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Conspiraciones de salón

Daniel Castro estrena su versión de «El príncipe y la corista» en el teatro Cofidis Alcázar.
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Daniel Castro estrena su versión de «El príncipe y la corista» en el teatro Cofidis Alcázar.
Un evento histórico, la coronación de Isabel II en 1953, servía de excusa a Rattigan para escribir sobre una de las constantes de su obra, el hombre solitario, aunque, esta vez, en tono de comedia. Se estrenó en Londres con Laurence Olivier (que protagonizó y dirigió la versión cinematográfica) y Vivian Leigh. Su texto traza un retrato sobre la soledad del poder, un padre despótico que escatima el amor a su hijo y un relevo generacional al que se resiste. «El príncipe y la corista», adaptada por Daniel Castro y dirigida por Pilar Castro, se estrena en el teatro Cofidis Alcázar, donde estará este verano. El regente (Javivi Gil Valle) de Carpatia acude a la coronación del monarca británico junto a su hijo, futuro rey, todavía adolescente y de su suegra, la reina madre. Aprovecha para organizar algún escarceo habitual con la corista (Lluvia Rojo) de un musical. Lo que debería ser la aventurilla de una noche se convierte en un terremoto que agitará la vida del monarca, la relación padre e hijo y, de paso, el devenir político del país.
Intimidad desconocida
«La versión de Castro, basada en la obra de teatro, es más corta –comenta Javivi–. Era necesario agilizar el texto para no perder el ritmo de comedia y traer el contexto a la mentalidad actual, tan distinta. Definiría la obra como una comedia romántica especial porque tiene romanticismo y un punto de comedia pura y dura. La propuesta de Pilar Castro es un conflicto familiar que planea sobre la necesidad de amor personal, grupal y social. El amor como algo que escasea en todo tipo de relaciones y capas sociales. Cómo Mary Morgan, la corista, que no está a la altura social ni rimbombante de esa monarquía, le trae un soplo de amor, frescura, franqueza, espontaneidad y sentido común. De repente es algo nuevo que limpia, que ventila el ambiente». Una mujer independiente y hábil que se resiste a la degradación que supone las intenciones poco confesables del regente. Desde su ingenuidad, consigue revolucionar la casa real de Carpatia, humaniza la política. «La obra plantea esa humanización o reflexión sobre la humanidad. En una sola noche consigue cambios, no sabemos si duraderos o si, a la larga, serán cosa de un día», explica. «¿Cuántas familias quedan atrapadas en rituales mecánicos donde escasea lo emocional?», se pregunta el actor. «No conocemos la intimidad de los reyes, solo su faceta institucional. Aquí resulta una persona crispada en un momento político delicado y, familiarmente, no acaba de ser un padre comprensivo y atento a los sentimientos. Un hombre volcado en lo institucional sin consideración por lo sencillo, lo natural, lo íntimo o lo humilde, que sufre la soledad del poder. Éste es uno de los argumentos de la obra –continúa–. Aferrado a un poder que se autoestimula, que tiene su propia erótica, su liturgia, que cabalga desprovisto de amor, que no permite al gobernante caer en él porque es una contraindicación para ser buen gobernante, debilita. Este protagonista –concluye Javivi– es un personaje con distintos prismas o facetas, muy interesante para un actor. Me siento a gusto en él. Tenemos deseos de agradar y encontrarnos con el público. Queremos ser la sensación teatral de este verano».