Exposición

Cuarenta y cinco siglos de sueños marcianos

Una exposición en el Espacio Fundación Telefónica muestra la obsesión de la humanidad, pasada y futura, con el planeta rojo.

El hombre de Marte. Portada de la revista de ciencia ficción «Fantastic Stories», de septiembre de 1965
El hombre de Marte. Portada de la revista de ciencia ficción «Fantastic Stories», de septiembre de 1965larazon

Una exposición en el Espacio Fundación Telefónica muestra la obsesión de la humanidad, pasada y futura, con el planeta rojo.

Hace 4.500 años, los asirios dieron por primera vez fe de la existencia de Marte. Los extraños movimientos del planeta, su color anaranjado y su inconfundible resplandor fascinaron a los observadores... hasta nuestros días. Nunca hemos estado tan cerca del planeta rojo como hoy. En apenas dos decenios, el ser humano podría llegar a pisar su superficie. La exposición inaugurada ayer en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid, «Marte. La conquista de un sueño», presente hasta el próximo 4 de marzo, disecciona esta historia de seducción a 225 millones de kilómetros de distancia y que abarca ya 45 siglos.

Realizada con el asesoramiento del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), la Agencia Espacial Europea (ESA) y el Observatorio Astronómico de Roma (INAF), la muestra consta de cinco bloques: un recorrido por la representación que han hecho del planeta las diferentes civilizaciones –griegos, romanos, aztecas...–; los estudios de Marte que los sabios llevan realizando desde el siglo V a. C., con Platón como pionero, y donde pueden contemplarse el primer mapa del planeta realizado por Huygens en 1659 o la reproducción del telescopio de Galileo; por supuesto, su impacto en la cultura pop, tanto en cine –«La guerra de los mundos»– como en música –David Bowie– o literatura –Ray Bradbury–; la exploración actual, con maquetas en 3D de las diferentes naves que han alcanzado el planeta, desde las sondas Mariner hasta el «rover» Curiosity; por último, la muestra también repasa el adiestramiento de los astronautas y los ensayos de los equipos sobre el terreno, en el que no falta el paraje «marciano» de Ríotinto (Huelva) como parte de las simulaciones.

En total, la exposición reúne 150 piezas –entre ellas un fragmento de un meteorito procedente del planeta que cayó en Nigeria en 1962– y también a unos invitados muy familiares: los marcianos más famosos de la ciencia-ficción, reconocibles a través de unos no menos futuristas hologramas. La muestra está coproducida por la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, donde se podrá ver el próximo 4 de mayo.

¿Hubo o hay vida?

¿Estamos cerca de cumplir el sueño de que un ser humano pise su superficie? Las últimas estimaciones hablan de la década de 2030. «No hay unanimidad al respecto», afirmó durante la presentación Ignacio Arruego, jefe del Área de Ingeniería de Sensores Espaciales del INTA. «Técnicamente, en 20 años, podría ser posible. Me inclino más por el final de los años 30», añadió. Una valoración que comparte Javier Ventura-Traveset, portavoz de la ESA, que considera que la agenda está «bastante trazada», aunque todavía debe conseguirse un hito jamás logrado: traer de vuelta a nuestro planeta muestras marcianas. Y es que, de momento, toda la exploración se ha hecho a través del terreno.

De momento, la siguiente misión europea, ExoMars, será lanzada en 2020, y su objetivo será «taladrar» el suelo del planeta. ¿El objetivo? Averiguar si hubo vida, presente o pasada, en el planeta. Y eso lleva a la inevitable pregunta: ¿estamos solos? «La tendencia del Universo material es organizarse en cuanto puede», dice Juan Ángel Vaquerizo, astrofísico de la Unidad de Cultura Científica del CAB (CSIC-INTA). «Eso significa que los átomos forman moléculas y éstas, a su vez, siguen adelante. En el caso de la Tierra llegaron al nivel de biología», añade. Hay que tener en cuenta que, «no hace muchos años, en 1995, el único sistema planetario del que se tenía conocimiento era el nuestro. Pasamos de ser el centro del Universo a quedarnos en un lado». Así, ahora los científicos son cada vez más capaces de estudiar planetas muy parecidos al nuestro. «De aquí en dos años, gracias a instrumentos como el telescopio James Webb, vamos poder obtener información de las atmósferas y su composición. Ahí podríamos ver biomarcadores. Y ahí se abre todo un abanico de posibilidades. El futuro es muy halagüeño», añadió Vaquerizo. «Si la vida es tan frecuente e inevitable, la vamos a encontrar», afirmó por su parte el portavoz de la ESA.

Claro que en la «conquista» de Marte hay que superar todavía una serie de barreras técnicas y humanas. Como señaló Ventura-Traveset, está la radiación cósmica, que pondría en riesgo la integridad de los astronautas; el lanzamiento de una nave desde el planeta para su regreso a la Tierra; el retraso en las comunicaciones entre los exploradores y nosotros, que podría ser cercano a la media hora... En todo caso, Arruego consideró que estos problemas «no son irresolubles», y que se podrán sortear «gracias a la cooperación internacional».

Yendo más allá, ¿puede plantearse la llegada a Marte como una «huida» de nuestro planeta, cada vez más deteriorado? ¿Repetiríamos allí los errores medioambientales que hemos provocado aquí? «La búsqueda de vida es un proceso colonizador en sí mismo, y toda conquista supone también una interacción», afirmó Vaquerizo. «Es una premisa de ciencia-ficción», aseguró Arruego. «No es algo intencional, sino natural: la exploración es algo implícito en la naturaleza del ser humano», añadió. En todo caso, las preferencias están claras: «La prioridad ahora mismo es cuidar nuestro planeta», concluyó Ventura-Traveset.