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Un restaurante cordobés para armonizar estómago y espíritu

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trata del restaurante Caravasar de Qurtuba, cerca de la Mezquita de Córdoba, único local de hostelería en España con certificación halal, que distingue las prácticas permitidas por la ley islámica.
Decía Winston Churchill que con el espíritu sucede lo mismo que con el estómago, "sólo puede confiársele aquello que pueda digerir". Y, si los árabes respetan más que nadie la relación entre el alimento físico y el espiritual, en Córdoba ya cuentan con un sitio adecuado para saciar ambos.
Se trata del restaurante Caravasar de Qurtuba, cerca de la Mezquita de Córdoba, único local de hostelería en España con certificación halal (que distingue las prácticas permitidas por la ley islámica) en su consideración de "lo que es beneficioso y saludable para el ser humano".
Así, este restaurante, construido en lo que antes era un hotel y abierto hace apenas unos meses, no sólo tiene la totalidad de su carta certificada como halal, sino que también ofrece a sus clientes árabes una sala equipada con alfombras para el rezo, o duchas en los aseos para que se puedan lavar según marca el ritual.
Su nombre, además, también resulta muy adecuado, puesto que un caravasar es un edificio construido en torno a un patio -cordobés, por supuesto-, cuya función es la de albergar, dar reposo y alimento a los viajeros y sus animales.
Así, los caravasares fueron piezas clave en el desarrollo de las rutas de comercio a través de Asia, el norte de África y la Europa suroriental, y un lugar donde los marchantes de especias y telas llegaban para hospedarse, descansar, tomar un té y para comer.
Los tiempos han cambiado. Ahora los viajeros son una especie en extinción, sustituida paulatinamente por los turistas, quienes, no obstante, en el caso de los árabes, mantienen sus tradiciones a la hora de sentarse a la mesa.
Para dar respuesta a esta tradición, el grupo Cabezas-Romero, que cuenta con otros tres restaurantes en Córdoba, puso en marcha este Caravasar de Qurtuba, un proyecto que nació con la vocación de complacer al mundo árabe desde su propia distribución y decoración, obra del granadino Rafael Doblas.
No obstante, la certificación "halal"vino después, cuando se presentó el proyecto al Instituto Halal, que lleva quince años instalado en Córdoba, y que fue el que sugirió la idea.
"No es un local exclusivo para clientes del mundo árabe, sino que está abierto a Córdoba y a visitantes nacionales. Pero tiene ese servicio que hasta ahora no tenía este tipo de turismo, que es muy interesante", especifica a Efe Cayetano Romero, director del Grupo Cabezas-Romero.
Romero explica que el turista árabe no tenía este tipo de oferta en Andalucía, al menos "con la seguridad de que, tanto el servicio como la comida, se adapta a sus costumbres y a su religión".
De hecho, insiste en que, no solamente es el producto -que está comprado a productores certificados-, sino el local completo el que está adaptado a las costumbres halal, puesto que no cuenta con alcohol a la vista, y tiene cuartos de baños adaptados y una sala de rezo, mientras que los platos y dulces que ofrece se cocinan a la vista de los comensales.
Romero señala que la respuesta del mercado local está siendo también muy positiva, y que la certificación halal ha tenido efecto en las ventas, porque de ello se han hecho eco en hoteles de toda la región.
"Ellos vienen directamente, recomendados de los hoteles, no sólo de Córdoba, sino desde Marbella. Para ellos el término halal es de vital importancia. Ellos deciden dónde van a viajar porque pueda haber una oferta que cumpla con sus requisitos", apostilla Romero, que cree que "Córdoba necesitaba esto".
Lo necesitaba porque, en parte, la deuda de la gastronomía cordobesa con su huella árabe es indiscutible, y de ello sabe bastante Fatija, la cocinera del restaurante, natural de Marruecos, y que ha aprendido a conjugar ambas cocinas a la perfección.
"Hay una mezcla. Aquí se coge lo árabe y lo español", señala la chef, que especifica que todos los productos que se ofrecen vienen certificados y son caseros, y que de esa mezcla sale "la comida perfecta".
Esto lo dice mientras da los últimos retoques a un dulce llamado "cuerno de gacela", un hojaldre relleno de almendra, con canela, azúcar y agua de azahar.

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