F. Rodríguez Adrados: «En Cataluña juegan a ser dirigentes de una nación»
Recopila sus artículos de prensa, publicados entre 1990 y 2014, sobre historia, política y sociedad, editados por la Real Academia de Historia
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El profesor Rodríguez Adrados, uno de los mayores helenistas del mundo, indianista, indoeuropeísta, autor de prestigiosas publicaciones en el campo de las humanidades y la enseñanza, recoge en este libro una serie de artículos publicados en los principales periódicos españoles entre los años 1990 y 2014. «De Historia, Política y Sociedad» es el quinto, editado por la Real Academia de la Historia y ya prepara un sexto sobre lengua, educación y literatura. Predominan los temas españoles, pero no faltan europeos y generales. Colaborador de LA RAZÓN, dice que «cayó en el periodismo de rebote». Después le concedieron por ello el premio de González Ruano.
-¿El periodismo le ha servido para analizar la evolución de España y del mundo en estos años?
-Yo trabajaba en mi materia, pero a partir de un momento sentí la necesidad de pensar y escribir sobre la vida política, social y literaria que nos rodeaba. El mundo antiguo era un buen punto de partida para dirigir la curiosidad en distintas direcciones. Escribía sobre todo y, además, añadía experiencias de mis viajes culturales y reflexiones sobre el mundo, que ha cambiado mucho. El estilo de vida, la espontaneidad de la juventud, los nuevos héroes que son los futbolistas o el avance de estos aparatitos llenos de botones que hacen furor y a mí me ponen tan nervioso. Los periódicos han sido una forma de divulgación, de lucha por la educación y de crítica. Una manera de llegar más lejos en temas que me interesaban.
-¿La misión del intelectual es la de ser crítico?
-El poder no tiene mucho que ver con la intelectualidad. La misión del intelectual es criticar al poder. La historia española desde el siglo XIX no ha sido muy optimista y le viene bien reflexionar sobre ella.
-¿Encuentra conexión entre la vida política y social del mundo griego y la actual?
-Mucha. Los principios fundamentales de la democracia son los mismos, los conflictos sociales, la política...Si ves las críticas de Pericles entre su partido y los contrarios, eran las mismas que ahora. La mayoría de las preocupaciones humanas, sean de índole política, social o literaria, ya estaban tratadas en el mundo clásico. Ahora todo es más grande, las ciudades, los problemas mundiales, la economía distinta, pero el aspecto humano es igual.
-¿Su lucha por incluir las Humanidades en los planes de estudios es batalla perdida?
-Quién sabe, dejemos ver el futuro. Al final del franquismo se abrieron las compuertas, pero la mayoría de los políticos despreciaron las Humanidades. Viven en otro mundo. En la democracia pasó lo mismo, se llenaron de teorías pseudopedagógicas y redujeron los niveles de conocimiento para evitar el suspenso. Por eso quitaron el latín. Hoy prestan más atención a la tecnología que a las humanidades y creo que esto tiene consecuencias negativas. Con Bolonia ha bajado el nivel en la universidad, incluido el profesorado, y no sólo en España. A los que nos hemos dedicado al conocimiento, esto no nos gusta.
-¿Qué aporta la Lomce al sistema educativo?
-Es un tema difícil. Al principio comenzó improvisando y llena de exabruptos. Luego ha ido mejorando, ha intentado recopilar los niveles a través de exámenes, aunque siguen bajos. Un ensayo que tiene de favorable que trate de enseñar el español en toda España.
-Usted defiende el español, no el castellano.
-Claro, es que es el único país de Europa en el que pasa esto. Todos los idiomas –el italiano, el francés, el ruso...– han nacido en una región y luego, al convertirse en lengua común, han tomado el nombre del estado. A nadie se le ocurre llamar florentino al italiano porque nació en la zona de Florencia. Llamar castellano al que fue castellano y hoy es español es un error que sigue prosperando.
-¿Cree que estamos en un momento de decadencia cultural?
-Sí, yo creo que sí, al menos en la alta cultura, no sólo en las lenguas clásicas, sino en el conocimiento. Sólo se conocen cuatro trivialidades, la gente parece que no se entera de nada. Hay un desconocimiento general grande a pesar de hacer turismo. Ves las masas de turistas y solo se interesan por las fotos, como oí en el Partenón. Para entender las cosas hay que saber.
-En sus libros y artículos ha escrito mucho sobre la democracia. ¿Es una utopía?
-Es que es muy difícil. Los ideales de igualdad desde ciertos puntos de vista son posibles, pero esto produce problemas, hay que contar el mérito de cada uno. La democracia perfecta no existe, es un ideal y los ideales llegan hasta donde llegan. Es una lucha continua porque no paran de salir tiranos que provocan la caída de regímenes democráticos y eliminan la libertad. Como decía Platón: «La excesiva libertad trae la tiranía» y, más o menos, sigue siendo verdad. Luego viene la rebelión contra ella.
-¿Las ideologías han arrastrado a la sociedad hacia el abismo?
-Tratan de construir un sistema perfecto, pero de la teoría a la práctica...Muchas han creado totalitarismos, ejerciendo una presión terrible. Persiguen mejorar el aspecto humano, pero de forma tan exigente y autoritaria, que acaba coartando la libertad. Han buscado una igualdad de conducta, no igualación de derechos. Absolutismos idealistas como el comunismo, el anarquismo o los nacionalismos fanáticos son fracasos que han traído más sufrimiento que felicidad al hombre.
-Uno de sus artículos habla de la Monarquía del s. XXI. ¿Cómo valora lo que ha ocurrido?
-La Monarquía se ha ido abriendo y ha hecho todo lo posible por acercarse a la población. Su valor está en que es democrática y culta, sirve de unión y da un tono vital fuera de los partidismos. Todo lo que ha ocurrido con la familia le afecta, pero es algo circunstancial y hay quien lo utiliza para hacer daño a la institución.
-¿Qué tarea tiene Felipe VI por delante?
-No sabemos cuál es el poder y la verdadera dimensión de una persona hasta que no actúa. Debe recuperar la confianza en la institución y evitar rupturas. Un factor de unidad más que discordia. A veces, parece que se tiene demasiado idealismo y desconocimiento de la historia de España, que ha sido bastante extremista y terrible. La ignorancia ha provocado que, cada vez que ha habido un sistema amistoso o tolerable, siempre ha tenido una revolución enfrente y lo hemos desaprovechado. Deberíamos aprender para que no ocurra lo mismo.
-¿Cree que la herida del terrorismo se ha cerrado en falso?
-Creo que sí. Fue un error de los socialistas y esto les ha llevado a las instituciones. No se han convertido en nada, no han pedido perdón. No hacen más daño porque no pueden. El partido popular lo ha aceptado y ha cerrado en falso. Consintieron que salieran a la calle y no estoy de acuerdo con los que salen y andan paseándose delante de sus víctimas. Esto no ocurre en Europa.
-¿Habrá referéndum en Cataluña? ¿Conseguirán sus objetivos?
-No lo sabemos, pero es muy desagradable. Juegan a ser dirigentes de una nación. Están tentados por la ambición, pero creo que se están equivocando. No debería haber referéndum. Para Cataluña sería nefasto, sería como Albania, un país de cuarta categoría, pero el Gobierno tendría que haber empezado antes. La historia la han falsificado y cuanto más se les deja crecer, más cuesta. En esto tuvieron mucha culpa los socialistas al prometerles lo que ellos quisieron.
-¿Somos una gran nación?
-Regular. Existe un complejo tremendo que viene del enfrentamiento con toda Europa o también porque se nos quería mal. Hay demasiados mitos sobre nosotros y nos infravaloran. No creen que estemos al nivel que estamos y aquí podemos hacer lo mismo que ellos. España no es muy afecta a Europa, tenemos más afecto y más peso con América.