Papel

«Kingsman: Servicio secreto»: Espía, pero sobre todo, un caballero

Dirección y guión: Mathew Vaughn, basado en un cómic de Marc Millar y Dave Gibbon. Intérpretes:Colin Firth, Taron Egerton, Samuel L. Jackson, Michael Caine. Reino Unido, 2015. Duración: 129 min. Comedia.

Frente al espejo. Colin Firth alecciona a un muchacho rebelde (Taron Egerton) en el espionaje
Frente al espejo. Colin Firth alecciona a un muchacho rebelde (Taron Egerton) en el espionajelarazon

Solamente asistiendo al magnífico arranque de la nueva película realizada por Matthew Vaughn (también son suyas, y ofrecen pistas muy válidas sobre lo que veremos aquí pero mejor, «Crimen organizado», «Stardust», «Kick-Ass-Listo para machacar» y «X-Men: primera generación»), con ese espía remilgado, impecable y elástico que tras exhibir sus dotes para el oficio, no puede evitar, sin embargo, que los villanos acaben con su vida en una cabaña y frente a un incrédulo científico secuestrado. Tras ello, conoceremos a un exquisito y enigmático agente secreto inglés (impecable Colin Firth) que decide entrenar a su descarriado sobrino (este chico, Taron Egerton, tiene madera para el cine) con el fin de pasarle el testigo en la agencia donde trabaja disfrazada de impecable sastrería masculina. Pero los malvados nunca duermen, y, menos, Valentine, un peligroso y maquiavélico genio de la tecnología estadounidense que pone en peligro la seguridad mundial. Adaptación libre del aclamado cómic concebido por Mark Millar y Dave Gibbons, «Kingsman» resulta una producción entretenidísima, irónica y satírica con el género rebosante de inventos sofisticados y armas de defensa (paraguas, bolígrafos...) que recuerdan hasta a nuestro Anacleto, influida, no sólo, obvio, por las saga de James Bond, también tienen un peso considerable directores como Tarantino y Robert Rodríguez (de hecho, Valentino tiene una sofisticada y fiel ayudante medio karateca con piernas metálicas que es una delicia) y el aroma de la serie B de los sesenta, todo ello salpicado, lo que no resulta fácil desde luego, con un cierto toque a cine lumpen o social, relacionado con la disfuncional familia de clase obrera y padrastro furioso del chico protagonista. Pero ahí no queda eso, ya que, más allá de este delicioso divertimento, el filme posee cierto poso crítico con la clase política tan de moda últimamente. Porque ni rusos, ni árabes ni chinos: hoy, los auténticos «enemigos» de la causa, los que ambicionan un mayor poder y mayores sacas de dólares están en las filas de las clases dirigentes, de ahí que anden medio «indignados» los auténticos salvadores de la patria. Para colmo, la película cuenta con la inestimable colaboración de otros actores insignes además de los mencionados; así, un exquisito Michael Caine (con cuánta alegría nos topamos con él cada vez que interviene en una cinta), Samuel L. Jackson, muy suelto en la piel de ese raro «mecenas», y un siempre exacto Mark Strong. En cuanto a la media hora final de metraje, o esa hecatombe abortada in extremis por los de siempre, muy probablemente condense mejor que ningún otro tramo las características paródicas de «Kingsman», con una princesa del norte europeo acostándose con el héroe de la historia, ese novato ya consagrado de manera definitiva para la causa, para darle las gracias por salvar el planeta. Hasta al famoso y ligón 007 le habría costado un poco más llevarse a una noble consigo para la cama...