Franco enamorado: "Le ordeno a usted que me quiera"
Soler y Llach subastará las románticas cartas del futuro dictador con una joven
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Soler y Llach subastará las románticas cartas del futuro dictador con una joven
Hubo un Franco antes de Franco. Hubo un momento en el que quien luego sería el protagonista de una de las páginas más tristes de la historia de España pensaba en otros asuntos más mundanos, nada que ver con asuntos militares y políticos. Eso es lo que viene a demostrar un conjunto epistolar que se pone en manos del mejor postor el próximo 27 de junio en la casa de subastas de Barcelona Soler y Llach.
Se trata de una serie formada por 32 cartas redactadas por un entonces desconocido Francisco Franco, en 1913 cuando se encontraba en su primer destino en Al-Latén (Melilla). La receptora de estos documentos se llamaba Sofía Subirán, Sofía Subirán, hija del entonces Comisario General de Marruecos José Subirán Espinal. Franco se enamoró de ella y le envió las típicas postales fotográficas de la época, de principios de siglo, con estética romántica.
Los dos protagonistas de esta historia se habían conocido durante las navidades de 1912. La historia de amor entre los dos jóvenes no salió bien, pese a que el joven Franco buscaba el afecto de Sofía. Los Subirán, junto con su hija, se acabaron trasladando a Málaga, pasando después a las Canarias hasta que el padre fue finalmente destinado a Melilla.
Lo que ofrece Soler y Llach son las 32 postales que conservó Sofía Subirán quien falleció octogenaria y soltera en Zaragoza. Es lo poco que ha podido llegar de un epistolario que, por lo que la receptora de las mismas explicó, estaba originalmente formado por centenares de cartas. Y es que el joven segundo teniente Francisco Franco le envió una media de casi tres escritos diarios entre el 6 de febrero y el 5 de junio de 1913. Subirán decidió destruir algunas en los años sesenta por, según aseguraba ella, respeto a su familia.
Los manuscritos nos ofrecen no pocas pistas sobre la mentalidad del futuro generalísimo y sus virtudes para poder conquistar a la muchacha. De su puño y letra encontramos frases como la despedida de su «buen amigo». En una cuarta afirma que él es «este amigo que le quiere». Guardando la compostura y sin ir más allá en la escritura, Franco firma solamente con el apellido y suele despedirse con frases como «queriéndola mucho le saluda», «le saluda y la quiere de veras» o «cuente siempre con el cariño de». En otra postal, escrita en el verano de 1913, le salía la vena militar al enamoradizo teniente hasta el punto de apuntarle a la ingenua Sofía Subirán que «le ordeno a usted que me quiera». Pero la orden no tuvo mucho efecto.
Subirán nunca respondió al afecto de un Franco que al final acabó casándose en 1923 con una gallega llamada Carmen Polo y Martínez-Valdés. No deja de ser curioso, al contemplar las imágenes de la muchacha llamada Sofía su gran parecido físico con la que luego fue esposa de ese novio al que no correspondió. Por ese motivo, no deja de ser tentador el pensar que probablemente Francisco Franco veía en Carmen Polo un espejo de aquella que no quiso saber nada de él.
La vida de estas cartas ha sido larga. Soler y Llach las saca a subasta con un precio de salida de 12.000 euros. En los últimos años se han tratado también de vender, pero sin suerte, en alguna casa de subastas de Madrid. Igualmente se han dedicado dos libros al tema, recopilando los textos escritos por Franco a su enamorada. La última vez fue en 2006, de la mano del cineasta Emilio Ruiz Barrachina en el ensayo «Le ordeno a usted que me quiera. El amor secreto de Francisco Franco», en Lumen.
Ahora las cartas vuelven a estar en manos de coleccionistas y curiosos por saber algo más de Franco antes de ser Franco.