Ben Affleck: «Aún rezo por que la película haga dinero: invertí mucho de mí en ella»
DIRECTOR DE «ARGO»
Es el vencedor indiscutible del año. Después de llevarse a casa los dos Globos de Oro más importantes (Película Dramática y Director) y exactamente los dos mismos galardones de la industria británica, los Bafta, el desafío estaba servido. Ben Affleck subió también a recoger el Oscar a la película por «Argo», ese filme con el que nadie contaba en sus calendarios de estrenos del año, y que se ha impuesto a superproducciones musicales, biografías históricas y cintas bélicas y polémicas. Affleck estaba en una nube cuando terminó la ceremonia, que lo hizo como a Hollywood le gusta, con un final en alto.
–¿Que sintió al ver que la primera dama de Estados Unidos le daba a su película el premio de la mejor del año?
–Estaba alucinando con lo que ocurría. Y lo divertido es que en el curso de la alucinación no me parecía tan extraño ver en directo a la primera dama. Aunque hubiera visto un elefante morado volando, todo me habría parecido de lo más normal. Después, al salir del escenario, les pregunté a George (Clooney) y a Grant (Heslov, ambos coproductores de la película) si realmente había intervenido Michelle Obama para entregar el premio. Ha sido un gran honor que ella apareciera, y, la verdad, tengo que decir que también me resultó especial y apropiado que se rodeara de hombres y mujeres de su servicio.
–¿Cómo se presenta su futuro?
–Esta noche (por ayer) me voy a divertir y a partir de ahora me olvido de ser humilde (risas). Ahora, con el premio en la mano, reconozco que me sentí decepcionado cuando no me nominaron como director, pero lo cierto es que muchos grandes se quedaron fuera. Después de los últimos meses y las buenas críticas de la película, algunos me dieron ya por ganador antes de tiempo, y en este oficio nadie puede dar nada por conseguido. Es un honor estar aquí en este momento y recibir los honores de la Academia.
–¿Qué es lo más importante para usted a la hora de producir y dirigir una película?
–Vivo con presión porque cuesta mucho dinero rodar un filme como los que me interesa hacer. Solía temer por el resultado, por conseguir triunfar en la taquilla, por que el público disfrutara. Había muchas cosas en mi cabeza. Pero he aprendido que lo importante es tratar de hacer una historia interesante y dejar a un lado todo lo demás, aunque aún rezo por que haga dinero. He trabajado durante dos años en este proyecto, he invertido mucho de mí mismo, igual que todos los que han colaborado conmigo, y cuando te entregas así, lo único que realmente quieres es que el público disfrute y vaya en masa al cine.
–«Argo» destaca por los valores de su historia, en la que los rehenes son llevados al límite, y en esa situación, destaca el enorme humanismo de su comportamiento.
–Truffaut es uno de mis directores favoritos. Es un humanista, y ese punto de vista está presente en todas sus películas. Cuando descubres a alguien grande, si eres inteligente, debes tratar de robar cosas de esa persona. Él es mi influencia principal. Me gusta ser yo en las películas que dirijo, me gustan las historias humanas, como el personaje de Al Pacino en «Tarde de perros». Un tipo robando un banco para pagar una operación de cambio de sexo. Eso no es Cary Grant. Ese estilo me ha influido desde «Todos los hombres del presidente» hasta Cassavetes con «El asesinato de un corredor de apuestas chino».
–¿Cómo llegó «Argo» a sus manos?
–Fue una casualidad. Yo acababa de terminar el rodaje de «Ciudad de ladrones» y pregunté en Warner cuál era el mejor guión que tenían y que me dejaban a mi dirigir. Me enviaron el de «Argo», que era de Smokehouse, la compañía de George Clooney y Grant Heslov. Ellos habían desarrollado la historia a partir de un artículo de Prensa y contratado a un guionista, Chris Terrio. Me pareció un gran guión y tuve la suerte de que me aprobaran para dirigirla.
–¿Investigó usted la historia por su cuenta?
–Si. Leí mucho sobre lo que ocurrió en Irán. Entrevisté a bastantes de los protagonistas, fui a la CIA y pase mucho tiempo con Tony Mendez, el agente que rescató a los rehenes. En la Universidad me gradué en estudios sobre Medio Oriente, así que ya conocía bien lo ocurrido, pero tenía que profundizar, porque quería rodar una película real, compleja y al mismo tiempo, entretenida.