El niño con rayos x en los ojos
Jeff Nichols presenta en el festival de Berlín su nueva y estimulante película, «Midnight Special», con Kirsten Dunst y Michael Shannon
Jeff Nichols presenta en el festival de Berlín su nueva y estimulante película, «Midnight Special», con Kirsten Dunst y Michael Shannon
Cuenta Jeff Nichols que un día su hijo, al año de edad, tuvo una fiebre altísima. Lo llevó al hospital convencido de que se moría. Fue una falsa alarma, pero lo que experimentó le sirvió para escribir «Midnight Special». «Me di cuenta de que no tenía control sobre lo que le ocurría. Sentí miedo. La película habla de ese miedo y de cómo procesarlo. De, en definitiva, qué significa ser padre». Acompañado de su actor fetiche, Michael Shannon, y de buena parte del reparto, que incluye a Joel Edgerton, Kirsten Dunst y al jovencísimo Jaeden Lieberher, «Midnight Special» se sitúa a medio camino entre la paranoia postmilenarista de «Take Shelter» y el análisis emotivo de las relaciones paternofiliales de «Mud». El resultado, extraño y fascinante, dividió a la Prensa. Es lo que tiene lanzarse al vacío sin paracaídas.
Los referentes de los que habla Nichols son «Encuentros en la tercera fase» y «E.T», de Spielberg, y «Starman», de John Carpenter. No cabe el despiste: «Midnight Special» es pura ciencia-ficción. «Spielberg tiene una gran habilidad para crear una sensación de misterio para luego, cuando atas cabos, transmitir una emoción muy positiva». Nichols sigue a rajatabla el canon spielbergiano hasta el punto de que todo el relato está organizado alrededor de un niño que mira la realidad desde otros ojos. Literalmente: en cuanto te descuidas, y se quita las gafas de bucear que lleva incluso cuando devora cómics de superhéroes, emite un par de rayos luminosos que amenazan con liquidar el universo. Hasta aquí podemos leer, aunque este descubrimiento, que aparece bien avanzado el metraje, es la culminación de una serie de signos que el espectador debe descifrar a tientas, sin saber qué terreno está pisando. «“Midnight Special” es el fruto de un experimento narrativo que llevo desarrollando desde mi ópera prima, “Shotgun Stories”», explica Nichols. «Si en aquella predominaba la exposición, a cada película he ido quitando más y más información hasta el punto de poner en peligro la historia que cuento».
En efecto, lo más fascinante de este filme singular y a contracorriente no es tanto el extrañamiento anacrónico de sus imágenes, ni su capacidad para evocar la violencia omnipresente de la América profunda, con sus sectas de fanáticos religiosos, sus carreteras secundarias y sus moteles anónimos, sino su habilidad para vaciar el relato de sus convenciones clásicas para mantenerte pegado a la butaca. Lo que importa es, en realidad, muy simple: un padre que secuestra a su propio hijo de los que lo han abducido para protegerle y, por extensión, salvar a la humanidad. Y sin embargo, con modestia y tesón, la película crea sus propias grietas, y te acostumbra a que empatices con su imprevisible desarrollo, cristalizando en un conmovedor retrato de amor paternofilial. Quizás se toma demasiado en serio su delirante trama, pero el resultado es de lo más estimulante.
La primavera árabe
También lo que cuenta la tunecina «Hedi» es muy simple. El debutante Mohamed Ben Attia, apadrinado por los Dardenne, utiliza a su protagonista, un joven vendedor de coches a punto de afrontar un matrimonio programado por su madre, para hablar del fracaso de la primavera árabe y, en primer plano, del callejón sin salida en el que se encuentra su país. El valor simbólico del personaje no puede ser más evidente. Habiendo participado de las manifestaciones de enero de 2011, recuerda la sensación de felicidad de los días posteriores como algo intenso pero efímero. Luego, llega la indolencia, la incapacidad para resistirse a la fuerza del antiguo régimen, que representa el matriarcado. Cuando irrumpe el amor, reaparece la esperanza en el cambio. Y, por supuesto, las dificultades: ahí afuera no todo es tan fácil, de la teoría a la práctica hay un abismo. Mohamed Ben Attia filma su relato alegórico desde el drama doméstico. No le tiembla el pulso, ni le sobra ni le falta nada, pero da la impresión de que la hemos visto hace poco y la veremos en un futuro próximo.