«El caserío»: El regreso a casa de Guridi
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«El Caserío» de Guridi. Intérpretes: Raquel Lojendio, Ángel Ódena, Andeka Gorrotxategi, Marifé Nogales, Pablo García-López, Itxaro Mentxaka, Eduardo Carranza y José Luis Martínez. Escenografía: Daniel Bianco. Vestuario: Jesús Ruiz. Iluminación: Juan Gómez-Cornejo. Coreografía: Eduardo Muruamendiaraz. Dirección escénica: Pablo Viar. Dirección musica: Juanjo Mena. Teatro de la Zarzuela. Madrid,
3-X-2019.
El Teatro de la Zarzuela ha abierto temporada con «El caserío» de Guridi y los libretistas Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, que se estrenara en el mismo teatro en 1926 y donde no se veía desde hace «tan solo» cuarenta y dos años. Sin duda, una de nuestras mejores zarzuelas. La producción proviene de los teatros Arriaga de Bilbao y Campoamor de Oviedo y lleva la firma de Pablo Viar, con escenografía de Daniel Bianco y vestuario de Jesús Ruiz. En los ocho años de su andadura se ha ido perfeccionando y ha mejorado mucho en su conjunto, ahora con una sobresaliente dirección orquestal, desde las últimas representaciones en los Teatros del Canal. Se acierta en prescindir de parte de diálogos costumbristas innecesarios y ya fuera de lugar y en introducir alguna que otra morcilla. Una parte se desarrolla en la corbata, mediante un simple portalón, y otra en un frontón en el lateral izquierdo con gradas en el derecho en la que se colocan espectadores, emulando un coro griego, cuyos movimientos imprimen algo de acción a una trama simple de nada fácil escenificación. Por ello también se recurre a los bailes regionales, por cierto muy bien ejecutados por Aukeran Dantza y muy aplaudidos por el público. Pablo Viar consigue así que el espectáculo, de una hora y cuarenta minutos sin interrupción, funcione y no canse en momento alguno.
También, obviamente, es mérito de Juanjo Mena, una de nuestras primeras batutas afortunadamente recuperada para el Teatro de la Zarzuela, tras la no muy satisfactoria experiencia personal que vivió en él hace siete años. Una dirección muy viva, que mantiene el ritmo y aporta sensibilidad. Tanto el coro titular como la Orcam alcanzaron sus mejores niveles, pudiéndose disfrutar plenamente de los inspirados intermedios de Guridi. El acompañamiento a los cantantes resulta modélico y así Ángel Ódena y Andeka Gorrotxategi pueden matizar con medias voces sus conocidas arias. Ódena es sin duda un lujo, con una voz en plenitud. En Gorrotxategi, cada vez más solicitado internacionalmente, se valoran especialmente el arrojo y un timbre de tenor spinto que no abunda, aunque la línea peque en ocasiones de cierta tosquedad y algunos ataques no estén del todo resueltos. La versátil soprano tinerfeña Raquel Lojendio no tuvo problemas con la tesitura de lírico-ligera de Ana Mari. Destacable Itxaro Mentxaka y sobresaliente la actuación vocal y escénica de Pablo García-López, un tenor ligero al que hay que seguir.
Un buen inicio musical para una temporada que empieza con bastantes problemas administrativos que ha de resolver el Inaem.