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Un menú terrorífico

larazon

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Un crítico gastronómico, un encargo para escribir sobre comidas clandestinas organizadas en mansiones por y para millonarios aburridos, y un descubrimiento macabro: en alguna de éstas, el comensal puede convertirse en la estrella del menú tras ser convenientemente apiolado y cocinado por un asesino brutal que no deja títere con cabeza. En «Omnívoros», el guionista y director Óscar Rojo («Brutal Box», 2011) plantea un viaje oscuro sobre gourmets y sofisticados caníbales vestidos de etiqueta que pujan por las partes más sabrosas de la pieza. Una cinta que, aunque parece apuntar en algún momento hacia el terror o el gore, se decanta por el thriller. «No estaba interesado en hacer una película de terror al estilo más clásico, sobre todo cuando hablas de canibalismo. Hay muchas películas que tratan el tema de una forma más atroz que la mía», explica el director, que añade otro motivo: «Al enmarcarlo en un hecho real, el de los restaurantes clandestinos, lo dota decredibilidad; si lo tratara como una historia de terror le restaría».
«El tema de los restaurantes clandestinos existe. Se hicieron populares en Cuba a mediados del siglo pasado. Luego esta moda pasó a Nueva York, después a Londres... Todo esto es real. Yo he aprovechado esta moda para intentar fabricar una leyenda urbana, la de un restaurante clandestino donde se consuma canibalismo de lujo», reconoce el director, que subraya que en ningún momento ha oído hablar, ni siquiera rumores, de ningún sitio en el que se zampen a personas, como en su película. «Hay bastantes casos y muy terribles de canibalismo, el de Rotterdam, el japonés Issei Sagawa, pero nunca un restaurante underground dedicado a ello», recalca. Y sigue explicando: «El canibalismo no deja de ser una excusa. La idea surge de una secuencia maravillosa de la película de Peter Greenaway «El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante», en la que al final se reúnen los comensales y descubren un cuerpo cocinado, todo muy refinado. Pero lo que a mí me interesa más de la película es esa sociedad rica, ociosa, esnob, hastiada, en busca de emociones a las que sólo se puede acceder con dinero. Para mí el más atroz de los crímenes es asesinar y comerte a un ser humano. El canibalismo ha sido la excusa para retratar a esta sociedad».
Psicokiller sin tonterías
Y un apunte: ojo al carismático asesino al que han llamado, a secas, el Matarife: «Para mí ése es el gran misterio: el espectador debe fabricar la relación entre el Matarife y Dimas, su dueño y señor. Yo lo único que he puesto en escena es un autista, con todo lo que conlleva: concentración en su trabajo, devoción hacia quien ama, inteligencia, pero teniendo en cuenta lo que a mí me gusta de los psicokillers: que no hablen, no escuchen y no te den oportunidades. Estaba harto de las películas en las que el malo siempre decía la última palabra al ir a matar a la chica».