Una estrella en Sitges
La estrella de este festival es Nicolas Cage que ha provocado gran expectación, claro que si no llega a ser sobrino de Francis Ford Coppola, a lo mejor, no habría hecho carrera en el cine. La película que han puesto con él de protagonista es “Mandy”, de Panos Cosmatos, hijo del ya fallecido director George Pan Cosmatos. Se trata de un “thriller” magnífico súper entretenido en el que al pobre Cage le hacen de todo. Lo que ocurre es que se olvidan de algunas cosas, por ejemplo, el malo malísimo, un rubio alto, deja suelto un tigre y éste desaparece, no se vuelve a saber más del felino, mientras que el rubio sí volverá a aparecer; lo bonito de todo esto es que una vez apaleado el personaje de Nicolas Cage vemos cómo planea su salvaje venganza.
“Nekrotronic”, de Kiah Roache-Turner, y con la agradable presencia de Monica Bellucci, es otro de los filmes oficiales y, por fin, una película que habla del peligro de los teléfonos móviles. Uno de los personajes tiene en su teléfono un programa para sacar fantasmas y, a partir de ahí, surgen persecuciones en la red, espectros tremendos, todo esto aderezado con unos magníficos efectos especiales. Constituye una película muy recomendable que no deberían perderse si es que llega a estrenarse en los cines.
Otro filme a concurso “Zoo”, de Antonio Tuble, es una película extraña porque parece una historia de amor de una pareja que vive en un apartamento, aunque poco a poco se va complicando la cosa cuando descubrimos que, en el exterior, todos se han convertido en zombies. La película avanza cuando llega otra pareja a la casa de los protagonistas y comienzan a aparecer zombies que llaman a la puerta hasta llegar a un clímax muy del género y sorprendente.
“Aterrados”, del argentino Demián Rugna, película más que digna que trata de toda una serie de fenómenos paranormales, muertos que vuelven de la tumba, entes invisibles, extraños magnetismos sin ninguna explicación y todo envuelto en personajes que hacen de médicos, psiquiatras, expertos en temas paranormales para darle esa envoltura científica de argumento serio.
Quedan dos películas a las que es una vergüenza dar ese calificativo porque son un insulto al séptimo arte. Una de es “Piercing”, de Nicolas Pesce, y “Summer of 84”, de Anouk Whissell, François Simard y Yoann-Karl Whissell. Esta última es con cuatro niños y, desde el principio, ya sabemos quién es el malo.
A pesar de ello, este año Sitges ha cambiado para bien, se respetan los horarios y muchas de las películas son fantásticas, como debe ser. Atrás quedan aquellos años de muchos thrillers y extrañas aventuras, bien por Ángel Sala.