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El mar abierto de Gerhard Richter

El Museo Guggenheim reúne la mayor cantidad de marinas del artista alemán, uno de los creadores vivos más cotizados, en diferentes formatos y colores
larazon

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El museo de Bilbao acoge hasta septiembre el conjunto más grande de marinas que se haya reunido de uno de los creadores vivos más cotizados
Un lienzo. Una fotografía. Gerhard Richter sabe jugar al bendito despiste con sus obras. Lo mismo nos da que sean una cosa u otra. Lo cierto es que son. Y son obras con el mar como pretexto por las que se mueve como pez en el agua. El Museo Guggenheim de Bilbao acoge hasta el mes de septiembre el conjunto más grande de marinas que se haya reunido del creador alemán, una decena, en diferentes formatos y colores. Richter, mientras, calla. Y sigue trabajando en su estudio. No viaja, no concede entrevistas. No da importancia a formar parte del triángulo de artistas vivos más cotizados, es decir, los que se venden por más cifras en subasta.
Richter contempla el mar, que escribiría Pedro Salinas. Lo mira a una distancia prudencial para no enredarse entre las olas y le saca todo el jugo posible. Agua es, al cabo, pero no un agua cualquiera. Nacido después dela II Guerra Mundial, empezó a trabajar con este tema en los años sesenta del pasado siglo. Sus óleos sobre lienzo están en calma, dejan un hueco a las brumas. Pinta las nubes planas con una pintura tan absolutamente diluida que es imposible saber dónde acaba el óleo y empieza la imagen o vicerversa. En el fondo, qué más nos da. De las 10 obras mostradas en Bilbao, 8 son óleos, uno de ellos de factura abstracta; siete propiedad de fundaciones, museos y coleccionistas privados y uno del Guggenheim de Bilbao, y dos trabajos realizados sobre papel.
Lucía Agirre, comisaria de la muestra, asegura que la última vez que se reunió un número apreciable de estos trabajos, de los que realizó un total de 24 óleos en tres décadas, fue en la ciudad alemana de Leipzig en 1977, donde se pudieron ver cuatro marinas reunidas. Ha explicado que el artista alemán, nacido poco antes del inicio de la II Guerra Mundial en lo que luego fue la República Democrática Alemana y que la abandonó para instalarse en la República Federal de Alemania en 1961, comenzó a pintar paisajes marinos en 1967.
Sin embargo, no fue hasta 1969 cuando realizó el grueso de su producción sobre este tipo de paisaje que abandonó en 1998, cuando pintó sus dos últimas obras; una de ellas, realizada sobre una fotografía tomada en una estancia suya en Tenerife, forma parte ahora de la colección propia del Guggenheim Bilbao y la otra, del Museo de San Francisco.
Nada Richter entre la abstracción y la figuración. Y guarda la ropa. Dice Agirre que “ambos se funden en su obra. No busca tanto pintar una fotografía, sino hacer una fotografía con pintura". Y le concede, asegura, enorme importancia al color gris porque representa "la ausencia del color; es un color que para él no transmite emociones y eso para Richter es importante".