Blanca Soto: «No me gusta ese puritanismo del mundo feminista»
G. pajares - lanca Soto lleva treinta años en el mundo del galerismo. De los 90 a hoy las cosas han cambiado bastante. Muchísimo. Ella, que lo sabe, ha tenido que adaptar su negocio a lo que llama «la tercera revolución industrial» que estamos viviendo. Tenía dos locales en la calle Almadén de Madrid y se planteó que para continuar había que tomar una decisión: o bien cerrar o cambiar el espacio por uno más pequeño. Nadie le ha regalado nada, dice. Lo pensó y optó por el local de menor tamaño: «¿Qué es lo que hace tu negocio, los metros cuadrados que tengas o tu trayectoria, el ejercicio de tu profesión?», se pregunta. Fue hace tres años cuando se decidió a dar el paso. Lleva casi a una treintena de artistas, aunque ha tenido que ajustar el cinturón con los extranjeros por el tema de los gastos. «Hemos agudizado el ingenio y hacemos bastantes cosas nuevas. Nuestra manera de realizar los proyectos también ha cambiado», explica. Le bastan una mesa, una silla y un ordenador para estar conectada. Hoy abrirá su galería y esperará que el público se acerque a ver la exposición que ahora cuelga de José Manuel Ciria. «El mundo del arte es un universo con un reflejo muy femenino. No hay más que mirar alrededor y ver que son muchísimas las mujeres en este negocio, pero también como afortunadamente también las hay en la enseñanza o la medicina. Yo te diría que casi somos la mitad, que hay un cincuenta por ciento y, en algunos casos, somos nosotras más», comenta. No se ha sentido en su trabajo discriminada por ser una mujer. «Se gana lo mismo. En este ámbito no existen diferencias y el negocio está estructurado igual. Conmigo trabajan una buena parte de mujeres, las considero igual que a los hombres».
No somos clones
Soto es una de las 26 que han suscrito «No nacemos víctimas», otra manera de ver la celebración del Día de la Mujer. ¿Víctimas? «Para nada», responde rápida. Editoras, periodistas, arquitectas, escritoras, agentes literarias destacan su parecer sobre esa «corriente supuestamente feminista que pretende hablar en nombre de todas las mujeres, imponerles su forma de pensar y retratarlas como víctimas de nacimiento». Dice la galerista que «la mujer no es un clon del hombre. No podemos caer en la trampa de cometer los mismos errores que criticamos de ellos, sino consensuar y conciliar. No entremos en una guerra de sexos ni pretendamos emular al otro sino continuar por la senda de conseguir lo que se ha hecho realidad durante todos estos años a base de esfuerzo», asegura. El camino que han recorrido muchas mujeres, como Soto, ha sido largo, importante. «Por supuesto que estoy a favor de denunciar los el acoso sexual y de combatir la brecha salariale. A igual capacidad, igual salario, pero dentro de una campaña global». ¿Cómo la del #MeToo? «Ha sido un arranque y le ha dado un impulso, pero con el peligro que entrañan las redes sociales y que no han hecho sino una caza de brujas con determinados hombres».
Soto se siente más identificada con el manifiesto encabezado por Deneuve y publicado en «Le Monde»: «No me gusta ese puritanismo del mundo feminista. Alcemos la voz, y que se nos oiga, claro que sí, pero concretando para no llevar a todos los hombres al paredón». Sobre la ola de censura que sacude al arte tiene una una postura clara: «Abomino del puritanismo institucional enfermizo. ¿Vamos a tener que cubrir con unos calzoncillos al David de Miguel Ángel?». Ir en masa le aburre y a la hora de educar a sus hijos lo hace desde la libertad de que ellos puedan elegir.