Mambrú se fue a los Balcanes
León de Aranoa retrata, de la mano de un grupo de estrellas internacionales encabezadas por Tim Robbins y Benicio del Toro, la odisea cotidiana de un grupo de cooperantes al final de la guerra de Yugoslavia
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León de Aranoa retrata, de la mano de un grupo de estrellas internacionales encabezadas por Tim Robbins y Benicio del Toro, la odisea cotidiana de un grupo de cooperantes al final de la guerra de Yugoslavia
Dice Fernando León de Aranoa (Madrid, 1968) que en la vida de los cooperantes en zonas de guerra «el día más tranquilo pasan cosas». Él mismo lo experimentó en Bosnia, en el curso del rodaje de un documental. Pero aquel «cocktail cinematográfico» no cristalizó en formato de ficción hasta casi 20 años después, el día en que se topó con la novela de Paula Farías («Dejarse llover»), que narra las experiencia de cooperantes en países en conflicto. El madrileño recordó entonces que le debía una a los Balcanes y rodó «Un día perfecto».
La cinta narra las peripecias de Mambrú (Benicio del Toro), B (Tim Robbins), Sophie (Mélanie Thierry) y Katya (Olga Kurylenko) en busca de una cuerda con la que extraer un cadáver de un pozo cuyas aguas amenazan con corromperse y dejar desabastecida a la población local. La soga, evidentemente, es un «macguffin», un pretexto narrativo para desencadenar la acción. Lo fundamental es el retrato de estos «misfits» (inadaptados) de la guerra, mitad mercenarios, mitad quijotes: «Yo quería hablar de esa sensación de irracionalidad de un conflicto, de confusión y laberinto, en el que todo parece dispuesto para que nada funcione bien y donde los cooperantes representan un poco de sentido común», señala el director. No obstante, cada uno alumbra una actitud ante la guerra y ante el resto de sus compañeros. Una guerra interna.
- Bosnia en Sierra Nevada
Siendo, como es, un filme de personajes –aunque el montaje y la música hagan, en ocasiones, guiños a la acción–, es su reparto quien sostiene el peso de una cinta que arranca envuelta en humor negro y va abriéndose poco a poco a esa «conciencia social» con que se asocia el trabajo de León de Aranoa, por más que él reniegue de «cualquier etiqueta». A los pies de Sierra Nevada se plantó el madrileño con un equipo de rodaje políglota y varias decenas de bosnios «reclutados» en un cásting en Sarajevo. «Nos sentíamos expatriados, como los cooperantes», apostilla. «Sintonizar» con los registros de aquel plantel de estrellas fue otra de sus principales encomiendas en esta película.
Benicio del Toro –o lo que es lo mismo, Mambrú– está al mando de las operaciones. «Mi personaje es un poco como yo: critica las cosas que en el fondo le apasionan hacer. Se encuentra en medio del conflicto interno de tener que regresar a casa, a una vida normal, pero sabiendo que no puede estar en una oficina». Benicio le sugirió a León de Aranoa el nombre de Mambrú –«por la canción», señala– y acordaron que, como el actor, sería puertorriqueño, aunque su idioma principal en la película es el inglés. Parecerse a lo que se espera de él es uno de los factores que condicionan (para bien o para mal) su propia carrera: «Por una parte me gustaría romper ese ‘‘cast’’ de latino, pero por otra parte pienso: ‘‘¡Es que yo soy latino!’’».
- Dos oscarizados
Su órdago es dotar al papel de «tridimensionalidad», ya sea de villano, de latino o en la piel de Mambrú. Y, en cualquier caso, «yo no controlo las películas que me buscan». El actor, oscarizado por «Traffic» (2001), llegó hasta León de Aranoa a través de Carlos Bardem. El guión le sedujo desde el primer momento.
Algo semejante le sucedió a otro con estatuilla (por «Mystic River», 2003). Tim Robbins da vida al que probablemente sea el personaje más característico del filme, el más rápidamente reconocible: B es un «misfit» de pura cepa, un tipo sin hogar definido que no sabe pasarse sin la guerra, por más que sus armas no sean de fuego sino un «jeep» que conduce de forma temeraria por entre carreteras presumiblemente minadas en medio de los agrestes montes de los Balcanes (léase, la alpujarra granadina). «B es un tipo de personalidad típica del voluntario, que no huye sino que corre hacia el peligro; los cooperantes son gente inspiradora que arriesgan su vida sin ninguna publicidad». Conocido por su fuerte militancia política demócrata, Tim Robbins ve en «Un día perfecto» una suerte de espejo invertido de los superhéroes de ese Hollywood del que reniega cada vez con mayor denuedo: «No hace falta una capa y una máscara para ser un héroe y ésa es la razón por la que me gustó este guión». Por lo demás, hace tiempo que la industria americana lo tiene desencantado. En España ha encontrado un filón creativo: viene de trabajar con Isabel Coixet y León de Aranoa; ha montado espectáculos teatrales en Almagro y Alcalá. ¿Qué tiene el cine español que no le ofrezca Hollywood? Su respuesta es más que tajante, demoledora: «Buenos guiones para adultos».
«Soy fan de Erice»
Confirmado: Benicio del Toro participará en la próxima entrega de «Star Wars». Aunque, si hay un proyecto que le haría especial ilusión sería trabajar con Víctor Erice: «Soy un fan de su obra. Me abrió la mente; es todo un maestro». No hay nada concreto, pero parece que ambos están dispuestos a trabajar juntos. «Aunque sea llevándole las maletas», añade Benicio del Toro.