"Las niñas bien", una bofetada a México lindo
La vida idílica de una mujer de la alta sociedad de aquel país se viene abajo en los 80 cuando la crisis financiera lo arrasa. La cinta de Alejandra Márquez sigue la estela de la espléndida «Roma», con un certero retrato social.
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La vida idílica de una mujer de la alta sociedad de aquel país se viene abajo en los 80 cuando la crisis financiera lo arrasa. La cinta de Alejandra Márquez sigue la estela de la espléndida «Roma», con un certero retrato social.
El conflicto social propiciado por la extrema desigualdad es uno de los grandes temas que afectan la realidad de México. O los ricos son muy ricos, o los pobres son muy pobres. Y, si existe un término medio, es escaso. Al menos, así lo reflejan sus películas: el cine mexicano cada vez es más visible a nivel internacional, ya sea por su calidad o por la carga humanitaria que esconden sus historias. Ocurrió con «Roma», de Alfonso Cuarón, que narraba la vida de dos criadas domésticas encargadas de cuidar a cuatro niños y que vivían encerradas en una realidad de inevitable sumisión. La cinta produjo un gran impacto a nivel internacional y su trama cautivó y emocionó a numerosos espectadores. Y esto lo prueban los datos: según un catálogo del ICAA (Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales), la cinta protagonizada por Yalitza Aparicio y que se estrenó en diciembre de 2018 recaudó 327.727 euros en enero de este año. Y, por si estos números no fuera suficientes para probar el «boom» de la película mexicana, así lo confirman también los premios que recibió. Tras ganar el Festival de Venecia, «Roma» obtuvo dos Globos de Oro y diez nominaciones a los Oscar, ganando Cuarón tres estatuillas por Mejor Fotografía, Mejor Director y Mejor Película Extranjera.
Esta cinta dejó al cine mexicano en un nivel bastante alto y, ahora, llega a España un filme del mismo país que, hasta el momento, no se ha quedado atrás en cuanto a reconocimientos. No está nominada a los Oscar, pues la que representará a México tanto en Estados Unidos como en los Goya será «La camarista», de Lila Avilés, pero sí ha dejado huella en otras citas. En el Festival de Málaga de 2019, «Las niñas bien», de Alejandra Márquez, obtuvo la Biznaga de oro a la Mejor película iberoamericana y la de plata al Mejor guion y montaje. Además, estuvo presente en el D’A Film Festival de Barcelona. Por su parte, y dentro de sus fronteras, la cinta triunfó en los Premios Ariel de México, llevándose los galardones a Mejor actriz –para Ilse Salas, la protagonista–, Mejor vestuario, Mejor música original y Mejor maquillaje.
Faldas y copas de vino
Es el segundo largometraje de la mexicana Márquez –«Semana Santa» se estrenó en 2015– y presenta, de nuevo, un argumento de latente carga social. Pero, esta vez, mostrando la otra cara de la moneda: «Las niñas bien» se remonta a la vida de las clases más altas del país durante los años 80. La cinta está basada en la obra homónima de Guadalupe Loaeza, de la que, explica Márquez, se diferencia «totalmente, pues el libro es más humorístico y la película va más bien hacia el drama». Con esto, la cineasta ha recuperado la idea de «estas mujeres que en los años 80 atraviesan una crisis económica en el barrio más acomodado de México». Si es que a eso se le puede llamar «crisis», pues la protagonista, Sofía, tendrá que sufrir la arrogante decisión de dejar de comprar su ropa en Estados Unidos o París y empezar a entrar en tiendas de su propio país.
«No se vayan a juntar con mexicanos», les advierte Sofía a sus hijos antes de que se vayan de viaje. Y es que la protagonista, el único trato que tiene con sus compatriotas es el que una mujer rica podría tener con sus empleados: dar órdenes y encontrarse la cama hecha. Pero no es la única, también sus amigas, con quienes se reúne en el club de tenis para charlar y criticar a las que no están, se preocupan más por qué falda ponerse para un funeral o por cuántos ponis comprarles a sus hijos que por los estragos que está causando la política de José López Portillo en el país al nacionalizar la banca.
«Vivir como princesas»
«Estas mujeres se entendían a sí mismas como niñas y, por ello, no controlaban ni sus propios destinos», explica Márquez, «como los hijos que no escuchan a sus padres, ellas no entendían nada de lo que sucedía y no hay nada más angustiante que esa falta de autonomía y autoridad sobre ti misma». De esta manera, la cinta refleja cómo las mujeres de los poderosos no son ni siquiera poderosas: «A través de la ropa y los eventos sociales defenían su estatus, intentaban sobrevivir y crear su propio ecosistema», explica la directora. Pero más allá de la moda, la comida y las copas de vino, poco les interesaba, incluso, el trabajo de sus maridos. A Sofía, sin darse cuenta, se le está viniendo el mundo encima y lo único que hace para evitarlo mientras su matrimonio se arruina es imaginarse en los pasillos de El Corte Inglés y en un viaje romántico con su amor platónico: Julio Iglesias.
La ansiedad femenina que explora la cinta podría resumirse en una frase que Ana Paula (Paulina Gaitán) le dice a Sofía: «Todas queremos vivir como princesas». Durante la crisis de aquella época, hubo una clase social que salió mejor parada, y ese es el caso de Ana Paula. A Sofía le atormentaba la idea de que la vecina organizara una fiesta más espectacular que la propia. Sin embargo, explica Márquez que «no quería plantearlo en términos de buenos y malos, sino que se entendiera que es importante asumir que vivir como reyes es algo que a todos nos gustaría, pero no siempre es posible». Si no, que se lo digan a las personas de clases pobres mexicanas, quienes no tienen un trono que perder y cuyo principal problema reside «en el peligro de sus derechos», denuncia la cineasta, subrayando que, mientras que a unas les importa «solo vivir y beber bien», los dilemas de otras son «cosa de vida o muerte».
A falta de dinero, siempre nos quedará Julio Iglesias
«En México está muy instalada la idea de la conquista, el sistema de castas que nos dejó y que hizo que, mientras más cercano estuvieras a lo español, de mejor clase eras», explica Alejandra Márquez. Por ello, la protagonista de «Las niñas bien» se imagina a Julio Iglesias como invitado de su cumpleaños o como su amante en una playa perdida del mundo, donde él le canta al oído mientras ella toma el sol. «Cuando Julio era lo máximo en el mundo, las mujeres querían una vida de jet set con él, aparecer en las páginas de la revista “¡Hola!” y pertenecer a la nobleza española», continúa la cineasta, «y lo mismo ocurría con El Corte Inglés, la tienda que todas veían como el Olimpo: un lugar donde uno podía traer desde España las cosas más maravillosas».