«Viento de libertad»: La ilusión viaja en globo
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Director: Michael Herbig. Guión: Kit Hopkins, Thilo Röscheisen. Intérpretes: Friedrich Mücke, Karoline Schuch, Alicia von Rittberg. Alemania, 2018. Duración: 120 min. Drama histórico
El arquetípico socialista de barriga oronda incapaz de cuestionarse nada porque tiene enchufe allí arriba observa de reojo a sus vecinos, y es que no termina de pillarles la onda. Él, tan feliz yendo de vacaciones a Bulgaria, otra «bendita» nación libre («aunque si quieres, os puedo llevar a Moscú»), recitando como un papagayo las bondades del comunismo, aplaudiendo ostentosamente durante la Fiesta de la Juventud cuando los alumnos realizan el juramento de lealtad al partido. Pero sigue sin fiarse de la familia que vive al lado. Alemania del Este, verano de 1979. Un joven, otro más, muere a tiros cuando intenta saltar el muro; en paralelo, un matrimonio tiene ya del todo claro que la única salida para escapar de la opresión es huir volando hacia el oeste en un globo construido por ellos mismos y los dos hijos de la pareja. Con retales, con trapos, con el tejido impermeable de los paraguas, con lo que sea. Poco a poco, sin embargo, alguien comienza a olerse algo y los protagonistas levantan serias sospechas. Michael Herbig (cuya película hasta hoy más conocida por estos pagos era «Vicky el vikingo», lo siento por él) dirige un drama con cierto aire y aspiraciones de thriller estadounidense y una gelidez perniciosa para la historia, terrible por otro lado. Y que comienza mejor que termina (con las suspicacias del susodicho señor, con las miradas cómplices y asustadas entre el marido y su esposa, con la impresión de que nadie es libre y todos nos espían), aunque la ambientación del filme, la atmósfera que rodea a esa sociedad uniformada en tonos grisáceos, beiges y amarronados, sepa sin embargo transmitirnos una asfixiante realidad a la que todavía le quedaban diez largos años por delante para derribar el sistema. Al menos, ellos consiguieron huir antes, no así los cientos de miles de pesonas asesinadas por aquel «paraíso». Cierto: Alberto Garzón seguro que no irá a verla.
LO MEJOR
El arranque de la película, cuando el director nos recuerda la durísima realidad de la Alemania comunista
LO PEOR
Aun tratándose de una historia auténtica y terrible, el filme resulta demasiado frío y desapasionado
Cuando tu vecino es un delator
La Stasi, la policía política, el Ministerio de la Seguridad de la RDA, tenía todas las trazas de la Gestapo y el KGB: una estructura apoyada en la delación vecinal, en la que cada ciudadano se convertía en un informante sobre la vida de los otros. Estaba compuesta por 95.000 empleados y una red de informadores de más de 200.000 personas. En sus archivos se ha descubierto que 600.000 alemanes orientales participaron voluntariamente con la represión y que se elaboraron expedientes sobre más de seis millones de personas, casi la mitad de su población. Contaba con 18 cárceles preventivas. Tenía licencia para disparar a cualquiera que quisiera huir del país, aunque fueran niños. Su inspirador fue Erich Mielke, un veterano de la Guerra Civil española en el bando comunista.