Buscar Iniciar sesión

El diagnóstico que Sigmund Freud le hizo a Hitler con 6 años y que pudo cambiar la historia

El niño vivía atormentado por sus pesadillas y los constantes maltratos físicos y psicológicos de su padre
larazon
  • Licenciado en Ciencias Políticas y Periodismo, llegó a LA RAZÓN en marzo de 1999: Tras pasar por Deportes, Televisión, Sociedad y Sucesos aterrizó en internet hace 15 años y ahora busca oportunidades para conseguir tráfico a través del SEO.

Creada:

Última actualización:

El padre del psicoanálisis recomendó el ingreso del joven Hitler en un hospital mental para niños y que se le pusiera en tratamiento. A pesar de la insistencia de la madre, su padre se negó y nunca fue tratado.
Adolf Hitler era un niño atormentado por su sueños, en los que le perseguían monstruos malignos que lo castigaban y caía en abismos profundos. Estas pesadillas le hacían pensar incluso en su deseo de morir y hacía que tuviera conductas impropias de un niño de su edad. Según una investigación realizada en Londres por el escritor Laurence Marks y el historiador John Forrester, su médico no sabía cómo ayudarlo y decidió consultar con Sigmund Freud. El padre del psicoanálisis, recomenzó su internamiento en un hospital mental de Viena en 1895, cuando tan sólo contaba con seis años. Además, le recomendó un tratamiento que, de haberlo seguido, podría haber cambiado el curso de la historia. Alois Hitler, padre de Adolf, se negó a que su hijo fuera recluido en un centro de salud mental infantil a pesar de las peticiones de su mujer Klara, que velaba por el interés de su hijo. El padre era inflexible y consideraba que si era internado nunca llegaría a ser un funcionario de aduanas como él, informa "La Nación".
de esta manera, el niño no fue internado y no recibió tratamiento alguno y eso provocó que siguiera provocando el desvelo de sus padres, especialmente de su madre. La primera crisis mental de Hitler se produjo entre 1907 y 1908, cuando el futuro genocida fue rechazado dos veces en la Academia de Artes de Viena. El joven Hitler nunca superó este rechazo, tal y como reflejaría en "Mein Kampt"(Mi Lucha). El joven austriaco con intereses artísticos siguió tratando de cumplir su sueño, ayudado de sis facilidad para la oratoria y capacidad de liderazgo que tenía. Al no lograrlo, comenzó a tener manías persecutorias, según las cuales sentía que había una conspiración contra el para impedir que cumpliera sus sueños.
Marks señala que el daño psicológico del pequeño Hitler comenzó debido a los malos tratos que le propinaba su estricto padre. De hecho, argumenta que tras constantes vejaciones, Adolf trató de escaparse de casa por la ventana en mitad de la noche y desnudo para no hacer ruido, pero la mala suerte hizo que quedara enganchado. El ruido que provocó despertó a su padre, que al ver la escena despertó a toda la familia para que se rieran de él.
Marks sostiene que la razón por la que Alois no internó a su hijo fue para no ser descubierto, para que no detectaran las señales de maltrato en su cuerpo.
Psicopatía neorótica
El psiquiatra Henry Murray fue reclutado por la CIA para analizar la mente de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial y tratar de encontrar sus puntos débiles. Se trató del primer perfil psiquiátrico sobre el genocida, que revelaba padecía de histeria, neurosis, esquizofrenia y paranoia. “Es una persona rencorosa y vengativa, poco tolerante con las críticas y con tendencia a menospreciar a las personas”, recogía su informe de 250 páginas. Asimismo, Murray determinó que era probable que si perdía la guerra, Hitler se suicidaría con un arma, y así lo hizo.
Otros estudios posteriores, como el de la investigadora Mariana Andrea Roselli, de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), describieron al alemán como un hombre con personalidad de tipo psicópata.