convirtió en un pionero del cine español: «Fue un gran informador de la actualidad. Necesitamos más perspectiva para darnos cuenta, pero con el tiempo se verá que, aunque todo cine es crónica, el suyo especialmente. Lamento mucho su pérdida; todavía tenía mucho por hacer», terminó, apenado, el cineasta.