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Haneke cierra las puertas del Real

Mientras el cineasta trabaja en el «Così fan tutte» que estrena el 23, un secreto del que apenas trascienden detalles, Mortier presenta la temporada 2013-2014
larazon

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Meticuloso y genial. Y educadísimo también. A saber: quienes se han cruzado con él por los pasillos del Teatro Real han sucumbido al hechizo de su mirada. Él se esfuerza en saludar con un casi perfecto español.
Meticuloso y genial. Y educadísimo también. A saber: quienes se han cruzado con él por los pasillos del Teatro Real han sucumbido al hechizo de su mirada. Él se esfuerza en saludar con un casi perfecto español. Da los buenos días como si el coliseo de la plaza de Santa Isabel fuera su casa. Y no le falta razón. Unas ocho horas al día (entre ocho y seis para ser precisos) son las que ensaya. Y lleva casi dos meses a puerta cerrada, aunque cuando abandona la casa pone tierra, mucha tierra, de por medio: la culpa la han tenido los Globos de Oro (estuvo nominado a cinco y se hizo con uno, y él recibió la noticia en suelo español con mucha sorpresa). Y dicen que de Hollywood no se vendrá de vacío. Ensaya con ritmo casi marcial: mide, coloca, recoloca y da una tercera vuelta. Revisa hasta el último detalle pero no suelta prenda sobre el «Così» que prepara. Te lo puedes cruzar en el ascensor, pero poco más. Su montaje, que estrenará el 23 de febrero en el teatro, es casi secreto de estado. Por eso acudimos a la persona que más cerca ha estado de él estos días, Gerard Mortier. De hecho, ayer fue el único bendecido con poder ver el ensayo completo. Peor suerte corrieron quienes, invitados, se quedaron a las puertas. Otra vez será. «Trabaja sin importarle el reloj. Yo le comparo con los grandes cineastas como Buñuel, Fellini y Bergman, gente acostumbrada a la precisión del cine. Resulta muy caro y no se puede perder el tiempo, y él es un buen ejemplo», confiesa Mortier. Se rodea de su equipo. Cambreling, el director musical, se ha convertido en su sombra «desde el primer día. Toman todas las decisiones conjuntamente», desvela. Lo habitual es que los ensayos duren entre cuatro y cinco semanas. Pero esta vez se prolongarán siete. ¿Maniático quizá? «Exige puntualidad y presencia perfecta porque aquí se viene a trabajar. Lleva grabada a fuego la disciplina del cine. Una hora es esa hora, no tres minutos más tarde». Le cuesta al principio al director general del Teatro Real desvelar cómo será ese «Così» del que todo el mundo habla: «Es extraordinario, conmovedor, pero...», y se tapa la cara con las manos, como presagiando emociones demasiado fuertes sobre el escenario. Llevan embarcados un par de años en el proyecto. El reparto lo buscaron juntos los tres, él, Haneke y Cambreling. Exige también, por el mundo del que viene, que además de cantar, el artista sepa actuar: «Tenía las ideas claras. Perseguía que los actores dieran la impresión de tener veinte años. Y se hicieron más de 130 audiciones». La decisión vocal estaba en las manos de Cambreling y Mortier; y después, dos horas más para comprobar si el cantante poseía la presencia escénica necesaria. Agotador, puro Haneke. Cuenta el director artístico que se topó con una gran problema: hasta abril de 2011 no tenían quien diera vida a Dorabella, «y entramos en pánico». Hasta que llegó una mezzo para el montaje de la ópera de Mercadante...» En Madrid la escucharon los directores artístico y musical. Y en Viena, Haneke. Misión cumplida.

«Così» duro y trágico

Se conocen desde hace mucho tiempo, unos quince años, quizá, desde que Mortier estaba al frente del Festival de Salzburgo: «Siempre hablamos de hacer una ópera juntos. Y lo dejamos para París, donde estrenamos un ''Don Giovanni'' que organizó un buen lío, pero que hoy es un montaje de culto. Yo creo que este ''Così'' va a gustar. Es trágico, no duro, porque con Mozart siempre hay lugar para la risa. Yo diría que es profundamente Mozart. Su visión y propuesta resultan bastante modernas», dice, y habla del aria de la traición de Dorabella –a quien asigna un instrumento, el clarinete–, de Ferrando, Fiordaligi (sonará a oboe). Tragicómico y humanístico, como la vida misma. En ella están presentes la muerte y la traición erótica. Realmente la experiencia de un gran amor resulta compleja», explica.
No habla de intimidades, ni de los gustos de Haneke, pero han discutido alguna vez. Y con Cambreling, también: «Son pareja artística», afirma al tiempo que adelanta que el cineasta trabaja ya en otra película. «Le encantan ''L'Incoronazione di Poppea'' y ''Fidelio''. ¿Quién sabe si volveremos a trabajar juntos en los próximos años?», deja en el aire, mientras habla de lo que les une: su cultura musical y literaria. «No somos amigos de irnos a comer, somos amigos intelectuales. Me muevo entre gente como Warlikowsky, Cambreling, Sellars, y Haneke también. Forman parte de mi grupo, una suerte para mí. Son muchos años de trabajar y encontrarnos por las ciudades del mundo». Se confiesa fascinado por «Amor», la nueva cinta de Haneke, «tan dura, sobre la muerte. Es la realidad sobre lo que sucede en nuestras familias. No es una película para ver solo, sino para comentar, para ir con alguien». Y siente predilección y devoción por «La cinta blanca», que ha perdido la cuenta de las veces que ha visto.

Tan cerca y tan lejos

Parece mentira, pero mientras Mortier hablaba para este diario de los entresijos de «Così», el cineasta trabajaba sin descanso. Y ayer, Mortier volvía a hablar de Mozart (mientras el padre de «Amor» acababa su ensayo, tan cerca y tan lejos, qué lástima) en la presentación de la temporada 2013-2014 que prefirió presentar casi en un «tête à tête». Y sin casi. ¿Qué hay de nuevo? La apertura de temporada traerá de nuevo a la que fue su casa a Emilio Sagi el 14 de septiembre con uno de los montajes que más aceptación tuvieron, «El barbero de Sevilla». En aquella ocasión fueron Juan Diego Flórez y María Bayo quienes interpretaron los papeles principales junto a un Ruggero Raimondi en estado de gracia. No estarán ahora, pero sí la producción en diez funciones. «¿No quieren bel canto? Pues para que luego me digan que no lo programo. Me gusta enormemente y además había que hacer dineros», espeta mientras se ríe abiertamente. Y eso, a pesar de que algunos patronos habían pedido la apertura de temporada con producciones nuevas... No será el único título de bel canto: «L'elisir d'amore», de Donizzetti, aterrizará en diciembre con un reparto de impacto en el que se escucharán voces españoles, bienvendidas, pues los autores patrios se han quedado, de momento, sentados en el banquillo. ¿Ha dado Mortier su brazo a torcer? Para nada, y es Gregorio Marañón, presidente del patronato, quien contesta: «Cuando llegó, pidió que no le calificaran por temporadas, sino por el conjunto. La primera fue desequilibrada, para eso están los equilibrios, ¿no? Esto no es una rectificación», asegura. Y Mortier explica cada título venidero «muy Mortier», pero no tanto, que él lo sabe bien. Llegarán los vaqueros de «Brokeback Mountain» en un largo viaje desde la ópera de Nueva York que no pudo ser y ahora se materializará, en estreno mundial dentro de un año. Y descubriremos de nuevo América de la mano de «La conquista de México», de Wolfgang Rhim, y «The Indian Queen», de Purcell, sin olvidar a uno de sus compositores de cabecera, Wagner, con un montaje de «Tristán e Isolda» que se postula como plato fuerte, así como «Alceste», nueva producción, y «Los cuentos de Hoffman» en versión Marthaler. Muy Mortier, pero con matices.

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