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Quim Vila: «Los jóvenes no se acercan al vino, lo ven de mayores»

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Organiza uno de los concursos más importantes del panorama enológico. Se trata del Premio Vila Viniteca, que se celebra el domingo en el Casino de Madrid
Quim Vila es, probablemente, una de las personas que más sabe de vinos de nuestro país. Iba para arquitecto hasta que empezó a hacerse cargo del negocio familiar. Propietario de Vila Viniteca, espacio en el que atesora las mejores botellas del planeta, tanto nacionales como internacionales, además de ser la mayor distribuidora de vinos de España, organiza uno de los concursos más prestigiosos del panorama, el Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas, que se celebra el próximo domingo en el Casino de Madrid.
–Quim, sólo hicieron falta treinta minutos para que se ocuparan las plazas. ¿Dónde radica el éxito de este certamen?
–Sólo admitimos 120 parejas, lo que hace que los participantes se apunten rápido. Y los principales motivos de que guste tanto es que los concursantes se lo pasan bien, porque se trata de un concurso único. Piensa que comparten la experiencia, la cata es a ciegas y, además, el premio económico es importante, ya que asciende a 30.000 euros. 20.000 se lleva la primera pareja, 7.000, la segunda y 3.000, la tercera.
–¿Cuál es la mayor dificultad de catar a ciegas?
–Es una prueba de humildad, porque te acerca al vino desnudo. Tienes que haber catado mucho para obtener una visión global.
–¿Cómo elige los vinos?
–Muy fácil, selecciono aquellos que me gustan. Tampoco podemos poner etiquetas muy raras, porque de lo que se trata es de que la gente disfrute.
–Celebra la octava edición, cuénteme alguna anécdota de las anteriores.
–El nivel es buenísimo. Algunos participantes han llegado a acertar el vino y la añada de etiquetas extranjeras, raras y difíciles de localizar. Algo increíble.
–Los datos señalan que los españoles bebemos sólo 14 litros de vino al año, una cantidad muy escasa. ¿Qué ocurre?
–Un desastre. Pasa lo mismo que desde hace treinta años. En aquel momento, fundé la Asociación Jóvenes Amigos del Vino. Se trataba de promover su consumo inteligente. Y no es que el sector se encuentre igual, sino peor. Los jóvenes siguen sin acercarse al vino. Hemos transmitido, entre todos, una visión de que para disfrutar de un ejemplar tienes que saber mucho. Sin embargo, cuando la gente se toma una cerveza o un gin tonic, no ha necesitado hacer un máster, sólo quiere pasarlo bien. El vino se ha convertido en una bebida tan sofisticada, que éstos no se acercan. Asimismo, se ofrece la imagen de que ésta es una bebida de mayores. Antaño, los españoles comían en casa y eran los abuelos quienes ponían la botella sobre la mesa. Se consideraba una bebida energética, ideal para los trabajadores que ejercían un esfuerzo físico. En cuanto cambió la sociedad y las familias dejaron de reunirse alrededor de la mesa, el vino dejó de percibirse como una bebida normal.
–Entonces, ¿cómo atajaría el problema?
–En otros países de Europa y en EE UU está de moda beberlo en los pubs, y aquí llegará. Además, por un lado, las áreas de agricultura promueven su consumo, porque es un producto de la tierra y, sin embargo, las de sanidad no ayudan cuando los problemas importantes que existen de alcoholemia son provocados por bebidas de mayor graduación.
–¿En España tenemos cultura enológica?
–No. En todos los bares, el camarero o sumiller debería ofrecer un buen cava o un buen vino de la zona. En toda España, se hacen muy buenos ejemplares. Se recuperan variedades autóctonas que antes no estaban de moda y ahora nos sentimos orgullosos de poseer. Lo mejor ya no es lo de fuera, sino los ejemplares de kilómetro cero. Éstos son la tendencia.
–Y esto ocurre en un país como el nuestro, en el que nos encanta, sin embargo, la cultura del bar.
–Por eso, se han instaurado los vinos por copas.
–¿Qué dice a quienes opinan que el vino es muy caro?
–Que no es verdad. No conozco un país que ofrezca los ejemplares más baratos en los restaurantes que en España. Evidentemente, resulta más caro beberlo en un establecimiento que en tu casa, pero si lo comparamos con otros países productores, como Francia e Italia, allí es muchísimo más caro.
–¿Es optimista? ¿Se vislumbran cambios?
–Sí. Han aparecido nuevas marcas con nombres divertidos y etiquetas contemporáneas que hacen gracia a los bebedores jóvenes.
–Usted fue el gran pionero en crearlas.
–Sí, El Perro Verde cumple diez años ya. La idea es diseñar etiquetas que el consumidor recuerde de una manera fácil. Así saben si les gustó y repiten. La cuestión es ponérselo fácil al consumidor, como cuando pides una cerveza. Debemos cambiar el lenguaje.
–¿Y los sumilleres son conscientes?
-Sí, gracias a ellos podemos probar por copas ejemplares muy diferentes procedentes de todo el mundo.
–¿Facilitaría las cosas cambiar la estructura de las cartas por otra más entendible?
–Ya existen numerosos establecimientos que lo hacen y las dividen por vinos ligeros, de medio cuerpo y estructurados. O aconsejan etiquetas que armonicen con los entrantes o para disfrutar en una gran ocasión. Al vino hay que acercarse sin miedo.
–¿Cuál sería el siguiente paso?
–Que nos ayude la gente famosa, que los productores de series de televisión incorporen en ellas a chicos y chicas disfrutándolo de una manera inteligente.
–Qué contradicción, ellos no lo beben y, sin embargo, La Mujer Cañón, un proyecto entre Uvas Felices, del que usted forma parte, y la Bodega Comando G, con enólogos muy jóvenes, ha sido reconocido por la prestigiosa revista «The Wine Advocate», de Robert Parker, como el mejor vino de la Comunidad de Madrid, con 95 puntos.
–Son unos tíos brillantes. Hay gente joven con mucho talento haciendo vinos excelentes. Piensa que Álvaro Palacios empezó con 25 años en El Priorat, igual que Peter Sisseck en Ribera del Duero. Fue valorada su fragancia, elegancia, delicadeza y complejidad. Son estos los vinos que gustan, frescos, bebibles, fáciles y sofisticados.
–¿Cuáles aconseja descubrir?
–Aparte de los ejemplares de Gredos, la próxima revolución llegará de Galicia, de zonas como la Ribera Sacra, y de las islas. En Canarias hay variedades autóctonas excelentes desconocidas en la península.
–¿Por qué caemos en el tópico de que los caros son los mejores?
–Esto era antes de la crisis. Ahora la frase es: «He descubierto un vino maravilloso por 15 euros. No queda bien pedir lo más caro, aunque lo puedas pagar.
–Recomiéndeme uno.
–El Hombre Bala.

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