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Bruguera: Los bocadillos son para el otoño

La editorial vuelve a las librerías, tras décadas de ausencia, de la mano de Random House, que pone a disposición de los lectores su gran fondo de clásicos del cómic español, desde Zipi y Zape a las hermanas Gilda o la familia Cebolleta
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La editorial vuelve a las librerías, tras décadas de ausencia, de la mano de Random House, que pone a disposición de los lectores su gran fondo de clásicos del cómic español, desde Zipi y Zape a las hermanas Gilda o la familia Cebolleta.
La noticia llegó en primavera: vuelve Bruguera en otoño. Para aquellos que ya peinamos canas, Zipi y Zape, Anacleto agente secreto, la familia Cebolleta, Mortadelo y Filemón, las hermanas Gilda, Superlópez o los intrépidos «El Jabato» y «El Capitán Trueno», entre otras muchas, fueron las entrañables historietas que marcaron nuestra infancia y juventud, aquellos personajes con los que nos echamos al monte de la lectura, con los que nos reímos y disfrutamos embebidos en imaginarias aventuras. Desde entonces, y para siempre, ya forman parte indeleble de nuestra memoria sentimental. Éramos aquellos niños que esperábamos nuestra paga semanal para bajar al quiosco, ansiosos de leer el siguiente número de tebeo. La editorial Bruguera que los editó, historia viva del cómic español, es referencia imprescindible de este fenómeno que vuelve a estar presente, puesto que, tras su desaparición en 1986 y breve reaparición entre 2006-2010, ha reabierto sus puertas este mes de septiembre de la mano del grupo editorial Penguin Random House, depositario de su legado. «Nos sentimos orgullosos de volver a poner a Bruguera en las librerías, un sello que albergó en su catálogo tantísimo talento e incorporó a la lectura a generaciones enteras», comenta Núria Cabutí, consejera delegada. Para Juan Díaz, director editorial, «esta vuelta supone un acontecimiento editorial. Bruguera formó parte de la educación sentimental de muchos españoles y ahora tenemos la oportunidad de poner de nuevo a disposición de los lectores todos sus contenidos».
Su idea es publicar 45 títulos al año y a partir de 2019 convocar el Premio Bruguera de Cómic y Novela Gráfica dotado con 12.000 euros. Y como no es bueno parar el reloj en el pasado, autores como Francisco Ibáñez, Jan, Escobar, Víctor Mora, Vázquez o Raf, compartirán sello en esta renaciente etapa con jóvenes incorporaciones, como Inés Jimm, joven promesa de la ilustración; Calvin y Hobbes, del dibujante estadounidense Bill Watterson o Los Simpson, la serie estadounidense creada por Matt Groening. Desde sus comienzos, pero especialmente de los años cuarenta a los setenta, Bruguera revolucionó la edición descubriendo nuevos talentos, aquellos que hoy son nuestros clásicos.
Legado incalculable
En esta nueva fase se apostará por aquellos éxitos que no volvieron a ver la luz desde su publicación por primera vez y algo más. Según Gemma Xiol, directora literaria, «Bruguera tiene uno de los fondos editoriales más ricos y diversos de la historia de la edición en español y pensamos que dejar perder este legado sería imperdonable. Nos tomamos como una responsabilidad, casi como obligación, volver a poner a disposición de los lectores estos contenidos de un valor cultural, literario, histórico, e incluso sentimental, incalculable. Tenemos un doble objetivo –explica–, reivindicar los clásicos de la editorial, volver a poner a disposición de los lectores obras emblemáticas con las que varias generaciones aprendieron a leer y, por otro lado, dar visibilidad a las nuevas generaciones de historietistas, es decir, potenciar las nuevas voces del panorama del cómic nacional e internacional, intentando llegar a un público amplio y diverso. Queremos recuperar el sello, pero, sobre todo, el espíritu Bruguera, buscando propuestas que sintonicen con los gustos e intereses de los lectores, descubrir y celebrar el talento y publicar los que serán los clásicos de mañana».
Para Xiol, puede ser una buena forma de atraer a los jóvenes a la lectura, tan influidos actualmente por internet. «Pensamos que es el mejor formato para crear lectores, este lenguaje tan visual es el más atractivo para estos niños interconectados, su mundo está ahora en las pantallas, en las imágenes, pero estamos viendo en el mercado que el segmento del cómic está creciendo alrededor de un 5% cada año y se explica en parte por este motivo, el cómic es un tipo de libro que consigue conectar con los niños mejor que otros formatos. Estuvimos en el Salón del Cómic de Barcelona, donde hicimos pública la noticia y fue recibida con gran entusiasmo, recibimos la felicitación y el calor de ilustradores, libreros, autores...la recepción ha sido espectacular», concluye.
Todo comenzó con la editorial «El Gato Negro», fundada en Barcelona en 1910 por Juan Bruguera Teixidó, dedicada, principalmente, a la producción de literatura popular. Su característico logotipo, diseñado por Francesc Palop, identificaría sus productos durante los casi ochenta años de vida de la empresa.
Cromos y folletines
Los años iniciales trabajaron historietas, cromos y, sobre todo, la producción o traducción de folletines y novelas populares por entregas al precio, dependiendo de la época, de 5 a 20 céntimos Su primera publicación emblemática fue la revista «Pulgarcito”, aparecida en 1921 con el subtítulo de «Periódico infantil de cuentos, historietas, aventuras y entretenimientos», tomando ejemplo del TBO nacido en 1917. Destacan en esta etapa dibujantes como Salvador Mestres, Niel, Donaz, Urda o Vinaixa. Al morir Juan Bruguera en 1933, fueron sus hijos Pantaleón y Francisco, que trabajaban como aprendices, quienes tomaron las riendas para darle nuevo rumbo. El período de la Guerra Civil fue duro, «Pulgarcito» fue perdiendo el color por dificultades en el suministro de tintas. En 1940 aparece como Editorial Bruguera, ya definitivo, un cambió que, seguramente, trataba de olvidar en el nuevo régimen la vinculación que había tenido la editorial con la República.
A partir de aquí, se especializó en humor y comienza una época dorada del cómic español, supo captar talentos como Josep Escobar, creador de los terribles gemelos Zipi y Zape y del eterno hambriento Carpanta, que, como Don Pío, el personaje creado en 1947 por José Peñarroya, simbolizan las penurias económicas y frustraciones de la postguerra. De la llamada «escuela Bruguera» son también Gustavo Martínez Gómez –Martz-Schmidt–, creador de El doctor Cataplasma, Doña Urraca o El profesor Tragacanto y su clase que es de espanto; el genial Manuel Vázquez con Las hermanas Gilda, dos solteronas llamadas Leovigilda y Hermenegilda y Heliodoro Hipotenuso. Otro creador representativo fue Guillermo Cifré, con personajes como El repórter Tribulete o Don Furcio Buscabollos. Superadas las dificultades de la posguerra, la editorial aumentó sus beneficios editando otros tebeos, «El campeón” (1948), «Superpulgarcito» y «Magos de la risa» en1949 y «El DDT» (1951). Inició colecciones de literatura popular, la novela rosa y del oeste, con dos autores paradigmáticos, Corín Tellado y Marcial Lafuente Estefanía; «Bolsilibros» y cuadernillos de aventuras como «El Cachorro» y, sobre todo, «El Capitán Trueno», del guionista Víctor Mora y el dibujante Miguel Ambrosio, el cómic que marcaría la diferencia para Bruguera llegando a alcanzar los 350.000 ejemplares en un solo número.
A mediados de los 60 llegaron nuevas revistas, como «Din Dan», «Bravo», «Gran Pulgarcito» e incorpora series como «Astérix» o «Blueberry», de clara influencia televisiva. Ya en los 70, Bruguera multiplicó enormemente su producción de tebeos, aprovechando el tirón de sus personajes estrella. Aparece Mortadelo y Filemón (1970), del gran Ibáñez, que fue creando sus mejores series, El botones Sacarino, Rompetechos, La familia Trapisonda, 13, Rue del Percebe o Pepe Gotera y Otilio. Francisco Ibáñez pertenece a la segunda generación de la «Escuela Bruguera», junto a autores como Figueras, Gin, Nadal, Raf, Segura o Martz Schmid. En el terreno literario, comenzó a editar a autores como Jorge Amado, Jorge Luis Borges, García Márquez, Juan Marsé o Juan Carlos Onetti y lanzó también dos colecciones de bolsillo: Libro Clásico y Libro Amigo.
A principios de los ochenta, Bruguera presentó la suspensión de pagos. En 1985, Ibáñez abandonó la editorial y logró que se prohibiera publicar las historietas de Mortadelo, cortando así su principal fuente de ingresos. Esto fue su golpe de gracia. En 1986, fue adquirida por el Grupo Zeta, que la transformó en Ediciones B.? Veinte años después, en 2006, fue relanzada bajo la dirección de Ana María Moix, se inició un catálogo literario y se creó el Premio de Novela Bruguera. A pesar de todo, en abril de 2010 se despidió a su directora y, poco después, se anunció su cierre.

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