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El armario Real

El primo de Isabel II, Lord Ivar Mountbatten, hizo historia recientemente al presentar en público a su novio, pero lo cierto es que entre los miembros de las casas reales ha habido desde hace siglos historias de amor homosexual
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El primo de Isabel II, Lord Ivar Mountbatten, hizo historia recientemente al presentar en público a su novio, pero lo cierto es que entre los miembros de las casas reales ha habido desde hace siglos historias de amor homosexual.
Recientemente, los Windsor rompieron un tabú. Lord Ivar Mountbatten presentó a su novio James Coyle. Lord Ivar es hijo de los terceros marqueses de Milford Haven, cuarto nieto de la Reina Victoria, sobrino nieto del conde Mountbatten de Birmania, primo de Isabel II de Inglaterra y padrino del primogénito de los condes de Wessex. Antes casado con una mujer, Penny, y padre de tres hijas, decidió salir del armario y vivir su vida según se lo pide su corazón. La realeza, tan formada por hombres y mujeres como cualquier otro colectivo, no es ajena a este fenómeno. Son muchos los reyes y príncipes atraídos por personas de su mismo sexo. Hay grupos sociales donde el porcentaje de gays supera la media. El de la realeza no es, desde luego, el que tiene un tanto por ciento más bajo. Tanto en España como fuera de nuestras fronteras hay y ha habido gays pertenecientes por consanguinidad o afinidad a esa parte de la población.
El pasado siglo, la bisexualidad del príncipe Jorge, duque de Kent, y sus amores con el comediógrafo Noel Coward no eran un secreto, como tampoco lo fue su afición a la decoración. Siglos antes, en el XIV, la relación de Eduardo II con Piers Gaveston casi lleva a Inglaterra a una guerra civil. Otros monarcas ingleses homosexuales fueron Ricardo Corazón de León, Ricardo II y Jaime I. Luis XIV de Francia tenía un solo hermano, Felipe, duque de Orleáns. Su primer amante conocido fue un sobrino del cardenal Mazarino, Philippe Jules Mancini, duque de Nevers. Ambos «sufrían» de lo que entonces se llamaba el «vicio italiano». Sin embargo, su relación sentimental más sonada fue con Felipe de Lorena-Armagnac, más conocido como el Caballero de Lorena, miembro de la casa de Guisa, rama menor de la casa de Lorena. Ya en tiempos de Enrique III de Francia, sus famosos «mignons», como el duque de Joyeuse o el duque de Épernon, favoritos a los que se atribuía una sexualidad heterodoxa, causaron en parte, según varios historiadores, la desintegración de la casa de Valois.

«Ludwig»

En Baviera no podemos olvidar al rey Luis II, cuya vida fue llevada al cine por otro homosexual famoso, Luchino Visconti, en su película «Ludwig». Nunca se casó con su prima y prometida la duquesa Sofía Carlota de Baviera, hermana de la emperatriz Isabel de Austria, la archifamosa Sisi, con la que Luis mantenía una estrecha amistad, probablemente porque se sentía comprendido y arropado. Luchaba para ocultar y ahogar una sexualidad homoerótica que rebosaba en su personalidad y para mantenerse fiel a la Iglesia Católica. La homosexualidad había dejado de ser punible en Baviera desde 1813, pero la unificación de Alemania bajo la égira de los Hohenzollern prusianos cambió esa situación.

Caso Harden-Eulenburg

Curiosamente, uno de los mayores escándalos del Imperio Alemán surgido de 1871 fue el conocido como «caso Harden-Eulenburg», en el que se vieron implicados diversos miembros del gabinete de Guillermo II entre 1907 y 1909 por comportamiento homosexual. Los litigantes, Philipp, príncipe de Eulenburg-Hertefeld, y el periodista Maximilian Harden, dieron lugar a una serie de acusaciones e inculpaciones del llamado «Círculo de Liebenberg». En el proceso estuvieron implicados Kuno von Moltke, Georg von Hülsen, intendente del Teatro Real, Von Stückradt, ayudante del príncipe heredero, y Bernhard von Bülow. Ya antes se había acusado de homosexualidad a otros conocidos y parientes de Guillermo II, como al mayor conde Lynar y al teniente general conde Wilhelm von Hohenau, comandante del regimiento de guardias. Por su parte, Leopold von Meerscheidt-Hüllessem, jefe de la policía de Berlín, intentó demostrar sin éxito al emperador el sin sentido del párrafo 175, la ley que prohibía la sodomía. Muchos expertos incluyen a Federico II de Prusia en la lista de reyes homosexuales. Parece que sus primeras experiencias en ese sentido tuvieron lugar con Peter Karl Christoph Keith, un paje de su padre que fue expulsado de la corte por el rey Federico Guillermo I. Éste creía que la relación entre su hijo y Hans Hermann von Katte era de carácter homosexual, lo que llevó a éste al cadalso. El propio Voltaire estaba convencido de la homosexualidad de Federico II, cuyo último «affaire» más conocido fue con su primer valet, Michael Gabriel Fredersdorf.
Otros príncipes alemanes homosexuales incluían al gran duque Federico Francisco III de Mecklemburgo-Schwerin, casado con la gran duquesa Anastasia Mijailovna de Rusia, que le dio tres hijos. O al rey Carlos I de Württemberg, que no tuvo descendencia con su esposa, la gran duquesa Olga Nicolaievna de Rusia. Carlos fue centro de diferentes escándalos por su especial cercanía a varios hombres, como el americano Charles Woodcock, antiguo chambelán al que hizo barón Savage en 1888, y del que era inseparable hasta el punto de vestir de modo idéntico en público. Woodcock se convirtió años más tarde en amante del director técnico del Teatro Real, Wilhelm George.

Burlas familiares

La augusta casa de Austria no estaba exenta de homosexuales. El archiduque Luis Víctor, hermano del emperador Francisco José, es buena prueba de ello. Filántropo y patrono de las artes, se le intentó casar con la ya citada duquesa Sofía Carlota de Baviera, pero permaneció soltero. Su hermano le prohibió permanecer en Viena y se burlaba de él diciendo que debería asignarle una bailarina como ayudante para evitarle tentaciones.
Gustavo V de Suecia fue, amén de un gran rey y consumado deportista como jugador de tenis, un notable homosexual que no se molestó en ocultar tal condición ya en los últimos años de su vida. Fue un gran escándalo en la época su supuesta relación con Kurt Haijby. Se demostró que la corona, probablemente sin conocimiento de Gustavo V, había pagado grandes sumas de dinero a Haijby para mantener su silencio, que se le había presionado para dejar el país y que se le ingresó injustificadamente en un psiquiátrico. Se suicidó en 1965. Por su parte, el príncipe Waldemar de Dinamarca mantuvo una larga relación con su sobrino, el príncipe Jorge de Grecia y Dinamarca, esposo de la famosa psicoanalista, discípula de Freud, la princesa María Bonaparte. Podríamos prolongar este relato ad infinitum pues la lista es larga y en ella hay quienes, con más o menos datos, incluyen entre los reyes y príncipes homosexuales o bisexuales a Guillermo II y Guillermo III de Inglaterra, Luis XIII de Francia, Pedro I de Rusia, Maximiliano I de México, Jacobo I de Inglaterra, Humberto II de Italia –a quien se atribuyeron relaciones con Luchino Visconti y Jean Marais, y que era denominado «Stellassa» por la literatura neofascista, utilizando incluso en su contra esta supuesta condición durante el referéndum monarquía-república de 1946–, Pablo I de los Helenos, el príncipe Felipe de Hesse, el príncipe Luis Fernando de Prusia –íntimo amigo del duque de Kent– y hasta al duque de Windsor, cuya esposa, por cierto, según Anne Seagrim, fue amante de un homosexual, Jimmy Donahue, diecinueve años más joven que ella, al que conoció a bordo del Queen Mary en 1950.
Tampoco se han librado de rumores de ser homosexuales o bisexuales Alberto II de Mónaco, los grandes duques Sergio Alejandrovich o Constantino Constantinovich de Rusia, la princesa Isabel de Parma –esposa del archiduque José–, el príncipe Johannes von Thurn und Taxis, asiduo cliente de discotecas gays y luego casado con Gloria, la «princesa punk», o el príncipe Andrés de Grecia, padre del actual Duque de Edimburgo. Las convenciones sociales han impelido a muchos a contraer un matrimonio tradicional pero su innata condición estaba ahí.

El Infante respondón