«Piratas del Caribe: la venganza de Salazar»: Una de Sparrow a la plancha
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Director: Joachim Ronning, Espen Sandberg. Guión: Jeff Nathanson. Intérpretes: Johnny Depp, Javier Bardem, Orlando Bloom, Geoffrey Rush. EE UU, 2017. Duración: 129 minutos. Aventuras.
Aún recordamos hace unos cuantos años ya la visita de Johnny Depp a Madrid para presentar la mediocre «The Tourist», que coprotagonizaba con su colega (aunque, en realidad, el amigo del alma y de juergas es Brad Pitt) Angelina. Entre imperceptibles tropezones llegaba el encantador Depp a la rueda de prensa, durante la que, entre unos temas frivolones y otros, defendía apasionado el vino español. Alguien presente en el casting posterior con el que agasajaron a tamañas luminarias (la Jolie no, que vive del aire), comentaba luego que el actor la había pillado seria. Unos años más tarde supimos de sus problemas con el alcohol, que parece que Depp va superando como puede, sobre todo, tras un divorcio jaranero. Para interpretar de nuevo al histriónico, ambiguo y ladino capitán Jack Sparrow, no obstante, da igual que vaya sobrio o un poco «calentito», porque no se notaría como durante aquel viaje. Y es que el personaje, definitivamente, poseyó a Depp desde la primera entrega de la saga y ya parece «andar solo», un personaje al que hizo suyo vistiéndolo con rastas, collares, pulseras, coquetas casacas y modernos dientes de oro... En fin, aseguran que se inspiró en Keith Richards, pero nos parece que apañó como le dio la gana. Seguro que hasta ha bajado alguna vez a por pan vestido de Sparrow, que Depp adora lo estrafalario. En la quinta entrega de la factoría se enfrenta un grupo de fantasmas comandados por una de sus viejas némesis, Salazar (Javier Bardem, que construye a un excelente villano espectral y muy «spanish»), recién escapado del Triángulo de las Bermudas. La única posibilidad de Sparrow para salir con vida es encontrar el legendario Tridente de Poseidón, un poderoso objeto que le otorga a su poseedor el control de los mares. Mención aparte merece en este nuevo y alegre batiburrillo de efectos especiales (lo de la división de las aguas resulta muy bíblico y resultón), peleas barco contra barco, y disparatadas e infantiloides parrafadas de Sparrow (no olviden nunca que los caribeños nacieron por y para un público eminentemente menor de edad, el que mejor punto puede extraerle a estas correrías con un mono al hombro) las apariciones brevísimas de Orlando Bloom, o la atormentada alma en pena Will Turner, y Keira Knightley, su paciente enamorada Elizabeth Swann, quienes cierran el capítulo con un par de escenas bastante cursis y otra, ya acabados los larguísimos títulos de crédito (en plan Marvel), que presagia la sexta ración del título. No se cansan. Y, conociéndolos, pueden ser esta vez unos castizos calamares a la romana. O pasados por la plancha, como hacían con los piratas malos...