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“Hellboy”: Más bestia que nunca

David Harbour encarna al malhumorado monstruo rojo en un «reboot» de la saga que Guillermo del Toro dejó sin terminar, de la que ahora se hace cargo el director de filmes de terror Neil Marshall.
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David Harbour encarna al malhumorado monstruo rojo en un «reboot» de la saga que Guillermo del Toro dejó sin terminar, de la que ahora se hace cargo el director de filmes de terror Neil Marshall.
Guillermo del Toro es lo que los americanos llamarían «a tough act to follow», es decir, un personaje al que pocos se atreverían a tomarle el relevo. Por eso mismo los creadores de la nueva «Hellboy» empezaron por cortar toda relación con los filmes del director mexicano. Lo han dejado claro: no se trata de una continuación de la trilogía que Del Toro dejó inacabada, sino de un filme completamente independiente de los suyos. Un «reboot», dicen. Vuelve el monstruo rojo de mal carácter, pero con una carga de crisis existencial y terror bastante más marcadas. ¿Que las comparaciones con las películas protagonizadas por Ron Perlman son inevitables? Sí, pero para reducirlas a su mínima expresión los productores eligieron una historia que ni siquiera se había escrito cuando Del Toro comenzó a rodar la segunda entrega de su versión de Hellboy. Mike Mignola publicó la primera parte de la miniserie «Hellboy: The Wild Hunt» en diciembre de 2008 (meses después de que se estrenara «El ejército dorado»), y en ella cuenta el viaje de su protagonista a Reino Unido para participar en la caza de gigantes del Club Osiris. Allí, en medio de traiciones y reencuentros con una vieja amiga, Hellboy descubre más detalles de su nacimiento y de su destino como destructor del mundo.
«Habían pasado diez años desde la última (película de Del Toro) y no parecía que fuera a venir ninguna más, así que pensamos: “Vamos a hacerlo, pero en un tono más oscuro y con el elemento del antihéroe, es decir, que Hellboy se debata entre el bien y el mal”», explica David Harbour, que encarna al demonio protagonista. Lo cierto es que hubo mucho misterio alrededor de si Del Toro terminaría o no lo que, en principio, ha debido ser una trilogía. Mignola ha dicho que el mexicano se negó a dirigirla y que Perlman, a su vez, no quiso trabajar con otro director. Así, no quedó más remedio que arrancar con una historia completamente distinta, con un elenco nuevo y, sobre todo, con un director cuyo estilo fuera tan personal y marcado como el de Del Toro.
Cruenta y brutal
El elegido fue Neil Marshall, que se ha especializado en filmes de terror como «El descenso» y «Dog Soldiers» y ha utilizado esa experiencia para «oscurecer» a Hellboy. Tanto, que en Estados Unidos la clasificaron como «R», es decir, para adultos. Harbour describe el estilo de Marshall como el de «un director de terror independiente, rudimentario, y lo digo en el buen sentido, frente a las fantasías de gran presupuesto de Del Toro. La nuestra se regodea en su calidad de película de tipo B, recuerda un poco a los thrillers de terror de hombres lobos o de Frankenstein. Es cruenta, brutal y terrorífica. Y esa fue la única manera de que me interesara hacerla».
Harbour explica que otros dos factores le convencieron de encarnar a Hellboy: quería aprovechar el éxito que los filmes de superhéroes están cosechando en la taquilla, y deseaba explorar la crisis de identidad del personaje, que lucha contra su genética demoníaca para humanizarse. Respecto a lo primero, el intérprete afirma: «El cine moderno está dominado por los grandes estrenos de superhéroes y quería formar parte de esa conversación, pero deseaba hacerlo desde mi propio punto de vista. Yo no soy un Capitán América ni un Superman, soy más complicado, más extraño e irritable, un poco paria. Y creo que la voz de los marginados –de aquellos que se encuentran en pugna con sus decisiones y su identidad– debe ser una voz importante en este universo mitológico. De hecho, tenemos ahora mismo una especie de panteón de grandes dioses en el que justamente falta Hades, señor del inframundo, una figura infernal que no encaja del todo».
Harbour confiesa que durante años fracasó en el mundo del cine, hasta que el éxito comenzó a llegarle con cuenta gotas cuando tenía más de cuarenta años. Y lo agradece, pues afirma que, de lo contrario, «me habría tomado demasiado en serio a mí mismo. Ahora, además, puedo elegir las narrativas que me interesan», como «Stranger Things», que lo disparó realmente a la fama hace tres años en su papel de policía de pueblo pequeño. Y ahora este pseudo-superhéroe por el que siente debilidad. «Para mí, lo más llamativo del personaje es que es huérfano y viene a este mundo destinado a desencadenar el apocalipsis. Pero lo bonito es que es un niño: es Hell-boy. Por lo tanto, se debate con esta idea de que, si él es un monstruo, ha debido de ser asesinado nada más nacer. Pero su padre adoptivo ve algo especial en él y le salva», explica el actor. Añade que «el padre le llama bello varias veces durante la película, y habla muy bien de él en general, pero Hellboy no entiende el concepto del amor. Y eso me encanta, la idea de que un simple acto de amor le resulta incomprensible porque viene de un mundo de barbarie».
Pero no todo es crueldad y monstruos apocalípticos. El característico sarcasmo de Hellboy también está presente para cortar los momentos más intensos, cuando entre profecías, brujas y la importancia de «salvar al mundo» el filme se toma demasiado en serio a sí mismo. Y aunque podría parecer que este tipo de «humor macarra» es consecuencia de la moda impuesta en Hollywood por películas como «Deadpool» y «Guardianes de la Galaxia», en realidad a Hellboy siempre lo ha definido su manía de utilizar el chiste y las palabrotas para quitar hierro a cualquier asunto demasiado pesado, algo que se traslada al tono del filme de Marshall, como ocurrió también en los de Del Toro, mucho antes de que se pusiera de moda la fórmula antihéroe-sarcástico de la que hacen alarde Deadpool, Peter Quill y hasta Iron Man.
Un traje casero
Muy en sintonía con su personaje, Harbour se echa a reír al hablar de su entrenamiento físico para interpretarle y de si ha continuado con la rutina de gimnasio después del rodaje: «No hago ejercicio. Odio esa jodida mierda», afirma. Sin embargo, superó esa aversión temporalmente porque «estoy dispuesto a hacer cualquier cosa que me acerque a la psicología de los personajes que interpreto. Aunque el cuerpo que se ve en pantalla no es el mío –es un traje– sí tuve que ir al gimnasio, sobre todo a levantar pesas, lo que estimula la hormona del crecimiento y hace que liberes testosterona. La testosterona, a su vez, puede volverte más agresivo (risas). Eso fue divertido, jugar con los químicos de mi cuerpo. Además, la preparación física me ayudó con las escenas de acción». También afirma que de todos los músculos, los que más entrenó fueron los de las mejillas. «Las tengo extremadamente fuertes, lo mismo que la frente», bromea. Esa «fortaleza» es consecuencia de un traje casero hecho de equipamento de deporte que se construyó para poder ensayar el papel con la misma sensación de llevar encima una enorme cantidad de maquillaje, así como los cuernos que le crecen a Hellboy en la frente. «Al principio fue muy complicado. No me dejaban maquillarme para ensayar porque es muy costoso, y fue difícil aprender a controlar las expresiones y transmitir emoción con el maquillaje».
El filme regala al espectador una escena poscréditos –una carta de la baraja del universo Marvel–, con lo que deja claro que, siempre y cuando la taquilla acompañe, habrá secuela. El mundo de Mignola es amplio y todavía no han aparecido personajes clave como Abe Sapien, mejor amigo de Hellboy, así que Marshall podrá seguir haciéndole la competencia a Del Toro. Quizá, a diferencia del mexicano, extienda la historia hasta conformar una trilogía.

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