Cambios en INAEM y Maestranza
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Este verano han sucedido muchas cosas en el mundo musical y se irá dando cuenta de ellas en próximas semanas, tras centrarnos hoy en los cambios en el IAEM y el Teatro de la Maestranza. Uno de los mejores periodos de la Maestranza fue aquel en la que la dirección de teatro englobaba también la de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y el cargo de director artístico dependía a su vez de ella. Era el organigrama más razonable y económico. Así funcionó con Jose Luis Castro como director general y Pino Cuccia como director artístico. Ya se sabe que en este país cada cambio de Gobierno en el Estado, autonomías o ayuntamientos conlleva cambios en la mayoría de las instituciones que de ellos dependen. Así sucedió en la Maestranza e INAEM y así ha vuelto a suceder ahora en ambos. La gestión artística del teatro se separó de la de la orquesta, multiplicando obviamente los costes y las disfunciones. Mientras en el teatro mandaba Pedro Halffter, se nombró tras un concurso bastante oscuro y polémico a John Axelrod y entre ambos aparecieron pronto enfrentamientos y disfunciones. Félix Palomero ocupó la gerencia durante un tiempo no muy largo y fue sucedido por Remedios Navarro, que luchó intentando cuadrar los números y que las administraciones que participan en el consorcio –INAEM, Comunidad Autónoma, Diputación y Ayuntamiento– sufragaran el déficit existente. No lo logró y no fue renovada con formas tan poco elegantes como deseables. Teatro y, sobre todo, orquesta cayeron en déficits cuantiosos y las relaciones entre Halffter y la orquesta se fueron complicando día tras día.
Halffter contó con la importante ayuda económica de la Fundación BBVA para su proyecto y también para su continuidad, alcanzando los catorce años. En la Maestranza se vio la «Tetralogía» del Palau de les Arts, se estrenaron óperas contemporáneas y se contó con el apoyo del público.
Hace poco más de un año fue cesado de forma imprevista Antonio Garde, subdirector del INAEM y, por su buena relación con la Diputación a través del consorcio representando al INAEM, acabó siendo nombrado gerente del teatro. El cargo lo ha ocupado hasta hace unos días, tras haber sido reclamado por tercera vez a la subdirección del INAEM por la nueva dirección de este instituto. Ha estado pocos meses, pero ha realizado una muy buena labor en silencio hasta conseguir un acuerdo para sufragar el déficit. Ahora, por concurso poco práctico, se nombrará un director general que lo sea también artístico, cesando a Halffter. El modelo no es fácil porque no hay muchas personas disponibles que aúnen gestión numérica, artística y social, manteniendo además independencia de agentes artísticos.
Mientras tanto cambió el Gobierno de la nación y el propio Pedro Sánchez llamó a Guirao, su segundo ministro de cultura, para comunicarle que deseaba a su amiga Amaya de Miguel como directora del INAEM relevando a Montserrat Iglesias, quien hacía semanas había presentado su dimisión a Méndez de Vigo por desacuerdos con la pretendida fusión de Real y Zarzuela. Amaya de Miguel reclamó a Garde, quien le será sin duda una gran ayuda empezando para reorganizar el descabezado equipo anterior, del que no queda ni el apuntador.
En fin, ya ven lo poco razonable de todo esto, que pagamos todos los españoles con unos impuestos que, en tipos, son de los más altos del mundo occidental.