Francesca Leone: «Italia está en decadencia»
Hija del mítico director de cine Sergio Leone, presenta en el Palacio de Gaviria hasta el 30 de noviembre su primera muestra en España, hecha con materiales de desecho.
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Hija del mítico director de cine Sergio Leone, presenta en el Palacio de Gaviria hasta el 30 de noviembre su primera muestra en España, hecha con materiales de desecho.
Su exposición se llama «Domus», pero no esperen ver una casa acogedora en la que sentarse a pasar las horas sin reflexionar. La muestra de Francesca Leone (Roma, 1964), en el Palacio de Gaviria hasta el 30 de noviembre, invita a darle vueltas al consumo extremo en el que vivimos y al significado, uso y futuro de los desechos que generamos. A pesar de haber participado en numerosos eventos artísticos en Italia y otros países europeos, es su primera exposición en España, en el Patio Andaluz del Palacio de Gaviria, un piso por debajo de la actual exposición de otra mujer, ésta de antaño: Tamara de Lempicka. Por sus venas, además, corre sangre ilustre: es hija del mítico director de cine Sergio Leone, autor de «El bueno, el feo y el malo», entre tantos otros filmes inolvidables.
–«Domus» nos retrotrae al mundo antiguo pero los materiales que presenta aquí son actuales: cemento, paneles de hierro, zinc...
–La exposición se llama así precisamente para homenajear este espacio expositivo que antaño era una villa noble, con este patio central que casaba perfectamente con mis instalaciones.
–Por ejemplo, con esta pieza central, «Our Trash», que usted ya presentó en 2015 en la Triennale de Milán.
–Es una especie de jardín contemporáneo con miles de objetos entrelazados que normalmente tiramos o perdemos, unidos a plásticos coloreados que parecen flores... Son cerca de 40 metros cuadrados de desechos.
–Nuestra basura, como dice el título...
–Exacto. Pero es una obra que no es solo de denuncia, sino también sobre la memoria, porque en ella encontramos viejas marcas, objetos en desuso junto a otros nuevos, miles de cigarros, que hablan de nuestros vicios y nuestra vida cotidiana. Pero la brutalidad de estos objetos se enmascaran con los plásticos colorados que hacen las veces de flores de jardín.
–De hecho, con el cristal que los protege se puede incluso pasear por este «jardín»...
–Sí, y eso casa con la idea que tengo de que mis obras sirvan de renacimiento de viejos objetos, abandonados y descartados, convirtíendolos en algo un poco más noble, dándoles una segunda oportunidad...
–¿Diría que su obra es ecologista, militante?
–Sí, pero no únicamente. Me gusta hacer de estos materiales brutales, de descarte, algo ligero y poético, que no solo sean una denuncia sino una nota de esperanza. Un arte del cambio, de la venganza.
–¿Cómo hizo acopio de todo este material? ¿Son todo basuras suyas, de amigos...?
–Hay de todo. Son miles de cosas. Las cogimos de la calle muchas y otras fueron hechas ad hoc para integrarlas.
–Me imagino que alguna vez la confundirían con una mendiga recogiendo colillas.
–(Risas) Desde luego. O con una barrendera. Incluso hay quien ha pensado que reciclábamos el tabaco que encontrábamos en la calle...
–Viendo su árbol genealógico, con un padre cineasta y una madre bailarina, se antoja complicado que no se dedicase al arte. Pero, ¿por qué las artes plásticas?
–El cine ya estaba en mi padre, era difícil confrontarse a eso, y además yo siempre he tenido una predisposición natural por la pintura y la escultura. Seguramente tengo influencias cinematográficas; en un aspecto visual o de sensibilidad, probablemente le debo mucho a mis padres.
–¿Le ha molestado en su vida y su carrera ser etiquetada como hija de Sergio Leone?
–Molestado no, pero sí me ha dificultado el camino. Por una parte es verdad que tienes una mayor visibilidad, pero por otro lado debes mostrar más valía, para que no digan que eres «hija de...». Aunque creo que mi arte habla por sí mismo y estoy orgullosa de ser una hija de artistas.
–¿Cómo fue crecer entre los rodajes de su padre? Usted incluso apareció como actriz en tres películas: «Hasta que llegó su hora» y «La muerte tenía un precio», cuando era un bebé, y «Érase una vez en América», ya veinteañera.
–A mi padre le gustaba meter a sus hijos como talismanes, pero no éramos actores. Aquel era un ambiente bonito que me es familiar y no me siento alejada de él porque mis hermanos siguen trabajando en el cine.
–He leído que le gusta mucho Manolo Valdés... ¿Tiene más influencia o relación con el arte español?
–Me interesa Barceló y desde luego Picasso, Miró, los grandes. Pero mi arte no se inspira en artistas españoles, más bien italianos como Giuseppe Uncini, que usaba el cemento, o el «arte povera» por otros motivos. A todo ello le sumo mi sentido del arte. El artista debe serlo de su contemporaneidad, la nuestra es la de un mundo donde el problema principal es el de los desechos, la contaminación, problemas que nos golpean en todos los ámbitos, desde la comida al clima y la naturaleza. Estamos arruinando nuestro mundo.
–¿Y cómo de cambiada ve España desde que venía de pequeña?
–Me acuerdo poco de entonces, pero en los últimos años ha tenido un crecimiento exponencial, mientras que Italia o Roma, que era igual o más esplendorosa que Madrid por ejemplo, ahora está decaído. Italia está pasando un momento de gran decadencia, y eso es triste para quienes vivimos allí.