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Se acabó el doble rasero para Roman Polanski

La Academia de Hollywood expulsó al director de «El pianista» siguiendo (sic) «los estándares de conducta de la organización»
larazon

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La Academia de Hollywood expulsó al director de «El pianista» siguiendo (sic) «los estándares de conducta de la organización».
Para la pequeña historia de la infamia de Hollywood o para aquellos doctorandos del futuro que investiguen cómo cambió todo en cuestión de meses en el mundo del cine quedará el paradigmático caso de Roman Polanski, el violador (lo admitió él mismo en 2013) en torno al cual el quién es quién de la industria estadounidense y europea cerró filas frente a la Justicia. La violación de Samantha Geimer, que a la sazón tenía 13 años, lo persigue desde 1977.
En 2009, la policía suiza le echó el lazo, aunque tras unos meses en prisión se denegó la extradición a Estados Unidos. El Gotha del celuloide salió a partirse la cara por él: Almodóvar, Woody Allen, David Lynch, Costa Gavras y Wim Wenders, entre otros, firmaron una declaración, esa cosa que hacen los «auteurs» cuando algo tan fascista como la Justicia toca a uno de los suyos. Hasta Asia Argento (ella sabrá por qué) defendió a Polanski años antes de destapar el acoso al que la sometió Weinstein. Y aquí ya hemos dado con la tecla. El desmantelamiento de la mafia del «casting couch» del viejo Harvey destapó de paso las miserias, hipocresías y dobles raseros de Hollywood y la aristocracia festivalera. La purga ha pecado a veces por exceso y la sobreactuación del gremio es a ratos bochornosa. Pero, curiosamente, mientras el vacío se iba abriendo alrededor de Weinstein, subsumiendo a tantos otros, Polanski ha ido pasando (sobreviviendo) de puntillas.
Es más, mientras Oprah y sus guerreras sacaban los ojos a Woody Allen por unas acusaciones de su hija Dylan que nunca han sido verificadas o ratificadas por un tribunal –pues el director de «Manhattan» sí se sometió a investigación–, el huído de la justicia Roman Polanski, autor confeso de violación, se caía sistemáticamente del listín de monstruos oficiales de la industria. Ayer, porque todo tiene un límite (hasta la provincia de Extremadura, que decía Jardiel), la Academia de Hollywood expulsó al director de «El pianista» siguiendo (sic) «los estándares de conducta de la organización». Con él se va también Bill Cosby, a quien nadie ha defendido, ni lo merece, con el denuedo con que salieron en favor de Polanski. Habrá que ver cómo reacciona Cannes, ya a las puertas, a la noticia. Y habrá qué ver cómo de sonoros son los golpes de pecho a partir de ahora y cuántos sobreactuados se arrancan a prohibir sus excepcionales películas.