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«4 fantásticos»: Un episodio piloto

Director: Josh Trank. Guión: J. Slater, S. Kinberg y J.Trank, según el cómic de Stan Lee y Jack Kirby. Intérpretes: Miles Teller, Kate Mara, M. B. Jordan, J. Bell. EE UU, 2015. Duración: 100 min. Acción superheroica.
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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El crítico Todd McCarthy ha dado en el clavo definiendo «Cuatro fantásticos» como «un tráiler de cien minutos de una película que nunca sucede». Josh Trank ha concebido este innecesario «reboot» como un episodio piloto. Es decir, en la esencia del filme está la dilatación temporal que nos prepara para un «continuará», la morosa presentación de personajes, la minuciosa explicación de la génesis superheroica a la espera del espectáculo de feria digital. Tan minuciosa que, sí, la película nunca sucede: el atónito espectador tiene que esperar una hora para que los cuatro protagonistas –más el que llega de otra dimensión para quitarles de un golpe de energía verde el «angst» existencial– entonen el «uno para todos» y enseñen (un poco) de lo que son capaces.
Es extraño que haya sido precisamente Josh Trank, que irrumpió en el panorama del «mainstream» más creativo con «Chronicle», el responsable de este lamentable relanzamiento de franquicia. En aquella, que puede considerarse una versión muy mejorada de «Cuatro fantásticos», el dispositivo del relato en primera persona tan caro a tiempos del digital doméstico, y tan habitual en el género de terror contemporáneo, daba una refrescante vuelta de tuerca al cine de efectos especiales y superhéroes juveniles. Es cierto que «Chronicle» citaba a Platón y Schopenhauer, haciendo intuir que Trank podía tomarse demasiado en serio en un futuro.
Y eso es lo que ocurre en «Cuatro fantásticos»: imbuido del síndrome existencialista del superhéroe nolaniano, Trank no ha retenido ni un watio de la electricidad de «Batman Begins» o «El caballero oscuro». Quizá el estudio exigió caminar en dirección opuesta al disfrutable díptico sobre los personajes de Stan Lee y Jack Kirby dirigido por Tim Story. De tanto evitar la frivolidad tebeística de aquella saga, que no pasará a la historia por sus grandes pretensiones, a Trank se le ha ido la mano. Todos sufren lo indecible y la lucha final contra el villano, que se produce en una dimensión ultraterrena cuyo diseño acusa una indecente falta de imaginación, carece de emoción. Lo más destacable del filme es que parece estar hecho contra las expectativas del público al que va dirigido.