Gabo y Llosa, dos grandes amigos luego enfrentados
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Fueron grandes amigos hasta la mediana edad, pero una pelea por motivos que nunca explicaron, alejó para siempre a Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, muerto hoy a los 87 años, aunque siempre remarcaron el respeto y la admiración por la obra del otro.
Al enterarse hoy de la noticia de la muerte de su otrora gran amigo, el Nobel peruano se mostró muy acongojado y envió las condolencias a su familia.
"Ha muerto un gran escritor cuyas obras dieron gran difusión y prestigio a la literatura de nuestra lengua", declaró Vargas Llosa con evidente congoja a un reportero del canal de televisión desde la ciudad andina de Ayacucho.
El peruano añadió que las novelas de García Márquez "le sobrevivirán y seguirán ganando lectores por doquier"y envió las condolencias a su familia.
En medio de las eternas conjeturas de la prensa y los expertos en sus obras, el enfrentamiento que los alejó volvió a las primeras planas tras el Premio Nobel de 2010 que se otorgó a Vargas Llosa, el segundo obtenido por un integrante del "boom"de la literatura latinoamericana, tras el que se concedió a Gabo en 1982.
Ese momento volvió a hacer confluir las carreras de las dos figuras más emblemáticas de la literatura latinoamericana contemporánea, que se separaron en su momento por una discrepancia nunca esclarecida, que terminó en un famoso puñetazo.
Fue el joven y talentoso Vargas Llosa quien asestó, hace 38 años, el golpe sorpresivo a su, por entonces, gran amigo, cuando el 12 de febrero de 1976 ambos se encontraron a la entrada de un cine en Ciudad de México.
En medio de numerosas especulaciones, fue la versión del periodista hispano-peruano Francisco "Paco"Igartua, la que mayor asidero tomó con el paso del tiempo y que se remite a unas discrepancias entre Vargas Llosa y su esposa, Patricia.
Según Igartua, él fue testigo de cómo el peruano se enfureció al ver al colombiano y, sin mediar palabras, se acercó y le asestó un puñetazo que sorprendió a Gabo con los brazos abiertos.
En su libro de memorias "Siempre un extraño", el periodista dejó entrever que entre los motivos estuvieron los celos, por unos supuestos consejos que había dado Gabo a Patricia cuando tenían problemas conyugales.
Luego ha sido el británico Gerald Martín, en su biografía "Gabriel García Márquez: una vida", quien dio una nueva pista para descorrer el velo de este enigma personal y literario.
Martín asegura que Vargas Llosa le dijo a Gabo: "Esto es por lo que le dijiste a Patricia"o "Esto es por lo que le hiciste a Patricia".
Otros aseguran que el golpe también fue el culmen de las discrepancias ideológicas que comenzaban a tener ambos amigos, por la defensa del liberalismo que hacía Vargas Llosa, y del régimen cubano de Fidel Castro, de García Márquez.
Y a pesar de que se pensaba que no existía ninguna evidencia del incidente, más allá de los testimonios difusos y confusos, hace siete años el fotógrafo Rodrigo Moya publicó en México dos tomas en las que se ve a García Márquez con los efectos del golpe recibido.
Moya, fotógrafo mexicano de origen colombiano, señaló que tomó la imagen el 14 de febrero de 1976, dos días después del puñetazo, porque García Márquez "quería una constancia de aquella agresión".
Recordó que le preguntó al escritor qué había pasado y éste fue "evasivo"y "atribuyó la agresión a las diferencias"que ya eran insalvables en la medida que el autor peruano "se sumaba a ritmo acelerado al pensamiento de derecha".
Pero fue Mercedes Barcha, la esposa de "Gabo", quien hizo un comentario más elocuente: "Es que Mario es un celoso estúpido, repitió Mercedes varias veces, cuando la sesión fotográfica había devenido en charla o chisme", según Moya.
Ante las preguntas insistentes que se le hacen sobre este tema, Vargas Llosa siempre señaló que tenía "un pacto tácito"para no hablar sobre García Márquez, con la intención de "darle trabajo a los biógrafos".
A pesar de ello, todos saben que más allá de las discrepancias, sus vidas y sus carreras siempre confluyeron desde su lejana juventud de afanes literarios y seguirán unidas para siempre en el parnaso de la literatura universal.